El Sevilla logró eliminar al Villarreal tras un intenso partido. No se puede decir que el Sevilla hiciera un gran partido, pero hizo lo que tenía que hacer: controlar el juego y dejar que el Villarreal, acuciado por las prisas, cometiera errores. Dos zarpazos en momentos oportunos acabaron de sentenciar lo que ya estaba “casi” sentenciado.
La única posibilidad de cambio en el guión previsto habría sido por un gol tempranero del Villarreal. Y no ocurrió. El equipo castellonense sólo inquietó con disparos lejanos, que fueron blocados sin muchos problemas por Sergio Rico, o alguna que otra internada por banda, que, por fortuna, no encontraron rematador.
Emery y el Sevilla mostraron, en todo momento, un gran respeto por el Villarreal, que tampoco pudo superar el trivote Carriço-Iborra-M’Bia, donde Iborra volvió a ser un bastión importantísimo ayer, tanto en ataque como en defensa. Incluso marcó un gol, aunque sólo se limitó a empujar el balón regalado por Bacca.
Después llegó la expulsión del jovencísimo Bailly (20 años), por doble amarilla, que convirtió la remontada en una hazaña imposible. La velocidad endiablada del marfileño sacó en más de un apuro a sus compañeros.
Aunque el Villarreal acortó distancias por medio de Gio Dos Santos, no se pasaron apuros. El gol me pareció un fallo de Sergio Rico, por falta de experiencia. Gio sabía perfectamente que una falta tan cerca del área, o va a la barrera o se va por encima del larguero, por lo que estaba cantado que tiraría fuerte al palo del portero. Espero que Sergio Rico haya aprendido la lección, porque ya es el segundo que encaja de esa forma.
Poco después, Denis Suárez cabeceó un buen pase de Trémoulinas, para lograr el definitivo 2-1 y dar paso al cántico de apoyo a “Unai Emery”. Recuerdo que la última vez que se cantó eso, a Emery le dio un ataque de entrenador, cambió lo que funcionaba y empezamos una larga racha de malos resultados. Se ve que no aprendemos.
La afición no defraudó y acudió en masa a apoyar a su equipo, en una noche de perros. No es que lloviera mucho, pero sí una lluvia constante que molestaba. En noches así me acuerdo mucho de la visera que debería ya, a estas alturas, rodear al estadio en su totalidad, y, por supuesto, acabo maldiciendo a los que se empeñan en llevar el paragüas al fútbol, en lugar de un buen chubasquero.
Por cierto, veo a la afición sevillista, en general, con el ánimo muy subidito. Algunos incluso piensan ya en la final. Y no es por nada, pero en el bombo nos esperan equipos con un potencial tremendo, como el Wolfsburgo, el Zenit, la Fiorentina o el Nápoles. Así que es mejor que vayamos paso a paso y sin echar las campanas al vuelo, porque después puede pasar como contra el Español, donde más de uno se veía en la final antes de tiempo.
Veremos a ver qué nos depara el sorteo, a partir de las 13 horas, en Nyon. La eliminatoria se jugará los días 16 y 23 de abril (jueves de Feria). La UEFA ha aclarado que el sorteo tendrá un único condicionante: “Podrán enfrentarse dos equipos del mismo país, aunque los conjuntos rusos y ucranianos serán sorteados por separado“, dada la tensión política entre ambos países.
Lo que sí ha dejado claro este Sevilla de Emery es que será uno de los huesos duros de roer y uno de los favoritos para alzarse con el título.