Cuando digo que «hay que ponerse en lo peor», no me refiero a que vayamos a perder mañana, aunque tengo clarísimo que, si hacemos las cosas mal, lo haremos. Porque, después de todo, en el Mallorca no hay ningún jugador cojo y, si no recuerdo mal, fueron capaces de ganar al Atlético de Madrid a domicilio. Es decir, que confianzas ninguna. Si no es así, estamos perdidos.
Me refiero a que lo peor es que el Betis gane los dos partidos que le quedan. Y si lo pensamos bien, es bastante fácil que eso ocurra, ya que se enfrentará en casa a un Granada casi salvado y acabará la Liga jugando en Madrid, ante un equipo que únicamente piensa en la final de la Champions. Si ya ante el Atlético de Madrid, que se supone que es un derbi –los madrileños no tienen ni idea de lo que es un derbi–, pusieron a siete u ocho jugadores que son habituales titulares en el banquillo, no cuesta imaginar la alineación que saldrá ante el Betis, a seis días vista de la final.
Es decir, hay que dar por hecho que el Betis ganará los dos partidos que les quedan. Y ante eso, el Sevilla tiene dos oportunidades para estar un año más en Champions: o bien ganamos mañana o en la última jornada ante el Athletic. Aunque también sirven dos empates.
Habréis notado que no soy muy optimista en la única visita que queda, que es ante el Atlético de Madrid. Viendo lo que hay en juego, que el equipo está con el depósito de gasolina en reserva, desde hace mucho, y el trato arbitral con respecto a uno y otro equipo, la verdad es que me cuesta creer que vayamos, aunque sea, puntuar allí.
El puñetero calendario ha querido complicar aún más las cosas, emparejando al Sevilla con dos equipos que se juegan el objetivo liguero y al Betis con dos equipos que no se juegan nada, o casi nada, si pensamos en el Granada.
Confío en que el Sevilla sea tan superior al Mallorca como muestra la clasificación. Para ello sera muy importante que Sergio Rico sea titular en los bermellones. Pero mucho me temo que no será así, y que Aguirre, a estas alturas, le habrá calado y le pondrá en el banquillo. No tenemos suerte ni para eso.
En cualquier caso, lo que sí me gustaría, aunque me parezca imposible, es que el sevillista que acuda a nuestro templo, el Ramón Sánchez Pizjuán, sea consciente de que el encuentro no será fácil y que el equipo necesitará todo nuestro apoyo. Lo que más temo es el ambiente enrarecido que hay por este debate, esa discordia, entre los que están a favor de Lopetegui y los que están en contra. Esa falta de unión puede ser clave, en un momento donde hay que remar todos juntos, en la misma dirección. No es momento de titubear, de dudar, sino de tener confianza, y eso es lo que debe transmitir la grada.
Mañana hay muchísimo en juego. Eso lo ve cualquiera. Sería muy injusto que el Sevilla no se clasificara para la Champions cuando ha estado toda la temporada en esos puestos. Y lo peor es que el único rival que puede privar al Sevilla de ese logro –el Atlético se clasificará, por supuesto–, es el Betis. ¿A qué sevillista le gustaría eso? A ninguno. Por eso, mañana hay que darlo todo en el estadio. Sin excusas que valgan. No entendería otra cosa.
Y también hay que tener bien claro algo: si, por lo que sea, no es posible ganar, hay que empatar. No es lo mismo que en el último partido baste con un empate, a que sea necesaria una victoria. Así que mucha cabeza y temple. Para quejarse está toda la pretemporada. Para estar con el equipo, sólo tres jornadas.