Gran victoria la del día de ayer, donde el Sevilla dominó por completo a un Valencia que venía con su entrenador en la cuerda floja y al que se le dio el último empujoncito para que cayera al vacío. Fue una victoria fundamental, porque, si no, habríamos caído a tierra de nadie.
Sorprendió el equipo ché por su incapacidad ofensiva, pues no creó ninguna ocasión clara de gol. El rival se presentaba con muchas bajas, pero siguen teniendo un buen equipo y no es excusa para que den una imagen tan lamentable. Sin duda, es el peor Valencia que he visto en el Ramón Sánchez Pizjuán.
El Sevilla superó en todo al Valencia, menos en agresividad. Y es que fueron expulsados, merecidamente, dos jugadores foráneos (Cancelo y Javi Fuego). Y tuvieron suerte, porque Velasco Carballo no quiso expulsar, por segunda amarilla, a Abdennour en el tiempo de descuento, por durísima entrada a Vitolo.
El gol se hizo esperar hasta el inicio de la segunda parte, pero el Sevilla tuvo ocasiones muy claras para haber abierto el marcador antes.
Me gustaron mucho los laterales, tanto Mariano como Escudero, que marcó un muy buen gol, tras sensacional pase con el exterior de Ever Banega.
Por contra, de nuevo los sevillistas tuvimos motivos para la preocupación al ver la nulidad ofensiva de Llorente e Immobile. Ambos deberían aportar mucho más, sobre todo si tenemos en cuenta la alta ficha que tienen.
Pero si hay algo por lo que recordaré este partido, será por la falta de ambición del Sevilla. No logro entender que, estando en una clara superioridad numérica, con dos jugadores más sobre el campo, no se vaya a buscar más goles. Y debe hacerse, en primer lugar, por la propia ambición que debe tener un jugador profesional; en segundo lugar, porque la afición merece una alegría de vez en cuando; y, sobre todo, en tercer lugar, porque debemos mejorar el goal-average total y particular con el Valencia. ¿Es que acaso no consideramos ya un rival directo al Valencia y no nos preocupa el goal-average? Desde luego, muy probablemente, si continuamos dando el espectáculo bochornoso al que nos tiene acostumbrado el equipo en los partidos de fuera, no seremos rivales directos a final de temporada. Pero, en principio, hay que pensar y esperar que sí lo seremos.
La única explicación que se me ocurre es que el Sevilla tuviera un gran respeto por el Valencia y que temiera que, por buscar el segundo gol, nos cogieran en un contragolpe y empataran el partido. Pero el Valencia ayer no hizo lo más mínimo para que se ganara ese respeto.
¿Y dónde dejamos a Reyes? ¿Cómo se puede salir con tan poca concentración? ¿Cómo se puede cometer esa falta tan absurda, en la última jugada del partido, que dio una posibilidad de empatar a un rival que estaba muerto? Para mí, inexplicable.
Lo mejor de ayer es que se ganó y que no hubo lesionados. Lo peor, la falta de ambición y la falta de calidad en punta de ataque.
Y ahora a ver qué hacemos en La Coruña. Miedo me da.