El Sevilla cayó eliminado contra todo pronóstico ante un Segunda B, el Rácing de Santander, y lo hizo de manera justa, ya que los cántabros hicieron más méritos para pasar a la siguiente ronda.
Los culpables de esta eliminación están claros: los jugadores y el entrenador, que han faltado el respeto a la afición y a los 10.182 espectadores que acudieron al Ramón Sánchez Pizjuán. Si los jugadores se hubieran esforzado al máximo, como es su obligación, seguro que a estas horas estaríamos clasificados. Y si Emery hubiera puesto una alineación en condiciones, probablemente, también habrían cumplido con la obligación ineludible de pasar de ronda. Lo que no se puede es decir que es un «partido trampa» y después poner a todos los suplentes y a «suplentes de suplentes», como el chaval Carlos Fernández. Desde luego, ayer no era el momento de hacerlo debutar, tal y como se puso el partido.
Emery escogió el día de ayer para hacer probaturas. El centro de la defensa asustaba: Cala y M’Bia. No sé cuál de los dos me da más miedo, pero, de partida, no me daba mucha confianza esta defensa, entre otras cosas porque el camerunés no es defensa. ¿Qué puede jugar ahí, porque ya lo ha hecho en otras ocasiones? Yo también, pero la cuestión es que pueda jugar ahí y además lo haga bien.
El Sevilla jugó un muy mal partido. Se crearon muy pocas ocasiones de gol, y se fallaron todas. El Racing apenas inquietaba, hasta que llegó la jugada decisiva: penalti y expulsión de M’Bia. Es evidente que esta jugada es clave, pues aparte de que te obliga a un mayor desgaste físico –quedaban muchos minutos por delante– y a marcar un gol en inferioridad numérica, estás sentenciado a que te machaquen a contragolpes si el rival se defiende medio bien. Y el Racing lo hizo.
Muchos hablan de vergüenza y escándalo por la eliminación ante el Racing, pero lo de ayer es algo habitual en el fútbol. No es la primera vez que vemos cómo la intensidad supera a la desidia y al exceso de confianza. De hecho yo lo he vivido y visto en muchas ocasiones, tanto en el Sevilla como en equipos muchos más poderosos que el Sevilla. Pero no nos equivoquemos: sobró confianza y faltó intensidad, pero también CALIDAD.
La falta de calidad, a mi modo de ver, pudo verse en muchos detalles, pero los más llamativos fueron estos:
– El error de Rusescu. Completamente solo, con el portero casi batido, y tira al muñeco. Eso no se puede fallar nunca. Rusescu puso mucho pundonor y ganas, pero poco acierto. No obstante, tiene detalles de buen jugador, pero no es un superclase. Me gustaría que jugara más para poder ver su verdadero nivel, una vez se quite la ansiedad de tener que aprovechar las pocas oportunidades que le da Emery.
– El penalti de M’Bia. Un central experimentado nunca habría hecho ese penalti, porque es dejar a tu equipo vendido. El Racing está en Segunda B, pero sus jugadores no son tontos ni cojos.
– El penalti que no es capaz de parar Varas. Adivina la intención del lanzador, pero un fallo técnico hace que el balón acabe en el fondo de la red.
– El segundo gol del Racing. Diogo no se impone en el salto, pero Varas, ni despeja a corner ni es capaz de hacerse con el balón, dejando el balón muerto en línea de gol tras dar en el larguero. Aquí el fallo de Varas es más grave que el de Diogo: si no estás seguro de poder coger el balón, hay que despejarlo a córner o a un lateral, pero nunca lo que hizo.
– El gol que falla Cala a puerta vacía. El partidito que hizo Cala fue para mirarlo con detenimiento. Parece que se ha empeñado en no renovar –yo no lo haría–. Su fallo estrepitoso fue el colofón perfecto a un partido lamentable.
Ahora bien, una vez eliminados de la Copa del Rey, no tiene sentido en seguir hurgando en la herida. Hay que centrarse únicamente en lo más importante, que es siempre el próximo partido, que en este caso es el Villarreal.
Es una pena quedar eliminados a las primeras de cambio, y más aún por un rival de inferior de categoría, pero para ser sinceros, las posibilidades de ganar la Copa del Rey eran pequeñas. No lo digo porque nuestro equipo tenga muchas carencias –que las tiene–, sino porque la Copa del Rey, al igual que la del año pasado, está manipulada para que Barcelona y Madrid no se crucen. Ya tenemos una Liga de mierda y, por lo que se ve, también vamos a tener una Copa de mierda. La Federación prefiere el negocio que supone una final entre los dos mastodontes económicos y deportivos. Y hoy por hoy, el Sevilla no puede competir ni con Barcelona, ni Madrid, ni Atlético de Madrid.
Y lo mismo pienso de la Europa League. Hoy el Sevilla no tiene nivel para ganar esta competición. Mientras más lejos lleguemos, mejor, porque se gana bastante a nivel económico y de prestigio, pero ganar la competición ya son palabras mayores.
Villarreal, Villarreal y Villarreal. Es lo único que importa ahora.