Otro Sevilla-Betis. Otro derbi más que, a pesar de lo que se quiera hacer creer, no es más especial que otros. Si el de hoy destaca por algo es porque se juega entre semana y muy tarde: a las diez de la noche.
Pero el partido de hoy se me antoja perfecto para que Sampaoli empiece a convencer a la afición, a los muchos aficionados que vemos que la teoría queda muy bonita pero que es difícil de plasmar en la práctica, sobre todo, cuando no se tienen jugadores para jugar al estilo que pretende el argentino. Claro que también, si no se gana, es el partido perfecto para que buena parte de la afición se eche a la yugular de Sampaoli.
Para que cambien las tornas, será fundamental un cambio de actitud. Al sevillista se le cayó el alma a los pies cuando vio que su equipo dejó escapar la ventaja que tenía en Ipurua y que, además, no pudo marcar ni un sólo gol, a pesar de estar en superioridad toda la segunda parte. Y no sólo eso. Lo peor fue que los jugadores del Eibar hicieron una exhibición de pundonor, garra y derroche físico, que fue lo que equilibró el partido. Eso mismo es lo que se echó en falta y lo que exige la afición del Sevilla, y yo diría que cualquier aficionado al fútbol. Luego ya, que la caprichosa pelotita entre o no, es otra cuestión, pero darlo todo sobre el césped es lo mínimo.
Espero y confío en que esta noche no se parecerá a Ipurua, entre otras cosas porque en la alineación inicial habrá jugadores que, después de varios partidos, ya sí tienen la vitola de titular indiscutible, como son Nzonzi, Vitolo, Vázquez o Sarabia, y que dan un salto de calidad al equipo. También hay jugadores que están llamados a ser importantes, pero que, por ahora, no han aparecido, como Ganso, Ben Yedder, o la incógnita de Nasri, que agradó en su primer y único partido jugado hasta la fecha.
También tengo confianza en que se corrija, de una vez por todas, esa nefasta salida del balón, que hace que el rival robe el esférico en zonas muy peligrosas. Me preocupa por recurrente, ya que ese error se ha cometido en todos los partidos que ha disputado el Sevilla en liga, y en algunos de ellos, en varias ocasiones. No llevamos tres o cuatro goles encajados más, de puro milagro.
El rival de hoy es propicio para que haya fiesta en Nervión, aunque diga Sampaoli, con razón, que este Betis es mejor que el de otros años. No he visto ni un sólo partido del Betis desde hace mucho tiempo, pero si logra tirar a puerta entre los tres palos, ya habrá superado al de la temporada pasada. Así que tiene que ser, por fuerza, un Betis mejor.
Pero el Betis también está en construcción y con un entrenador nuevo, y tampoco fue capaz de ganar en superioridad, durante más de media hora, a un rival como el Granada, de la parte baja de la tabla y destinado a luchar por la permanencia. Es más, si el Granada no hubiera fallado un penalti, lo más seguro es que hubieran perdido.
Como siempre que hay un derbi, espero ganar. Aunque las importantes bajas en defensa que tiene el Sevilla añaden un poco de incertidumbre, dada la diferencia actual entre uno y otro club, todo lo que no sea llevarse la victoria es un mal resultado. Pero, como en fútbol no siempre gana el mejor, también puede saltar la sorpresa. Si así fuera, pienso que tampoco se acabará el mundo. Estaría bueno que, después de tantas finales y títulos recientes, se cogiera una «depre post derbi». Después de todo, hoy sólo se juga un derbi más. Y afrontémoslo. Algún día, aunque sea de casualidad, nos tendrán que ganar. Sólo espero que sea lo más tarde posible. Si puede ser, en el próximo siglo.