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Celta 2 – Sevilla FC 2. Dos nuevas finales para el Sevilla FC

Otra final más de la década prodigiosa, la número trece, y la catorce podría ser la Supercopa de España, pues casi con toda seguridad el Barcelona será el campeón de Liga. Aunque yo espero que antes juguemos la final de la Europa League. Por ser positivos, que no quede.

El Sevilla comenzó muy serio, con orden, tocando el balón y sin precipitarse. En la primera parte, llegó a tener tres ocasiones claras de gol, siendo la más clara el cabezazo al poste de Carriço. A los 35 minutos llegó primer gol celtiña, obra de Iago Aspas y que daba un halo de esperanza a nuestro rival.

No obstante, la eliminatoria estuvo controlada en todo momento, aunque con el 2-0 llegó algo de intranquilidad, porque un tercer gol podría ponernos en apuros. Pero Banega sentenció, o resentenció, la eliminatoria sólo dos minutos después, definiendo con mucha clase. El argentino se marcó un partidazo, aunque en ocasiones llega a desesperar por su individualismo.

Inmediatamente después el Celta dispuso de un penalti que yo creo que no fue. Es más, creía que el mal árbitro que es Martínez Munuera iba a enseñar tarjeta amarilla a Guidetti por el piscinazo, pero, para mi sorpresa y la de Sergio Rico, señaló el punto de penalti. De hecho, Guidetti también creyó que le iban a enseñar amarilla y se levantó como un rayo para seguir la jugada y evitar la sanción. Además, físicamente es imposible que una entrada a ras de suelo, como era la de Sergio Rico, provoque que el delantero salga disparado hacia arriba.

Por fortuna, esta jugada no tuvo consecuencias, puesto que Sergio Rico sólo vio amarilla y Guidetti estrelló el balón en el poste. Peor aún fue el otro error grave del árbitro: la tarjeta amarilla que le mostró a N’zonzi, en el minuto 88 y que le impedirá jugar la final. Desde mi punto de vista, no fue ni falta, pero, si lo era, en ningún caso merecería tarjeta. No contento con eso, Martínez Munuera, una vez finalizado el partido, le enseñó la segunda amarilla y lo expulsó, supuestamente, por protestar. Por un lado, ya hay que ser miserable para expulsar a un jugador por eso, pero por otro lado, N’Zonzi ya se debería de haber dado cuenta de que los árbitros españoles no tienen absolutamente nada que ver con los ingleses. Aquí son más chulos que un ocho y no suelen tener respeto por los jugadores. Bueno, más bien, con algunos jugadores, con los que no pertenecen a los considerados por la prensa como «grandes».

Los otros apercibidos, Rami y Kolo, no vieron ninguna amarilla y podrán disputar la final. Pienso que, dada la ventaja que llevaba el Sevilla, fue una temeridad hacerlos jugar, porque, sobre todo, la baja de Rami habría sido muy importante.

En la recta final, Vitolo hizo un jugadón para asistir a Konoplyanka, que machacó a placer, logrando el empate a dos definitivo. Tuvo mérito la jugada, porque a esas alturas el terreno de juego era una piscina y costaba mucho hacer rodar el balón.

Ahora queda lo más difícil: derrotar en la final al que probablemente sea el mejor equipo del mundo. Dificilísimo, pero a un solo partido tenemos más posibilidades. Ojalá sea el 22 de mayo, domingo. Significará que habremos jugado la final de la Europa League.

 

 

Emery, obligado a usar el doble pivote defensivo en Barcelona

Al menos, eso es lo que yo quiero creer. No me quiero ni imaginar lo que pasaría si el planteamiento fuera el mismo que en el último partido, donde los jugadores del Málaga llegaban en tromba a nuestro área. Esa misma situación, con los jugadores del Barcelona enfrente, sería verdaderamente catastrófico.

El Barcelona es muy fuerte en todas las líneas, pero especialmente en el centro del campo, con jugadores como Xavi, Cesc o Iniesta, que son unos artistas del balón –y en el caso de Cesc también especialista en arte dramático, como se pudo ver en su enfrentamiento con Medel–, y donde además cuentan con el apoyo de Messi, que baja en muchas ocasiones a recibir el balón. Con lo cual, la única manera de hacer frente a esa maquinaria ofensiva es acumulando hombres en la zona ancha, y a ser posible, jugadores con resistencia física y con facilidad para robar el balón, porque una cosa es evidente: para ganar en Barcelona, además de hacer un partido perfecto, es necesario un gran despliegue físico, pues la calidad técnica del rival te obliga a eso. Para empeorar las cosas, desde mi punto de vista, el Barcelona es el equipo que mejor hace la presión, con mucha intensidad y haciéndola todos al mismo tiempo, que, dicho sea de paso, es la única manera de que funcione.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en Barcelona seguiremos presentando una alineación con un solo central sano –dato poco esperanzador–, de manera que la otra posición de central la tendrá que ocupar un jugador reconvertido, ya sea Fernando Navarro o M’Bia. Razón ésta de más para reforzar el centro del campo.

Espero y deseo que, por fin, en Barcelona podamos ver a Cristóforo. No le he visto jugar aún, ni siquiera en Córdoba, pero sí he visto jugar a Iborra, y, la verdad, hasta ahora, no me ha convencido mucho. Estoy seguro de que el valenciano es un buen jugador, más que nada por lo que ha hecho en el Levante, pero creo que necesita tiempo y que, por tanto, ha podido llegar el momento del Uruguayo, de quien todo el mundo habla maravillas. Por otro lado, no se perdería nada por el intento, puesto que, actualmente, el Sevilla es el equipo que menos balones roba, y nos enfrentamos al que tiene más posesión. También es cierto que si M’Bia fuera quien ocupara la plaza de central, podrían jugar tanto Iborra como Cristóforo.

En cualquier caso, juegue quien juegue, hay que tener claro que ganar en el Camp Nou es posible, pero para ello hay que ser conscientes, en primer lugar, de que somos inferiores –desgraciadamente, no podemos jugar de igual a igual, como el Bayern de Munich–, y, en segundo lugar, de que tenemos que hacer un trabajo defensivo perfecto. Con eso, ya solo faltaría que el árbitro no nos machacara demasiado –Muñíz Fernández, alias El Repeinado o El Gomina– y que sonara la flauta en algún contragolpe o a balón parado. Casi nada.

La hazaña de ganarle al Barcelona

Más bien, la hazaña sería incluso conseguir un empate ante el Barcelona, como ya hicimos en la primera vuelta. Y para eso fue necesaria una actuación espectacular de Javi Varas, con paradón incluido a Messi en el penalti señalado en tiempo de descuento.

Mañana nos visita uno de los favoritos para ganar la Champions y uno de los mejores equipos del mundo. Su pegada es brutal. Llevan 74 goles a favor en liga –casi triplican nuestros 27 goles– y sólo han encajado 19. Su fuerza está en el centro del campo, tanto por lo bien que atacan como por lo bien que defienden. En esa zona tan importante del terreno de juego siempre están en mayoría. Incluso Messi suele bajar para empezar las jugadas de ataque.

Es tal el poder ofensivo del Barcelona que ellos no necesitan un delantero centro nato. Les basta tener a jugadores con el talento de Messi, Iniesta, Xavi, Cesc… Tienen tanta calidad y visión de juego que, cuando empiezan a combinar, no hay quien les pare.

Tácticamente, el Barcelona es un equipo muy bien trabajado. Es difícil que pierdan la posesión del balón, pero cuando lo hacen, lo suelen recuperar con prontitud, ya que presionan con mucha efectividad  en el centro del campo.

Por si fuera poco, para superar estas dificultades el Sevilla no plantará sobre el césped, ni mucho menos, su equipo de gala. Míchel tendrá que romperse la cabeza para formar un equipo competitivo. Tenemos bajas por lesión y sanción, además de un puñado de jugadores que no están al 100 %. La defensa es la línea más tocada, que es precisamente la que tendrá más trabajo.

Con esta perspectiva, parece imposible no recibir una goleada. Tendremos que tener esperanzas en que salte una de esas sorpresas que se dan en el fútbol, muy de vez en cuando. Y no se da el caso, al menos que no se dé el triste espectáculo que ofrecimos ante el Madrid. Yo creo que, simplemente con eso, nos conformamos muchos sevillistas: con una derrota digna. Es penoso que ocurra esto, pero es a lo que lleva la diferencia tan abismal que hay entre los presupuestos de los dos clubes. Y lo peor es que esa diferencia se va agrandado, al repetirse, de manera continuada, durante muchos años.

Igual es que yo soy muy pesimista, pero si lo soy, no es gratuitamente, sino que me baso en la trayectoria y plantilla de los dos equipos. Hay que reconocer que ellos son tremendamente superiores. Otra cosa ya será lo que depare el juego, pero, a priori, el panorama no es muy halagüeño.