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Sevilla-Leganés. Partido para sufrir o disfrutar. Partido de gran éxito o de gran fracaso

Mañana tenemos otro partidazo en la bombonera de Nervión. Al final del partido, sea el resultado que sea, será un gran éxito o un gran fracaso. No cabe el término medio. Si pasa el Sevilla la eliminatoria, se habrá conseguido el siempre complicado objetivo de disputar una final. Por contra, si es el Leganés el que se lleva el gato al agua, no hay más remedio que hablar de fracaso, porque el Leganés es un equipo inferior técnicamente, y además significaría que hemos desaprovechado la ventaja de haber marcado fuera de casa y poder decidir la eliminatoria en nuestro estadio.

Ojalá me equivoque, pero creo que, si pasamos, lo haremos sufriendo. Me baso en que el Leganés es uno de los equipos que mejor defiende y en que el Sevilla, como se pudo comprobar en la ida, y en infinidad de partidos, tiene serios problemas para sentenciar los partidos.

También creo que será un partido de tener mucha paciencia, pues el Leganés hará lo mismo que hacen casi todos los equipos que nos visitan: encerrarse atrás, con todos los jugadores por detrás del balón, para intentar sorprender al contragolpe o a balón parado.

El resultado de la ida es engañoso, ya que el Sevilla debe hacer un mínimo de dos goles para evitar posibles sobresaltos. Si el Leganés marca, ya estaríamos con el corazón encogido, por la posibilidad de la prórroga y porque se les pondría la eliminatoria de cara, por el valor doble de los goles en campo contrario. También habría que ver, sobre todo si se adelanta el Leganés en el marcador,  cómo reaccionaría la afición, aún muy dolida con el enésimo bochorno de la temporada, en esta ocasión con el Eibar. Y, verdaderamente, también se está comprobando que, por cuestiones propias o ajenas, nos está costando muchísimo mantener la puerta a cero está temporada.

A tener en cuenta que están apercibidos de sanción Vázquez, Mercado y Lenglet. El primero es sustituible, pero miedo me da, más bien pavor, tener que disputar una final, sea ante Valencia o Barcelona, con Kjaer, Pareja o Geis de central.

Montella podrá alinear al equipo de gala, a ése que ya nos estamos aprendiendo de memoria, aunque parece ser que Mudo Vázquez es duda.

Mañana, partido para disfrutar –por ambiente y por la importancia de lo mucho que está en juego– y para sufrir –por la incertidumbre del resultado–.

La eliminatoria podría haber estado muy encarrilada, de haber estado más acertado el Sevilla o el árbitro en la ida. Increíble la expulsión que le perdonaron a Brasanac, hasta en dos ocasiones, y la nueva falta al portero que no señalaron. Está claro que si disputamos la final, no será porque nos hayan regalado algo.

Mañana debería estar el Ramón Sánchez Pizjuán hasta la bandera. La ocasión lo merece, a pesar del horario tardío y la baja temperatura que se espera. Mañana veremos un partido histórico, tanto para el Leganés, como para el Sevilla. Y esperemos que lo sea más para el Sevilla.

Atlético de Madrid – Sevilla. Cuidado con las expulsiones

Conocidos y amigos míos casi se escandalizaban cuando les decía que yo prefería, como rival para semifinales, al Betis en lugar del Atlético de Madrid. Mi preferencia se fundamentaba en dos razones: en primer lugar, el Atlético tiene mucho mejor plantilla que el Betis, y en segundo lugar, el equipo madrileño tiene tras de sí un importante apoyo mediático, que puede conllevar a que el árbitro –si no tiene categoría suficiente, que es lo habitual– tenga bien clarito cuándo puede equivocarse y con qué rival. Hablando en román paladino, hay muchas posibilidades de que el árbitro nos perjudique, ya sea por jugadas polémicas o por ese arbitraje sibilino al que ya, desgraciadamente, estamos acostumbrados: distinto rasero en faltas, fueras de juego, tarjetas…

Recuerdo el caso de aquella famosa semifinal Athletic-Sevilla, donde Del Nido se pasó de listo al decir: «Nos vamos a comer el león desde la cabeza a la cola». En aquel partido el Athlétic nos pasó por encima, pero al poco de darse el pitido inicial, se dio una jugada que en casi todos los medios de comunicación pasaron por alto pero que a mí se me quedó grabada para siempre: Navas salió disparado como un cohete, en un peligroso contragolpe, y fue brutalmente zancadilleado por detrás. Con el reglamento en la mano, tarjeta roja indiscutible. Pero el árbitro de la contienda no cumplió con su deber. Mejuto González no pudo con la presión –siendo bien pensado–. Pitó la falta, eso sí, pero no se atrevió a mostrar la tarjeta roja –ni amarilla siquiera–, y además le sacó la amarilla a Navas por protestar. Ese detalle me dejó claro –y posiblemente a los jugadores– que en ese partido no había nada que hacer. Después llegaron múltiples fallos defensivos, los tres goles y la eliminación.

El partido de esta noche me recuerda a aquél de Bilbao. Hay mucho en juego y muchísima presión para todos, árbitro incluido. Convendría, por tanto, no facilitar las cosas. Y digo esto porque no se me ha pasado por alto la actitud de Diego Costa en cuartos de final contra el Betis, ni la reacción de Amaya.

En nuestra plantilla hay un par de jugadores que tienden a caer en provocaciones, como son Gary Medel y Emir Spahic, así como un central, Fazio –si es que no se va al Zenit y juega finalmente– que a veces no evalúa bien los riesgos de una entrada, como le ocurrió en el Sevilla-Málaga, donde fue expulsado justamente por hacer penalti y evitar una ocasión manifiesta de gol. Así que mucho ojo con las expulsiones, porque pueden decidir el partido e incluso la eliminatoria.

En cuanto a la portería, espero que Emery se decante por Beto, si es que tiene alguna duda al respecto. Yo no la tendría, porque, como he dicho antes, es un partido donde hay mucha presión, y, sinceramente, creo que a Julián este partido le viene demasiado grande. Hoy tiene que defender nuestra puerta un guardameta con experiencia. Habrá quien diga que acaba de aterrizar y ni siquiera conoce a la defensa. ¿Y acaso Julián la conoce mucho mejor?

Partido complicadísimo el de esta noche. Sólo si tenemos mucha concentración, un mínimo de acierto y la cabeza fría podremos tener opciones para la vuelta. Estamos a dos pasos de una final, y no podemos permitirnos el lujo de dar el primero en falso.