Sorpresa mayúscula la que me he llevado hoy al leer la prensa, concretamente un artículo de ABC dedicado a Tiberio Guarente, donde se afirma que el médico que lo operó –Míkel Sánchez– no era muy optimista en su recuperación, hasta el punto de decir que el estado de la rodilla de Guarente era tan pésimo que no había que descartar que tuviera que abandonar el fútbol. En el mismo artículo, también dicen que «algunas fuentes consultadas señalaron que la rodilla del italiano estaba, incluso, peor que la de Javi Navarro cuando se tuvo que retirar. La afectación del cartílago era mayúscula, con úlcera incluida».
Yo no esperaba, de ningún modo, que la lesión de Tiberio fuera tan grave. Entre otras cosas, porque, escuchando palabras del propio Tiberio y de algún miembro del club, se suponía que Tiberio tendría que haber sido uno más al empezar la temporada 2011-2012. Resulta que pasan los meses y no acaba de recuperarse, y hoy, al leer la noticia de ABC, ya me explico el porqué del retraso en su recuperación.
Sin embargo, lo que no me explico es por qué el Sevilla decide fichar a un jugador como Guarente, con la rodilla como la tenía. Ya sé que desde el club se dice que sabían que era un fichaje arriesgado, y que ya hizo alguno de ese tipo cuando se fichó, por ejemplo, a Javi Navarro. Pero seguro que por Javi Navarro no se pagaron los cinco millones –creo recordar que era esa cifra– que se pagaron por el centrocampista italiano.
Felizmente, parece que Guarente podrá volver a jugar al fútbol. Todavía está por ver si su fichaje fue bueno o malo. El italiano triunfó en su país, y si se recupera totalmente, posiblemente lo hará en el Sevilla también. Ojalá que los sevillistas le veamos pronto sobre el tapete y que disfrutemos de un Guarente que, hasta ahora, es casi un desconocido.