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Sevilla-Madrid. Tras el partido del siglo, llega el robo del siglo

Como decían ayer en La 1, de TVE, «como cada año, llega el partido del siglo». Es el llamado «clásico». El clásico tostonazo con el que nos martirizan los medios de comunicación a todos los aficionados que nos importa un pimiento el Madrid y el Barcelona.

Por curiosidad, he visto el resumen del partido de ayer, a ver si tenían razón los merengues con sus lloros, y me ha dado la impresión de que no. Es más, creo que incluso han salido beneficiados, puesto que el supuesto penalti que le hacen a Ronaldo es fuera del área. El problema puede que sea que el Madrid está tan acostumbrado a que los árbitros le echen una mano, que ya no se conforman sólo con una, y esperan que los árbitros les pongan los partidos en bandeja. Lo que ocurre es que enfrente estaba el Barcelona, que tiene el mismo trato de favor que el Madrid, o incluso más. Esto hace que suene especialmente ridículo el oír a un jugador de estos equipos quejarse de los árbitros. ¿Qué tendrían que hacer los otros dieciocho equipos entonces?

Los jugadores del Madrid han empezado a despotricar contra el árbitro –Undiano Mallenco–, y la maquinaria madridista de medios de comunicación no parará de hacerlo durante los próximos días. Así que González Gonzalez, que es el árbitro designado para el Sevilla-Madrid, a buen seguro sabrá lo que tiene que hacer. De ninguna manera querrá estar en el punto de mira de todos, como ahora lo está su compañero Undiano.

Por otra parte, si hay algún iluso que espere que sancionen a Cristiano Ronaldo por decir cosas como “Hemos jugado contra doce” o ”Hay que tener un árbitro de la categoría del partido”, pues que espere sentado. Si acaso será al revés, y quitarán la roja a Sergio Ramos o la amarilla a Di María.

Así que más nos vale a los sevillistas que vayamos haciéndonos el cuerpo para lo que nos espera el miércoles. Porque no va a ser lo de siempre, sino que en esta ocasión, y aunque cueste creerlo, va a ser mucho peor. ¡Qué pena de Liga!

PD. Por cierto, se me olvidaba que la liga española es un cachondeo y que no hará falta que le quiten las tarjetas a Sergio Ramos y Di María para que jueguen el miércoles. Aquí lo explican: http://www.vavel.com/es/futbol/sevilla-fc/341515-sergio-ramos-y-di-maria-jugaran-contra-el-sevilla.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter

Sevilla FC 1 – Barcelona 4. De nuevo, mangazo arbitral y goleada

De nuevo, el todopoderoso Barcelona necesitó tirar del trío arbitral para superar al Sevilla. Era más que previsible, sobre todo después del sospechoso cambio en la designación arbitral que había tenido lugar días antes.

Se le puso cuesta arriba el partido a los culés cuando el Sevilla se adelantó en el marcador, y cuando tuvo ocasiones claras para sacar una ventaja de dos goles –lástima del cabezazo de Bacca al poste–, pero entonces el colegiado, el peor de los  hermanos Teixeira, dijo: «Aquí estoy yo», y se inventó una falta en el centro del campo. Su linier remató la faena al no señalar ninguno de los dos fueras de juego clamorosos que hubo en la jugada del primer gol.

No contento con eso, Teixeira, para dejar claro lo mal árbitro que es, tampoco se atrevió a expulsar a Song, por cortar una jugada con la mano. Habría sido la segunda amarilla, pero quizás Teixeira pensó que entonces el Barcelona podría perder el partido, y que eso no se podía permitir. Así que señaló la falta, pero se le olvidó mostrar la amarilla. Demasiada ventaja para un Barcelona que tiene tanta calidad que no debería necesitar ayudas de ningún tipo para superar a sus rivales. Pero las tiene. Vaya si las tiene.

Lo peor del robo arbitral es que encima no puedes ni quejarte. Nuestros directivos parece que tienen miedo de levantar la voz, seguramente por miedo a represalias. Como suelen decir, quejarse no sirve para nada. Pero digo yo que, por lo menos, te quedas más tranquilo. Es algo que te lo pide el cuerpo: desahogarte y dar salida a la indignación.

A partir de que el árbitro allanara el camino, decidió Messi, que demostró que es, sin duda, el mejor jugador del mundo.

Pero si previsible fue el mangazo arbitral, más previsible aún fue la goleada. Emery sigue empeñado en meter con calzador en la defensa a Pareja, y con él de titular, el Sevilla ha encajado tres goles en cada uno de los partidos que ha disputado contra equipos inferiores, como Levante y Málaga. Así pues, era de esperar que encajáramos más goles ante un equipo de primer nivel.

También insiste nuestro entrenador en darle cancha a Gameiro, pese a que no esté aportando absolutamente nada. Hasta el punto de que, si Texeira hubiera expulsado a Song, habríamos quedado en igualdad numérica. Y es que el francés no está para nada. Y Jairo muriéndose de asco, junto a Cristóforo, en el banquillo. Eso es justo lo que necesitan dos jugadores jóvenes: chupar banquillo y una falta de confianza absoluta por parte de su entrenador.

Otra de las claves en el día de ayer fue nuestra poca efectividad de cara a gol. Y es que no se pueden fallar tanta ocasiones de gol, y tan claras. En Primera División no se puede perdonar a nadie, y menos aún al Barcelona.

Ahora sólo queda pensar en el partido contra el Valencia, que es un rival que sí es de nuestra liga.

Me da la impresión de que si Emery no recapacita –y creo que no lo hará–, mucho me temo que el Valencia, un rival directísimo, también nos hará un mínimo de tres goles. Y si eso ocurre, Emery puede llevarse la primera gran bronca de su afición. Y ése es el primer paso para la destitución, por mucho que digan los dirigentes que seguirá hasta final de temporada. Porque todos los entrenadores dependen de los resultados, y Emery no es una excepción.

La liga española apesta a podrido

Nuestra competición es la peor de Europa por muchas razones, y una de ellas es por la baja calidad del arbitraje. Estos señores colegiados, que cobran una barbaridad de dinero, tienen actuaciones difíciles de justificar. Partidos como el At. de Madrid-Betis y el Sevilla-Barcelona de ayer habrían tenido un resultado muy distinto si hubieran estado bien arbitrados.

Nervión no regala puntos, pero los roban. El Barcelona está plagado de jugadores de primer nivel, pero tuvo que recurrir al árbitro para superarnos. La clave del partido estuvo en la expulsión de Medel, cuando ganábamos por 2-0. Cesc Fábregas provoca al chileno y después simula que es agredido. El árbitro no lo ve, pero aún así expulsa a Medel, supuestamente porque alguno de sus asistentes le ha dado el chivatazo. A Cesc ni se le ocurriría hacer esto en una liga seria, como la Premier inglesa, porque se arriesgaría a una sanción de varios partidos por conducta antideportiva. Aquí en España, en una liga de chichinabo, no le ocurrirá absolutamente nada. Es más, seguro que saltará algún lumbreras que dirá que Cesc estuvo listo o pillo e incluso le aplaudirán. Para colmo Cesc es reincidente. Todos nos acordamos de cómo se fue Kanouté para este niñato consentido, que se cree muy valiente porque le protege su camiseta. En España se permiten y se alaban estas actitudes y en otros países se castiga con dureza. Será cuestión de cultura.

Pero el árbitro no se quedó sólo ahí, sino que fue más allá. Sólo tengo palabras de agradecimiento para nuestros jugadores, que se vaciaron durante los 95 minutos que duró el partido. Debe ser durísimo tener enfrente a un rival tan difícil de batir y, sobre todo, a un árbitro que te machaca desde el minuto 1. Un árbitro que no pita faltas, no porque no las vea, sino, sencillamente, porque no le da la gana. Al menos al Barcelona le señalaba alguna de vez en cuando, pero al Sevilla prácticamente ninguna. Tenía que ser clarísima para que la señalara, y ni aún así. Eso mina la moral a cualquiera, y además físicamente es un tormento, porque no te da lugar ni a tomar un respiro. Estando además en inferioridad numérica, lo más normal es que sea decisivo, como así fue.

La otra jugada decisiva fue la clamorosa mano, en las mismas narices del árbitro, de Thiago Alcántara. Mano involuntaria, pero que le sirvió para cortar la jugada, controlar el balón y montar el contragolpe. Es lo de siempre: voluntaria o involuntaria según el jugador que le dé.

Lamentablemente, Mateu Lahoz fue el triste protagonista del partido. Todo lo demás quedó en anécdota: el  trallazo de Trochowski, el golazo de Negredo… todo al garete porque el árbitro de turno no tuvo ni el más mínimo respeto a los profesionales del Sevilla, ni a una afición que asistió en buen número al Ramón Sánchez Pizjuán.

Me gustó mucho mi equipo y el planteamiento. Así se nos irán muy poquitos puntos esta temporada. Lo único que no acabo de entender fue a qué vino sacar a Manu del Moral. No sé qué pintaba sobre el terreno de juego el jiennense, porque es un jugador que no sabe defender –fundamental ayer– y que casi no sabe atacar. Esto último se vio claramente cuando dio el último pase a Navas en un contragolpe, saliendo el palaciego desde nuestro propio campo, con todo el hueco del mundo, y se la dio al defensa del Barcelona. Me dio la impresión de que sacar a Manu en este partido era como estar casi con un jugador menos. Y lo cierto es que no aportó nada.

Ahora habrá que intentar recuperar a los jugadores física y moralmente, e intentar olvidar lo más pronto posible este indignante partido.

Ya debería estar acostumbrado a arbitrajes como el de ayer, porque los he estado sufriendo durante 35 años. Pero tengo que reconocer que me sigo indignando como el primer día. No aprendo.