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A Sergio Ramos le habríamos perdonado hasta que hubiera dicho lo del tren

Sergio Ramos se quitó la careta ayer, en el Ramón Sánchez Pizjuán. Ya no engañará a nadie más.

Hay aficionados y periodistas, normalmente de fuera de Sevilla, que se  se extrañan del recibimiento de Sergio Ramos cada vez que juega con el Sevilla, club que le formó y donde dejó la nada despreciable cifra de 27 millones de euros. A mí, sin embargo, me parece de lo más normal que se le pite y se le abuchee. ¿El motivo? Sergio Ramos engañó a la que era su afición. Recuerdo que se hartaba de decir que no se iría al Madrid, pero en realidad estaba negociando con el equipo de Florentino, presionó siguiendo las instrucciones de éste, y cuando ya se cerraba el plazo, poco antes de las 12 de la noche, depositó la cláusula en la sede de la LFP.

A la gente no le gusta que le engañen. Podría haber dicho la verdad: que se iba al Madrid porque iba a ganar mucho más dinero, o porque iba a ser más famoso y aparecería en televisión cada dos por tres, o porque iba a tener muchas más posibilidades de ganar la Liga –bien fácil, porque el Madrid sólo tiene un rival– o la Champions, o multitud de títulos. O incluso podría haber dicho las frases hechas que utilizan muchos: «No podía dejar pasar el tren», o como ha dicho Lenglet cuando ha dejado el Nancy: «era una oportunidad que no podía desaprovechar». O incluso alguna de esas pamplinas de «me voy pero siempre llevaré al Sevilla en el corazón». Pero no, el escogió salir por la puerta de atrás.

Otros jugadores, como Rakitic, Alves también se fueron a equipos poderosos, dejando muchos millones, pero dejando también muestras de cariño por el que fue su club. Aunque también hay que recordar que Rakitic también engañó al Sevilla. No paraba de decir que renovaría, pero, a la hora de la verdad, dabas continuas largas porque estaba en negociaciones con el Barcelona.

Tanto Rakitic como Alves son foráneos y no se jactan de ser sevillistas. Sergio Ramos sí, pero no lo demuestra. Una prueba de ello la tenemos aún reciente, en esa Supercopa de Europa que perdimos estúpidamente por no saber retener el balón en un córner. Maradona, o cualquier otro jugador con algo de calidad técnica y picardía, se habría llevado media hora pegado al banderín de córner. Pues en esa Supercopa fue Sergio Ramos quien marcó el gol que daría lugar a la prórroga,  en el descuento. Entiendo que es un profesional y que se debe al club que le paga. No va a tirar el balón fuera, pero lo que no puede hacer, si en verdad se considera sevillista, es celebrar el gol como lo hizo. Yo creo que ni el más bético de los béticos lo habría celebrado tanto. Sevillista no creo que sea, pero no tengo la más mínima duda de que es muy madridista. Soy incapaz de imaginarme a ilustres sevillistas como, por ejemplo, Jesús Navas o a Kanouté, celebrando un gol así ante el Sevilla.

Sin embargo, curiosamente, Sergio Ramos tenía a la afición dividida. Supongo que sus continuas alusiones al que fue su amigo, Antonio Puerta, habrían suavizado la actitud de parte de la afición hacia él, o también habrá gente que no le dé importancia a las formas y opine que hizo bien en irse. Pero ayer, cuando marcó el penalti a lo Panenka, miró desafiante a la grada y remató la niñería con gestos chulescos, consiguió poner a todo el estadio en su contra. El chivato de la LFP podría poner en su informe, sin miedo a equivocarse, que «todo el estadio cantó al unísono y de forma coral: «Sergio Ramos, hijo de puta»». Y el que no lo dijo, lo pensó, como fue mi caso.

Por supuesto, Sergio Ramos no será sancionado por provocar a la grada, aunque podría, según el Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol. En el apartado de «Infracciones graves y sus sanciones», el artículo 93 recoge las provocaciones al público. Dice, textualmente: «Provocar la animosidad del público obteniendo tal propósito, salvo que, por producirse, como consecuencia de ello, incidentes graves, la infracción fuere constitutiva de mayor entidad, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos».

Por si fuera poco, parece que Sergio Ramos ha perdido el norte definitivamente. Ayer, por lo visto, se permitió el lujo de decir que el Presidente del Sevilla debía tomar medidas para que la afición «no quedara manchada». ¿Pero quién se cree que es? ¿La afición del Sevilla va a quedar manchada porque no reciba bien a un jugador? Es comprensible que no le guste que le insulten, pero si le afecta tanto como para provocar al público, quizás debería dedicarse a otra profesión. Raro es el futbolista que no recibe insultos, normalmente de aficiones ajenas, pero algunos incluso de la propia.

En fin, ya no hay vuelta atrás. Ya puede considerarse, sin ninguna duda, de que Sergio Ramos es persona non grata entre el sevillismo.

 

Se presenta un mes de enero movidito

Este mes de enero tiene toda la pinta de ser bastante entretenido y apasionante. En primer lugar, porque se abre el mercado de fichajes y, en segundo lugar, porque disputaremos seis partidos, entre Liga y Copa, donde nos jugaremos buena parte de nuestro futuro, sobre todo en el torneo del KO.

Como siempre, estoy receloso ante el mercado de enero. Según parece, si nos atenemos a las palabras de Sampaoli y su larga carta a los Reyes Magos, la plantilla va a sufrir una importante remodelación.  Hasta cinco jugadores podrían salir: Trémoulinas, Kolodziejczak, Kiyotake, Krohn-Dehli y  David Soria o Sirigu. Pero vayamos por partes:

Trémoulinas, sigue en paradero casi desconocido. Continúa sin disputar un solo minuto, siguiendo lo que parece, al menos desde fuera, una estrategia para forzar su salida, la cual intentó en verano, pidiendo la carta de libertad para fichar, supuestamente, por su anterior equipo, el Girondins de Burdeos.

También Kolodziejczak ha mostrado su deseo de salir, y hoy incluso L’Equipe, da un nombre del que podría ser su sustituto: el central del Nancy Clément Lenglet, de 21 años.  Este jugador, según la prensa, ya estuvo en el punto de mira del Sevilla y la Juventus en el año 2015. Me parece que 21 años es muy joven para un central. No le he visto jugar, pero sólo viendo los pretendientes que ha tenido y siendo internacional sub-21, supongo que debe tener calidad.

Es evidente que Kiyotake no cuenta, en absoluto, para Sampaoli. A mí no me ha disgustando en lo poquito que le he visto jugar, pero parece que está más fuera que dentro, pues tiene ofertas de Alemania, donde tiene buen cartel, y de EE.UU.

Por otro lado, dada la grave lesión que tuvo Krohn-Dehli y el largo periodo que ha estado ausente de los terrenos de juego, sería una sorpresa que el buen jugador danés se hiciera con un puesto de titular, o incluso de que jugara algún partido esta temporada. Si hubiera que dejar fichas libres, Krohn-Dehli tiene papeletas.

Y por último, no tiene sentido que en la plantilla haya tres porteros. Esta temporada ha sido la de la consolidación de Sergio Rico, que está haciendo grandes partidos. No tiene sentido que Sirigu o David Soria continúen. Ambos necesitan jugar, y Sergio Rico no les está dando opción. Como David Soria no está inscrito en Champions, lo más probable es que sea el canterano el que tendrá que buscarse las habichuelas en otro lado.

Pero mi temor en el mercado de enero no es que no se acierten con los sustitutos de los que salgan, sino que llegue un equipo pudiente de la Premier y pague, por ejemplo, la cláusula de N’Zonzi. O llegue uno de esos equipos chinos y vuelvan locos a nuestros mej0ores jugadores con ofertas que, como decía El Padrino, «no vas a poder rechazar».

Para las altas suenan infinidad de nombres: Bacca, Calleri, Miguel Borja, Lucas Alario, Vangioni, Lenglet, Martial, Depay… Teniendo en cuenta que Sampaoli considera que tiene, según dijo texutalmente, «un problema gravísimo de centrales», espero que, como mínimo llegue un central nato y otro jugador polivalente, que pueda ocupar plaza en el lateral y en el centro de la defensa. También confío en que llegue un centrocampista y un delantero.

Todo lo que llegue será bienvenido para la frenética actividad que nos espera en enero, donde tendremos que eliminar al Real Madrid si queremos levantar un título –la Copa del Rey es el título más factible esta temporada– y jugar en liga ante un rival directo, como la Real Sociedad, de nuevo el Real Madrid –único partido de liga del Sevilla como local–, Osasuna y Español, siendo ya el primer partido de la segunda vuelta.

La eliminatoria contra el Madrid, obviamente, será muy complicada. El Madrid siempre tiene grandísimos jugadores y será fundamental estar a un gran nivel en el Bernabéu y llegar con opciones al partido de vuelta. El árbitro será el que, en mi opinión, es el peor de Primera División: Mateu Lahoz.

Ayer soñé que perdíamos el partido de ida 5-1, y en la televisión era entrevistado Morata, quien había participado en todos los goles del Madrid. Lo bueno es que mis sueños nunca han sido premonitorios. Y  espero que siga siendo así.

El desprecio de los protegidos

Tras visitar el Bernabéu pasó lo que pasa siempre, o casi siempre: derrota y polémica. En esta ocasión la polémica llegó al ser objeto Bacca de un claro penalti, por parte de Arbeloa, y sobre todo, al recibir Beto una criminal entrada de Benzemá que lo va a dejar fuera de combate entre dos y tres meses, aproximadamente.

Por supuesto, el penalti, a pesar de ser claro y estar el árbitro perfectamente situado, a éste ni se le ocurrió pitarlo. Como dijo nuestro entrenador, con suavidad, el Bernabéu es un escenario complicado para un árbitro. Cuando lo que verdaderamente quería decir, y lo que entiende cualquier aficionado con esas palabras, es que el árbitro «no tuvo huevos» para pitarlo.

Arbeloa, como todos los jugadores del Madrid, es perfectamente consciente de que tiene bula para hacer cierta clase de penaltis sutiles –y a veces no tan sutiles–, o para hacer entradas que a jugadores de otros equipos les costarían tarjetas. No se entiende de otra forma que, en primer lugar, dijera que no fue falta y que, en todo caso, sería fuera del área. Para rematar la faena y dejar ya absolutamente claro de que es un jugador más bien «cortito», y ya no sé si incluso pitorreándose del árbitro o de los rivales, llegó a decir que es Bacca quien golpea su brazo.

La salvaje entrada de Benzemá parte de la misma base: «No llego al balón ni loco, pero meto la rodilla, o lo que haga falta. Total, no me van a expulsar, ni me van a mostrar tarjeta». Por supuesto, eso lo sabe él y lo sabemos todos. Pero es que el árbitro ni siquiera señaló falta, cuando todos los sevillistas sabemos qué habría pasado si hubiera sido al revés, que un jugador nuestro lesionara a Casillas de gravedad: todos los medios machacando al jugador –radio, televisión, prensa e internet–, durante días, hasta que el hatajo de impresentables que forman los diversos comités sancionadores y los que gobiernan nuestro fútbol se hubieran escandalizado. Y de ahí ya hablarían de «alarma social» –graciosa figura ésta– y, en consecuencia, de sanción ejemplar.

Hace poco, en Córdoba, Cristiano Ronaldo escandalizó a la prensa internacional, que no se explicaba cómo fue expulsado a la tercera agresión –creo recordar que fueron dos puñetazos y una patada–. Aquí, desgraciadamente, sí nos lo explicamos. Y, por supuesto, también que sólo le echaran dos partidos de sanción. A otro jugador le habrían sancionado por lo que vio el árbitro y por lo que no vio.

Si nos alejamos en el tiempo, es fácil recordar las licencias que se tomaba un jugador tan sucio –muy buen jugador por cierto– como Fernando Hierro, la asesina entrada de Figo a César Jiménez, del Zaragoza, al que retiró del fútbol, o cuando Pepe utilizó como felpudo a nuestro exjugador Casquero, agredió a Albín e insultó gravemente al trío arbitral –todo en el mismo partido–, recibiendo sólo diez partidos de sanción. ¿Por cuánto habría que multiplicar esta sanción, de tratarse de un jugador de otro equipo?

Sin salir de Madrid, cruzando a otro barrio, están los habitantes del Calderón. Estos tampoco son mancos. Saben que, prácticamente, no tienen límites, y bien que se aprovechan de ello.

El Atlético de Madrid es un muy buen equipo, pero están donde están porque se les permite dar estopa a mansalva. Si cualquier otro equipo pusiera la «intensidad» que pone el equipo del Cholo, acabaría normalmente con varios expulsados. Pero lo de ellos es virilidad, agresividad… pero nunca violencia.

De todas formas, algo de violencia debe de haber por parte del equipo colchonero. Si no, Godin no se hubiera quejado de que estén acusando al Atlético de Madrid de violentos. A mi modo de ver, la acusación es totalmente merecida.

En la eliminatoria de Copa del Rey, ante el Barcelona, Arda Turan lanzó su bota al linier. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, y también escandalizaron a los medios europeos. Lo lógico era esperar una dura sanción para el jugador turco, pero no. No fue así porque el árbitro también se acobardó,  e hizo una curiosa interpretación del ya famoso «tiro al linier con zapato». El muy gallina redactó en el acta arbitral: «en el minuto 48 el jugador (10) Turan , Arda fue amonestado por el siguiente motivo: lanzar su bota fuera del terreno de juego en señal de disconformidad». Lo de que el zapatazo iba dirigido al linier era sólo imaginación de los espectadores.

Unos y otros, jugadores del Madrid y del Atlético, no es que actúen al límite del reglamento, es que lo pisotean. Y lo hacen porque se sienten unos protegidos. Saben que nunca serán sancionados con dureza y que muy probablemente se irán de rositas. Lo menos que podían hacer, dados los privilegios de los que gozan,  es tener un poquito de consideración y respeto por sus compañeros de profesión, de manera que no se dieran nunca, ni la entrada salvaje de Benzemá a Beto, ni las lamentables declaraciones de Arbeloa tras el partido. Pero me parece que, tal y como están las cosas, eso es mucho pedir. Tendría que haber muchos cambios en esta Liga nuestra, tan poco seria en muchos sentidos.

Contra el Madrid, sólo pido dignidad

Es evidente que, cuando el Sevilla se enfrenta a cualquiera de los dos mastodontes, está en una clara inferioridad. Inferioridad en potencial deportivo, que es del todo lógica, por la abismal diferencia que hay en ingresos entre los clubes, pero también inferioridad en el trato arbitral, ya que, en caso de duda, siempre van a favorecer al poderoso. Y yo me atrevería a decir que ni siquiera en caso de duda, sino que, algunas veces, les favorecen descaradamente, sin importantes un pimiento el equipo más débil. Simplemente, los árbitros no quieren meterse en líos y van a lo fácil. Nadie les va a culpar de favorecer al Madrid, pero como les perjudique, saltará sobre ellos la jauría mediática y los despedazarán sin piedad.

En el partido de mañana, para empeorar las cosas, también habremos disfrutado de menos tiempo de descanso, exactamente 27 horas menos que los privilegiados jugadores del Real Madrid. 27 horas menos para recuperarnos físicamente de un intenso partido contra el Español, pueden marcar la diferencia.

Pero aunque seamos inferiores en potencial económico, deportivo, y nos menosprecien los árbitros, jamás podemos saltar al terreno de juego con una mentalidad de perdedores. Lo mínimo que se le puede exigir a nuestros jugadores y entrenador es que lo den todo por la camiseta del Sevilla y que no salgan derrotados desde el vestuario. Y eso es, precisamente, lo que creo que ha ocurrido en los últimos Madrid-Sevilla, donde hemos sido goleados. Si nos tienen que ganar porque sean mejores, perfecto, pero me revienta perder por falta de ambición o confianza.

Después, si el árbitro de turno nos anula un gol legal, o el Madrid nos marca en fuera de juego, o nos machacan a tarjetas amarillas, pues nos aguantamos, entre otras cosas, porque en esta liga tan corrupta, donde hay un reglamento y unas normas que se aplican de forma distinta dependiendo de los equipos implicados, puede considerarse hasta normal. Es una pena y una vergüenza que en nuestra liga no exista el juego limpio y el principio de igualdad –básico en cualquier competición seria–, pero es así. Y pienso que seguirá siendo así durante mucho tiempo, para desgracia de los aficionados al fútbol, que tenemos en la Premier League el ejemplo a seguir.

Ganar en el Bernabéu o en el Nou Camp es complicadísimo y sólo está al alcance de los mejores, ya que hay que hacer un partido perfecto, tanto en ataque como en defensa, que la suerte te acompañe, que el rival no tenga su día –siempre tendrá un equipazo– y que el trío arbitral medio te respete, es decir, que no te perjudique mucho.

Casi con toda seguridad, no veré el partido. Últimamente siempre acabo indignado con los Madrid-Sevilla o Barcelona-Sevilla. Si no es por el planteamiento cobarde y sin ambición de Emery, es por la actitud de nuestros jugadores, o del trío arbitral. Así que ojos que no ven, corazón que no siente.

Claro que siempre digo lo mismo, y siempre acabo viéndolo. Masoquismo se llama eso. Aunque algunos lo confunden con sevillismo.

Derechos de TV: Real Madrid y Barcelona pretenden seguir robando

El Real Madrid ha sacado a concurso su nuevo contrato televisivo y rechaza, como es lógico y era de esperar, el reparto centralizado de los derechos de televisión.

Entiendo perfectamente la postura de Madrid y Barcelona, puesto que no quieren perder sus privilegios económicos. Es normal que quieran seguir cobrando 140 millones de euros sólo en concepto de derechos de televisión. También es normal que únicamente tengan en cuenta sus propios intereses y quieran hacerlo a costa de los demás equipos, los cuáles, en el peor de los casos, tienen que hacer encajes de bolillos para poder subsistir, y, en el mejor de los casos, vender a sus mejores jugadores para cuadrar presupuestos.

Es normal que a los dos pudientes les dé lo mismo que tal o cual equipo desaparezca o pierda la categoría. Lo que no veo normal, en absoluto, es que los 18 equipos restantes no se planten en serio y amenacen con no jugar la liga hasta que haya un reparto de derechos televisivos justo. Es evidente que Madrid y Barcelona deben cobrar más que el resto, pero no tantísimo.

No me cabe en la cabeza que los Presidentes de esos 18 equipos no reclamen lo que es suyo. Si lo hicieran, y siempre que supieran gestionar los nuevos ingresos, podrían aspirar a grandes logros. Posiblemente, cualquier equipo de mitad de la tabla, con un poco de ambición y acierto, podría ponerse como objetivo entrar en Europa. Tal y como están las cosas actualmente, eso es imposible. Sólo pueden aspirar  a mantener la categoría y a tener la menor pérdida económica posible… hasta que bajen  a Segunda.

Mientras tanto, esos Presidentes contemplan, atónitos y timoratos, cómo Madrid y Barcelona se gastan todos los años 70,  80  o más de 90 millones de euros en sólo un jugador. Y lo peor es que parece que les da igual, puesto que no son capaces de mover un solo dedo para cambiar la situación establecida. ¿No se dan cuenta de que gran parte de ese dinero que se llevan por la cara Madrid y Barcelona, les corresponde?

De no cambiarse la situación, seguiremos estando condenados a la ya conocida Liga de mierda, donde Madrid o Barcelona pelean por superar los 100 puntos, mientras diez equipos pelean por mantener la categoría y sólo unos cuantos por las restantes plazas europeas. Esta temporada pasada ha habido una excepción, pero considero que ha sido totalmente casual. El Atlético ha ganado la liga porque se han empeñado en meter a un tercero en discordia, a base de favores arbitrales, y, sobre todo, porque tanto el Madrid como el Barcelona se han desinflado en las últimas jornadas, haciendo un final de liga verdaderamente lamentable. Obviamente, el Atlético tiene un gran equipo, pero no lo suficiente como para ganar la liga. Sólo un cúmulo de circunstancias, que será complicado que vuelvan a darse,  lo ha hecho posible.

Si queremos tener una liga de primer nivel, al estilo de la Premier inglesa, donde cada partido es un espectáculo, sólo hay una opción: que los 18 equipos restantes, o una gran mayoría de ellos, se planten y amenacen con no empezar la competición hasta que haya un reparto de los derechos televisivos justo.  Está más que demostrado que contra los dos grandes –grandes ladrones, diría yo–las buenas maneras no sirven. Sólo una posición de fuerza y contundencia los puede «convencer» de que la máxima competición nacional no puede seguir siendo una pantomima.

¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Porque el cambiar la situación, aunque pueda parecer lo contrario, no depende de los dos equipos más laureados de la liga, sino de los otros 18 restantes.

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El Sevilla FC se alza con la primera Copa del Rey de Felipe VI

Nuevo título conseguido por los juveniles, División de Honor, del Sevilla FC. En el día de ayer consiguió su sexta Copa del Rey.

Dio igual que el partido no fuera en terreno neutral, dio igual las numerosísimas e importantes bajas con las que el Sevilla afrontaba el encuentro, dio igual la excesiva juventud de nuestros jugadores, muchos de ellos aún en primer año, aunque parecieran veteranos sobre el terreno de juego… Al final, los chavales se trajeron un nuevo título para Sevilla.

No fue un buen partido. Desde mi punto de vista el Madrid fue mejor y llevó el peso del partido, aunque tampoco dispuso de muchas más ocasiones que el Sevilla. Claro, que esto fue mérito del buen planteamiento táctico del partido y del gran esfuerzo físico de nuestros jugadores. No era nada fácil maniatar a los jugadores madridistas, de gran calidad técnica muchos de ellos.

El gol sevillista fue conseguido, ¡cómo no!, por Juan Muñoz, el Goleador Mayor del Reino, al rematar una falta lateral perfectamente botada por Antonio Romero.

Ya en la segunda parte, el Madrid logró empatar, con gol de Aleix, prácticamente a la jugada siguiente de haber podido casi sentenciar la final el Sevilla, puesto que Matos estrelló el balón en el guardameta madridista, tras sensacional slalom por la banda.

Con los dos equipos rotos físicamente, se llegó a la tanda de penaltis, donde el héroe fue de Benacazón, y no de Soria, como dice su apellido. Nuestro portero Soriano hizo dos paradones que, unido al acierto de nuestros lanzadores, fueron suficientes para traernos la Copa.

Leí que en el once titular del Madrid había tres andaluces y tres jugadores madrileños. Por contra, en el once inicial del Sevilla todos eran andaluces, y ocho jugadores de la provincia de Sevilla. Sin duda, otro triunfo rotundo de nuestra cantera.

El árbitro no estuvo mal. En mi opinión, barrió, cuando pudo, para el Madrid, pero, más que nada, en faltas en el centro del campo que, felizmente, no fueron determinantes. Al menos, no fue como en la semifinal, donde el Sevilla tuvo que superar a un buen Barcelona y a un mal árbitro.

Lo único lamentable, y mucho, de la final fue la actitud de la Federación Española y de Mediapro.

Por parte de la Federación Española, por obligar o proponer que el partido se disputara en Las Rozas, no ofreciendo un terreno de juego neutral. Y por parte de Mediapro, por su actitud en la retransmisión del partido. La retransmisión de la señal no fue gratuita. Tanto el Madrid como el Sevilla tuvieron que pagar a Mediapro para que las aficiones pudieran ver el partido, pero parecía que allí sólo estaba el Madrid. Continuamente sacaban a Florentino y Butragueño en el palco,  y sólo al final, en la entrega de medallas –y supongo que porque no habría más remedio–, ya enfocaron a José Castro, Monchi y Emery.

Pero bueno, todo esto lo único que hace es que la alegría sea aún mayor.  Porque ¡vaya caritas que tenían algunos en el palco!

Felicidades, chavales. Felicidades, Sevilla. La fábrica de campeones sigue funcionando a todo ritmo.

La final de la Champions, un castigo divino

El paripé en el que se han convertido la Liga española y, en estos últimos años, la Copa del Rey, me ha llevado a ver muy poquito fútbol, aparte del Sevilla Fútbol Club. Las excepciones son la final de la Liga Europa y los partidos de Champions, en su fase de eliminatorias. Y también la final de la Copa del Rey, siempre que no sea un Madrid-Barça.

Así que este sábado me senté a ver una de las finales de Champions menos atractivas para mí, puesto que se enfrentaban dos de los tres equipos que no soporto de la liga española. El otro es el Barcelona. Se supone que, como soy sevillista, al que no podría ver ni en pintura es al que dicen que es nuestro eterno rival: el Betis. Pues no, mi estómago se revuelve cuando nos tenemos que enfrentar al Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid. Por este orden.

O eso, al menos, creía yo. Creía que mi equipo más odiado era el Madrid, quizás porque he visto, desde pequeño, cómo nos robaban partidos, de manera descarada y escandalosa; o quizás porque históricamente nos han quitado a nuestros mejores jugadores, y haciéndolo además con el dinero de la TV que pertenece, o debería pertenecer, a los demás equipos. O puede incluso que sea porque se han propuesto meternos al Madrid hasta en la sopa. Da la impresión de que aparte del bipartidismo político, también parece que se quiere imponer al Barça o al Madrid. La televisión nos bombardea todos los días con muchos minutos de información de estos dos equipos, por muy nímia y ridícula que sea. Menos mal que está el  mando a distancia como aliado para ayudarnos a evitar esta ingente y malintencionada información. Estoy seguro de que en ningún país ocurre lo que en España. No me imagino en Alemania, por ejemplo, que se lleven 10 o 15 minutos del Telediario –o como se llame allí– hablando del Bayern de Munich. En fin, supongo que tenemos lo que nos merecemos, como se suele decir.

El partido en sí, me pareció bastante malo. En ningún momento daba la impresión de que uno de ellos fuera a proclamarse como el mejor equipo de Europa. Se trata de un partido tenso, con muy pocas ocasiones de gol, al que sólo salvaba la emoción por el resultado. Incluso el 0-1 llegó tras una estrepitosa cantada de Casillas, en la que fue, si no recuerdo mal, la única ocasión que tuvo el Atlético de Madrid.

Pero lo que más me llamó la atención es que me vi queriendo que ganara el Madrid el partido. Y eso era verdaderamente impensable para mí. Obviamente, no podían perder los dos, y entre uno y otro, prefería que se llevara la Copa el Madrid. Era la constatación de que, hoy por hoy, es el Atlético de Madrid el equipo que menos soporto.

Lógicamente, ahora tenía que buscar la explicación, el porqué de ese odio. Puede que sea porque el Atlético es un club que históricamente también ha disfrutado de favores arbitrales –como en la liga que nos birlaron– . O puede que sea porque es cómplice necesario de esta pantomima de liga, o liga de mierda, donde se permite que Madrid y Barcelona arramplen con la inmensa mayoría de los derechos televisivos, condenando al resto de los clubes a pasar penurias o hacer encajes de bolillos para salvar su economía. O quizás sea por los cánticos de «sevillanos, yonquis y gitanos», o el infame  e inhumano «ea, esa, ea Puerta se marea», que, por supuesto, queda, año tras año, impune, con la venia arbitral, que hace oídos sordos y nunca –qué casualidad– los recogen en las actas de los partidos.

Hay que admitir que el Atlético de Madrid tiene un buen equipo y un buen entrenador. Aunque Simeone cometió un error gravísimo en la final de Champions, al darle la titularidad a Diego Costa –el jugador más antideportivo de la liga, junto con Pepe–, sabiendo que estaba lesionado. Eso llevó realizar el primer cambio a los ocho minutos de juego. Y eso, aunque en ningún sitio se critique, en un partido donde puede haber prórroga y penaltis –como así ocurrió–, es un error imperdonable. Pero Simeone es un buen entrenador. Tampoco es que sea una maravilla. Su mayor virtud es que ha sido capaz de hacer que sus jugadores se esfuercen hasta la extenuación y jueguen como equipo. Si ha ganado la liga es porque Diego Costa y, sobre todo, Courtois –para mí, el mejor portero del mundo– le han sacado las castañas del fuego en muchísimas ocasiones. Y tampoco podemos olvidar que una de las claves de que el Atlético ganara la liga es que alguien se ha empeñado en que esta liga 2013-2014 no fuera cosa de dos. Y ese invitado, ese tercer aspirante al título, ha sido el Atlético, que a base de favores arbitrales fue capaz de llegar con opciones al título de liga.  Claro que con lo que nadie contaba es que, tanto Madrid como Barcelona, hicieran un final de temporada tan desastroso, incapaces de ganar partidos clave, a pesar de tenerlo todo a favor.

El Atlético de Madrid hizo una final de Champions muy digna, se esforzó al máximo, como es habitual en ellos. No hicieron un buen partido, pero eso  no es necesario para ser campeón. Defensivamente estuvieron bien, pero el Madrid, en líneas generales, fue superior.

Merecida o inmerecidamente, lo cierto es que el Atlético de Madrid llegó al minuto 93 por delante en el marcador. Y cuando parecía que ya había un campeón, cuando parecía que esos magníficos centrales y portero, como son Miranda, Godín y Courtois, despejarían cada balón que rondara el área, llegó el gol del Madrid. Y llegó precisamente por obra y gracia de un yonqui y de un gitano, por obra y gracia de un amigo de Puerta.

No me cabe en la cabeza mayor dolor deportivo –ni siquiera un descenso– que estar acariciando con los dedos el título deportivo más importante, la Champions, y perderla en el último suspiro. Es cierto que después quedaba la prórroga, pero estaba claro que, con el mazazo anímico que se había llevado el Atlético y el hecho de que estaban fundidos físicamente, serían presa fácil para el Madrid, que además se había mostrado superior.

Al Atlético se le fue el título más deseado cuando más fácil lo tenía, y por las formas y por el autor del gol que daba vida a uno y mataba al otro, no pude evitar pensar que era un justo castigo. Un castigo divino.

¿Cómo se dice «vete a la mierda» en croata?

Porque eso es lo que yo le diría al hermano de Rakitic, e incluso a Rakitic –al final se hace lo que él diga–, si lo que publica hoy Muchodeporte es cierto.

Es decir, hay acuerdo total con el representante y con el jugador, a falta de firma. Se mete el Madrid por medio, y ahora Dejan Rakitic dice aquello de «Donde dije digo, digo Diego». Pues no. Mal haría el Sevilla en renegociar lo ya negociado. Si Dejan Rakitic no sabe lo que es la seriedad, el Sevilla debe ser un ejemplo de ello. O se firma lo acordado, o no se firma nada. Se olvida la renovación y se trasapasa a Rakitic en verano, que es algo que todos sabemos que acabará sucediendo, haya renovación o no.

Supongo que no sería un problema encontrar un buen comprador para el croata, dado el sobrasaliente rendimiento que está dando esta temporada. Apuesto la mano derecha de otra persona –jamás lo haría con la mía– que a final de temporada se pelearán varios clubes, de los mejores de Europa, por nuestro jugador. Sé que Rakitic está en su último año de contrato, por lo que, a priori, el Sevilla no cuenta con la mejor posición para negociar una venta. Pero también sé que una subasta entre equipos de alto poder económico alcancaría cifras escandalosas. Y a esta clase de equipos no les gusta esperar ni un mes, así que mucho menos un año. Sólo hay que ver la barbaridad que pagó el equipo de Florentino por Illarramendi: 38’9 millones.

La pregunta que surge es evidente. Si Illarramendi costó 38’9 millones, ¿cuánto cuesta Rakitic? En mi opinión, si Rakitic va finalmente acaba recalando en el Madrid, si el traspaso no supera esa cantidad, sería una mal venta.

Yo este tema lo veo claro: o se firma lo ya pactado, o no se renueva y se vende a Rakitic en verano, sin tener que atenernos a una cláusula de rescisión absurdamente baja.

Y a Rakitic, y a su representante, que le vayan dando.

 

El día en que Cristiano Ronaldo hizo de Medel

Cuesta trabajo creerlo pero Cristiano Ronaldo fue expulsado en San Mamés. Seguramente, el santo intercedió para ello, poque es casi milagroso que expulsen a un jugador del Madrid por lo que hizo. El valiente o incauto que se atrevió a tal hazaña fue el valenciano Ayza Gámez, quien probablemente irá a la nevera y será sacrificado públicamente por los medios de comunicación nacionales.

La jugada recuerda mucho a las que sufrió Medel con Cesc y el exbético Cañas. Está claro que Cristiano fue el pardillo, y donde hay un pardillo, hay un listo. En esta ocasión el listo fue el más listo de todos: Gurpegui. Que es tan listo que debería estar sancionado por doping, pero ahí está el tío, jugando todo lo que puede y más.

Cristiano Ronaldo, con el balón parado, le da un suave golpecito a Gurpegui y éste teatraliza la acción, como si estuviera en Broadway, y se tira al suelo, fingiendo descaradamente una agresión que no fue tal y que dio como resultado la expulsión del portugués.

Un buen árbitro habría mostrado tarjeta amarilla a Cristiano Ronaldo, por tonto y por provocar a un rival, y tarjeta amarilla a Gurpegui, por fingir una agresión. Y un buen Comité de Competición cambiaría la tarjeta roja por amarilla y sancionaría duramente a Gurpegui, por antideportivo, al estilo de lo que ocurre en la Premier.

Lo que ocurre es que nuestra liga no es la mejor liga del mundo, como es la inglesa, y aquí al «listo» se le dice «pillo», y se le alaba y se le ríe la gracia, y casi con toda seguridad Gurpegui saldrá impune de esta acción, como ya se fueron de rositas, en su día, Cesc y Cañas.

Cristiano Ronaldo está en la misma situación que estuvo nuestro exjugador Gary Medel, y con él no tuvieron piedad. Aunque las imágenes mostraron claramente que no agredió a sus rivales, los Comités le sancionaron con varios partidos de sanción.

Ahora bien,  ¿ocurrirá lo mismo con Cristiano Ronaldo? Supongo que sí, porque además el árbitro recogió en el acta que, mientras el jugador madridista se retiraba a los vestuarios, se golpeaba con la palma de la mano su mejilla, dirigiéndose al linier. Ese agravante no debería pasarse por alto por ningún comité, pero en esta liga de mierda puede ocurrir cualquier cosa.

Se admiten apuestas.

Emery sólo dijo lo que pensamos todos

Se ha armado un pequeño revuelo porque Emery ha sido sincero al ser preguntado por sus preferencias sobre el ganador de la final de la Copa del Rey. Nuestro entrenador dijo que quería que la perdieran los dos. Y esa sinceridad ha sido objeto de críticas: que si falta de elegancia, que si desprecio a las dos aficiones, que si podría haber dicho que le daba igual quien ganara, que es un envidioso… Lo que Emery no es, desde luego, es un hipócrita. Y, la verdad, no sé por qué tanto revuelo, porque lo que ha dicho Emery, al fin y al cabo, es lo que pensamos todos los aficionados que no somos ni del Madrid ni del Atlético.

Por cierto, vaya espectáculo en la final: tanganas, agresiones, lanzamiento de objetos… No me quiero ni imaginar si eso hubiera pasado en una final Sevilla-Betis. Ríos de tinta.

En fútbol ganó el Madrid, en goles el Atlético. Y eso es lo único que cuenta en fútbol.

Lamentablemente, ya se sabía que Emery no se saldría con la suya. Y es que alguno tenía que ganar, aunque no lo mereciera.

Sorpresón: Diego López traspasado al Real Madrid

Llego a casa y leo una noticia en twitter diciendo que Diego López ha sido traspasado al Real Madrid. Lo primero que pienso es que ha habido una alteración en el espacio-tiempo y que he vuelto al 28 de diciembre. Tras unos minutos de aturdimiento, pensándolo mejor, hasta lo veo lógico.

Después de todo, este traspaso es la consecuencia de la lesión que mantendrá apartado a Casillas de los terrenos de juego una buena temporada. La de veces que he maldecido a Arbeloa cuando jugaba con la selección y ahora resulta que le tendré que estar agradecido.

Digo esto porque la venta de Diego López me parece muy buena. Vendemos a un portero que no sale de debajo de los palos, a pesar de su altura, y que mete para adentro los balones que van fuera. Aún me dura el susto que nos dio en el partido de vuelta con el Zaragoza.

Diego López se vende porque, seguramente, en la Secretaría Técnica del Sevilla estarán casi tan decepcionados con su rendimiento como yo. Sencillamente, ante la posibilidad de recuperar lo invertido e incluso de ganar una pequeña cantidad, han visto el cielo abierto. Las segundas oportunidades no suelen presentarse, y ahora se le presenta una al Sevilla y otra a Diego López, que vuelve a su ex equipo.

Por supuesto, ahora mismo la clave está en encontrar un sustituto de garantías y de futuro. No me creo lo que publican en la web oficial de que en Julián «hay depositadas muchas esperanzas». Y no me lo creo porque, en mi opinión, en estos momentos no hay ningún portero en el filial que dé la talla para jugar en Primera División. Y eso lo sabe cualquiera que vea jugar al Sevilla Atlético y, por supuesto, también lo saben en la Secretaría Técnica.

Por tanto, si no me equivoco –y espero que no,  por el bien del Sevilla–, pronto vendrá un nuevo guardameta. Como no podía ser de otra manera, ya ha empezado el baile de nombres: Guaita, Andrés Fernández (Osasuna), Toño (Granada), Roberto (Zaragoza)… Parece que este último es el que suena con más fuerza, porque pertenece al grupo Doyen, aunque mi preferencia sería Andrés Fernández, el de Osasuna.

Supongo que pronto, o muy pronto, saldremos de dudas.

Por si no estuviera ya adulterada nuestra liga… Lo que faltaba.

La liga española es la peor de Europa, con diferencia, porque está adulterada desde el inicio. En mi opinión, nuestra liga es una competición de nivel bajo, pues no reciben igual trato todos los equipos que la disputan, algo que considero que es básico en todo torneo medio decente. La liga está claramente dirigida para que la ganen Madrid o Barcelona. Ellos son las estrellas, los que generan más dinero para la Federación y las televisiones, y, por tanto, reciben claros privilegios en ingresos por televisión, horario de los partidos, comités sancionadores, árbitros, y ahora ya, lo último, el calendario a la carta.

Y todo viene porque Mourinho puso el grito en el cielo la pasada temporada cuando se le acumuló la semifinal de Champions con el Bayern de Munich y el encuentro contra su archirival, el FC Barcelona. Encuentro éste que, como todo el mundo sabe, es el partido del milenio y consigue paralizar, durante 90 minutos, cualquier actividad en todas las galaxias del universo conocido y por conocer.

Demasiados partidos importantes en poco tiempo, aunque se tenga una plantilla plagada de super-mega-estrellas del balón. Y eso es algo que hay que solucionar. ¿Y cómo se soluciona? Pues fácil: con el calendario a la carta. Bueno, mejor dicho, con el calendario exclusivo o personalizado. Porque el calendario ya estaba manipulado de antemano. Hasta ahora se escogían unas fechas para los encuentros Madrid-Barcelona, buscando que no fueran demasiado pronto ni demasiado tarde, no fuera  a ser que la liga ya estuviera decidida. Lo que se persigue es conseguir la mayor audiencia posible.  Se entiende que el segundo partido entre estos dos equipos es el más decisivo para el título de Liga –lógicamente, con tantas ventajas, se da por hecho que la liga es para uno de ellos– y, por lo tanto, será el partido que más audiencia registrará de todo el campeonato, con lo cual se cuidará muy mucho que caiga en buena fecha. Así, este segundo partido no puede caer en las tres últimas jornadas, no fuera a ser que la Liga ya estuviese decidida, y, por supuesto, no se puede permitir que un Madrid-Barcelona careciera del más mínimo interés. También se intenta que su primer enfrentamiento no tenga lugar antes de las siete primeras jornadas, porque entonces sería demasiado pronto y no tendría gran incidencia en el devenir del campeonato. Y por si fuera poco, se intenta que no coincida con Navidad, ni en Semana Santa y, a ser posible, tampoco en el puente de mayo.

La verdad es que ya hasta me extraña que no intenten evitar que coincida el duelo con la conjunción de Venus y Júpiter. O igual también lo tienen previsto. Cualquiera sabe.

Y en la Copa del Rey, más de lo mismo. Lo que vende es una final entre los dos grandes, de manera que se intentará que no se crucen hasta la final. Y ya de paso, se asegura también una Supercopa de España entre ellos, que se juega a doble partido. Y si se tiene que llevar la Supercopa a China, para ganar más dinero, pues se lleva. Total, lo importante es la audiencia y el dinero, y no el aficionado, que cada día que pasa queda más claro que es lo de menos.

En fin, es lo que hay: el Madrid y el Barcelona reciben toda clase de mimos, y a los demás que les parta un rayo.

Estoy tan harto de esta liga de mierda –no tiene ya otro nombre– que, si no fuera porque soy un adicto al Sevilla, habría dejado de ver fútbol hace tiempo. Fútbol español, claro está, porque menos mal que, a los que nos gusta este deporte, aún nos queda la Premier League.

Chus Pereda no fue miembro de la delantera de cristal

O al menos eso parece cuando se escuchan las noticias sobre el fallecimiento del que fue gran jugador del Sevilla en las temporadas 59-60 y 60-61. La gran mayoría de los informativos no hacen referencia a su paso por el Sevilla y sólo hablan de su paso por el Madrid, Barcelona y la Selección Española. Otros medios dicen «Madrid y Barcelona, entre otros equipos».

Sin embargo, la excepción la tenemos en la agencia EFE, que titula una noticia: «El Sevilla recuerda con cariño a Pereda y su etapa en el equipo hispalense»; noticia ésta que es reproducida en algunos medios, como Elcorreo.com, edición Bizkaia o en Yahoo Deportes, aunque en este último caso la noticia contiene algunos fallos tan imperdonables como fácilmente subsanables. Y es que resulta que uno de los acompañantes de Pereda en la delantera de cristal era Agüero, y en Yahoo no se les ocurre otra cosa que poner un enlace que lleva a Sergio Agüero, el actual jugador del Manchester City y ex del Atlético de Madrid. Y para colmo, para rematar la faena, acompañan la noticia con una foto de Enrique Cerezo, actual Presidente del Atlético de Madrid, que no sé qué pinta ahí. Ese hombre la verdad es que normalmente pinta poco, ya que es un hombre de paja, puesto de Presidente por los dueños del club, pero en esa noticia pinta menos aún.

¿Tanto trabajo cuesta hacer las cosas bien? O al menos, medianamente bien.

Pues por lo que se ve, parece que sí.