A todos los sevillistas nos gusta ganar, y más en los últimos tiempos, en los que estamos realmente acostumbrados, así que es normal que no siente bien entre los aficionados la derrota de ayer, aunque fuera un partido amistoso –que no bolo—y no oficial, como nos hubiera gustado a todos.
Dada la hora de emisión en España, no pude ver el partido en directo, y me he tenido que conformar con un breve resumen y por las noticias que he leído en prensa. Parece ser que no fue un buen partido, por ninguna de las dos partes, que el césped no estuvo en buenas condiciones, que el árbitro fue bastante permisivo con River –no pitó un clarísimo penalti a Iago Aspas–, y que el ambiente fue sensacional. Y más que lo hubiera sido si ambos conjuntos hubieran podido disponer de sus plantillas completas. Tanto River como Sevilla presentaron muchas ausencias, debido a los partidos internacionales, y eso, sin duda, deslució un poco el encuentro.
El Sevilla estuvo mejor en la primera parte que en la segunda, y falló, al menos, un par de ocasiones de gol muy claras, por parte de Iago Aspas y de Iborra.
El gol encajado me pareció un fallo tremendo de Fernando Navarro. O más bien, un doble fallo de Fernando Navarro. En primer lugar, por no hacer línea con el resto de la defensa, y, en segundo lugar, por dejar rematar al jugador de River, a pesar de tener la posición ganada. Quizás hubo exceso de confianza en nuestro veterano lateral izquierdo, pero en ningún caso me pareció que fuera debido a un error de Barbosa –como he leído en las redes sociales–, ya que el centro desde la banda era bastante bueno.
¿Aspectos positivos del partido de ayer? Pues, en mi opinión, hubo algunos:
Se ganó prestigio. La repercusión de la visita del Sevilla a Argentina fue tremenda, incluso no viajando los jugadores más importantes.
Se ganó experiencia. Debe ser impresionante jugar en Monumental, especialmente para jugadores jóvenes. A buen seguro que habrá sido inolvidable para nuestros jugadores más jóvenes, como Antonio Romero y Borja Lasso.
No hubo lesionados. Siempre que se juega un partido amistoso donde existe la posibilidad de que no sea tan “amistoso”, se teme que haya lesionados. Más si cabe si tiene lugar en una época que se supone debería ser para dar descanso a jugadores que tienen que dar lo máximo en la recta final de temporada. Para colmo, el césped no acompañaba.
Sirvió para dar minutos a jugadores que lo pedían a gritos, como Iago Aspas o Barbosa, a dos de nuestros canteranos, y también para que Beto volviera a jugar tras la asesina entrada de Benzemá, que por supuesto, en su día, quedó sin castigo, como no podía ser de otra manera.
Ahora bien, estoy seguro de que si el partido de ayer hubiera sido oficial, y en terreno neutral o a doble partido, habría sido espectacular. Quién sabe, pero puede que también haya servido para que una posible oficialidad se tenga en cuenta, por parte de FIFA, en el futuro.