Hace unos días sorprendía Rami con unas declaraciones, ya siendo jugador del Olympique de Marsella, donde arremetía contra el Sevilla, diciendo que el Consejo de Administración se había comportado de manera vergonzosa. En principio, parecía, según la prensa francesa, que las declaraciones eran debido a que el Sevilla había cambiado a última hora la forma de pago, pero poco después se supo la realidad: el Sevilla había incumplido una cláusula del contrato de Rami, por la que el francés debía cobrar el 10% de un futuro traspaso, es decir, aproximadamente, 600.000 €.
Lo que no dijo Rami es que él quería irse al Marsella, donde se reuniría con el que fue su entrenador en el Lille, Rudi García, y donde tendría una importante ficha. Y para eso estaba dispuesto a presionar, y mucho, hasta el punto de decir que no iría a otro club que no fuera el Marsella.
En este sentido, hay que entender al Sevilla, ya que la actitud de Rami le dejaba en una posición negociadora débil. El Marsella, que ya lo tenía todo acordado con Rami, era consciente de ello y ofertó muy a la baja (4 millones). Sin embargo, el Sevilla también era conocedor de que Rami era una prioridad para Rudi García, y a nadie se le escapa que el club francés ya no es el que era, pues tiene un nuevo y multimillonario dueño que está empeñado en colocar al Marsella como uno de los clubes punteros de su país. Por tanto, el Sevilla sólo tenía que esperar, pacientemente, a que el Marsella subiera su oferta, hasta los seis millones que pretendía el Sevilla.
A mi modo de ver, seis millones es barato, porque, aunque Rami tiene 31 años, no ha tenido lesiones graves, tiene cuerda para rato –una «fuerza de la naturaleza» le ha llamado Rudi– y es internacional por su país.
El Sevilla, posiblemente porque esperaba mejor oferta del Marsella y, quizás, también por enojo con la actitud del jugador, decidió obligar a Rami a que renunciara al 10% de la transferencia que debía llevarse, según contrato. Esto es algo que, dicho sea de paso, es habitual en los traspasos, sobre todo cuando es el jugador el que tiene interés en irse. Es una forma de decir: «Te dejamos ir, pero tienes que poner de tu parte, y qué mejor manera que perdonar algunas cantidades».
Evidentemente, la prensa francesa en ningún caso habla de la fea actitud de Rami con el que fue su equipo. Por tanto, es el Sevilla el que queda mal, al haber incumplido el contrato. Ahora bien, ¿verdaderamente merece la pena esta disputa con un jugador que lo dio todo y mostrar una mala imagen en el extranjero por 600.000 euros? En mi opinión, no. Yo creo que la solución era que el Sevilla hubiera forzado un poco más la negociación, ya que era un traspaso que se iba a hacer de cualquier forma, puesto que, como digo, el Marsella tiene dinero de sobra, el jugador quería irse y, de hecho, tenía ya un acuerdo cerrado con el Marsella, y, además, era un capricho del entrenador.
Habría sido cuestión de tiempo, de tener un poco más de paciencia, y, de paso, se habría quedado bien con todas las partes.