
He llegado a esta conclusión tras ver los últimos cuatro partidos del Sevilla. Hasta ahora había confiado en Marcelino, a pesar de que, en mi opinión, erraba más de la cuenta. Pero esto lo achacaba a su posible desconocimiento de la plantilla y a que también es normal que se cometan errores, ya que no hay que olvidar que todos nos equivocamos, y Marcelino, por supuesto, no iba a ser una excepción.
No obstante, trascurrida ya casi la mitad de campeonato, considero que ya ha tenido suficiente tiempo para conocer, de sobra, a la plantilla. Pero cuando uno ve las alineaciones de Marcelino, da que pensar que sigue sin conocerla, porque vuelve a repetir los mismos errores. Por ejemplo, sigue empecinado en colocar a Fazio en el centro del campo, cuando éste ha demostrado, por activa y por pasiva, su nulidad para distribuir eficazmente el balón y crear juego. Y encima, lo hace en detrimento de Campaña, un canterano con el que cuenta un día pero al que ni siquiera convoca al partido siguiente. Justamente, lo que no se debe hacer con un jugador tan joven.
Pero, como dije antes, han sido los últimos cuatro partidos los que me han hecho ver la luz y disipar, definitivamente, las dudas que tenía sobre la valía de Marcelino.
El encuentro con el Levante era dominado con facilidad del Sevilla, hasta que llegó el primero de los tres goles de chiste que hemos recibido últimamente. A pesar de este dominio, y de que quedaba casi todo el segundo tiempo, a Marcelino no se le ocurre otra cosa que quitar a un defensa y meter a un delantero, manteniendo el mismo centro del campo, con lo cual, ante un Levante dedicado en cuerpo y alma a defender, éramos un blanco fácil para que nos marcarar en 2-0 en un contragolpe. No llegó el segundo gol de milagro, por la incapacidad de los granotas, pero a raíz del cambio de Marcelino el Levante no tuvo problemas para llevarse el partido.
El partido contra el Madrid me pareció un planteamiento desastroso, ya que Marcelino dispuso la línea defensiva muy adelantada. Teniendo en cuenta los buenos pasadores y los delanteros tan rápidos que tiene el Madrid, equipo que destaca, sobre todo, por su letal contragolpe, la disposición del equipo me pareció un suicidio deportivo. Pero lo peor fue que nuestro entrenador tampoco fue capaz de aprovechar la superioridad numérica del Sevilla. Volvió a cometer el mismo error que contra el Levante. Metió a un delantero y dejó los mismos efectivos que el Madrid en el centro del campo. Como ellos tenían más calidad en esa zona, dominaban el partido a pesar de tener un jugador menos, e incrementaron aún más su ventaja.
El partido contra el Valencia, fue bastante flojo, aunque al menos hicimos una segunda parte medio decente. Perdimos sólo por 1-0, tras encajar el segundo gol de chiste, y aunque tuvimos ocasiones para marcar algún tanto, el Valencia fue, en líneas generales, bastante superior. Salimos vivos, aunque heridos de gravedad, quedando una pequeña posibilidad de pasar la eliminatoria.
Y el partido contra el Rayo, yo creo que ya fue el colmo. Vuelve a confiar en Fazio –para el centro del campo– y Escudé, dejando en el banco a Campaña, Cáceres y Medel. Encajamos el tercer gol de chiste, pero a Marcelino debió gustarle lo que estaba viendo, porque no hizo un solo cambio hasta que encajamos el 2-0.
Me quedo con la imagen de un Marcelino cabizbajo, que no reacciona, o que, cuando lo hace, lo hace tarde; un Marcelino fallón en planteamientos, alineaciones y cambios; un Marcelino incapaz de conseguir que su equipo haga un juego fluido, incapaz de conseguir un equipo competitivo; un Marcelino que no cuenta con la cantera… En defitiniva, un Marcelino que es todo ilusión y poco conocimiento. Y sólo con ilusión, en fútbol no se consigue nada.
Por último, también tengo que decir, a favor de Marcelino, que creo que no está teniendo suerte. Hay partidos, como el Sevilla-Santander o Sevilla-Granada, que lo normal es que hubiéramos ganado por goleada, y Marcelino no tiene culpa de que fallemos goles clamorosos. Al igual que ocurre con los tres goles de chiste que nos han hecho últimamente, tan ridículos que son difíciles de ver en jugadores profesionales. También puede considerarse mala suerte el llegar al Sevilla y ver que jugadores tan importantes como Navas, Kanouté, Negredo, Rakitic o Perotti estan muy lejos de su mejor estado de forma, los cuáles, además, no acaban de arrancar. Y es que a Marcelino todo le sale mal.
Sea como sea, el Sevilla ha entrado en barrena, y ante tal situación, la única solución posible que veo, lamentablemente, es el cese del entrenador. La grada del Ramón Sánchez Pizjuán decidirá, como siempre. Y parece que lo hará pronto. Ojalá me equivoque, porque eso significará que el Sevilla habrá remontado el vuelo.