Lamentablemente, Navas se ha ido, ya es historia sevillista. Historia de la grande, porque ha estado 10 años en la primera plantilla, donde ha conseguido títulos, jugando un papel decisivo ice fundamental en todos ellos.
Se va la pesadilla de los laterales izquierdos de esta penosa liga. Echaremos de menos su desborde y velocidad, su calidad y sencillez. Ahora disfrutarán de él en Manchester, en la Premier, en una liga seria, donde si le hacen una criminal entrada por detrás, su contrincante recibirá tarjeta roja o como mínimo amarilla, pero nunca se irá de rositas. Navas, sin duda, notará la diferencia, al igual que nosotros, porque Navas es un jugador insustituible. Como lo era Dani Alves, con el que formó durante unos años la mejor banda derecha de Europa. Más vale que tengamos claro que el que venga a sustituirle –si es que viene alguien–, no tendrá su nivel. Es normal, cuando se es uno de los mejores del mundo en su posición.
En cierto modo, la venta de Navas me recuerda a la de Reyes: ambos canteranos, de enorme calidad y traspasados por una gran cantidad de millones en una época en la que nuestra economía hacía aguas. Aunque hay una diferencia notable: Reyes no quería irse, Navas sí. El palaciego ha decidido irse en cuanto ha dejado atrás sus miedos y ataques de ansiedad, y ha sido consciente de que en el Sevilla ya había tocado techo.
Por cierto, gracias a esos ataques de ansiedad hemos podido disfrutar de un extraordinario jugador durante diez temporadas. Si no hubiera tenido ese problema, Navas ya se habría ido mucho antes.
No se han publicado las cantidades exactas de la operación, pero es difícil evaluar si se ha hecho un buen negocio por parte del Sevilla o no. Se dice que las cantidades rondan los 26 millones de euros. Teniendo en cuenta que su cláusula es 35 millones, la calidad del jugador y el poderío del equipo comprador, a priori, no me parece una gran venta. Pero también es cierto que hay detalles que normalmente no se tienen en cuenta y que son importantes, como es la voluntad del jugador de irse –¿quién le puede decir que no a Navas después de todo lo que nos ha dado?– y la necesidad imperiosa de vender que tiene el Sevilla. Es evidente que el Sevilla necesita dinero fresco urgentemente porque, si no, no lo habría traspasado en junio. Las prisas no son buenas a la hora de vender un buen producto. Pero es que, además, el Sevilla ha exigido que gran parte de la cantidad a recibir sea de manera inmediata, y eso no es por casualidad.
Es un momento difícil para los sevillistas, que tenemos aún que hacernos a la idea de que Navas no estará en las alineaciones la próxima temporada. Al menos, nos queda el consuelo de que no se ha ido al Real Madrid y la esperanza de que los millones de euros de su venta sirvan para poder sanear el club y conformar una plantilla competitiva que nos lleve de nuevo a los puestos altos de la clasificación.
Se va a Manchester un trozo de sevillismo, nuestro mejor canterano, nuestro mejor jugador. Desde aquí desearle toda la suerte del mundo y que se reencuentre con su Sevilla en un partido oficial, lo más pronto posible.