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Sevilla FC 4 – Betis 0. Bastaron los suplentes, y a medio gas

Tremendo espectáculo el de la noche de ayer, aunque no sé si fue mayor en el césped o en la grada.

Sobre el césped, no hubo color. Bueno, sí, más bien el rojo y el blanco del Sevilla, porque el Betis ni apareció.

Tengo que admitir que cuando vi la alineación, tenía mis dudas de si el centro del campo formado por N’Zonzi e Iborra estarían a la altura de Krychowiak –que no jugó pero que vio tarjeta amarilla en el banquillo— y Cristóforo. Y lo cierto es que se se impusieron sin nungún problema en la zona ancha. También es verdad que los centrocampistas béticos estuvieron a un nivel paupérrimo, en todos los sentidos, y, por tanto, tampoco es que sirva el ensayo para valorar positivamente al dúo Iborra-N’Zonzi.

En realidad, Emery se permitió el lujo de alinear a los suplentes. Emery sólo sacó de inicio a tres jugadores titulares: Sergio Rico, Rami y Banega. Y ni siquiera hubo necesidad de pisar el acelerador para superar al rival. De hecho, el primer gol sólo tardó cuatro minutos, y a pesar de que el Sevilla abusaba, en ocasiones, del juego horizontal, sin dar mucha intensidad al juego, los goles fueron cayendo en cascada. Con 3-0 en el marcador, muchos seguidores béticos quisieron abandonar el estadio anticipadamente, pero la policía no les dejó, supongo que por motivos de seguridad.

El Betis no pudo hacer nada por evitar la goleada, sobre todo porque es un conjunto carente de calidad, en todas sus líneas. Posiblemente, Joaquín y Rubén Castro sean sus mejores jugadores, pero ambos cumplirán 35 años dentro de poco. Digamos, que ya no están para muchos trotes.

En el lado negativo, el pobre juego de Konoplyanka y Llorente. Prácticamente, no hicieron nada, excepto perder el balón. Sin desborde, sin concentración… incluso yo diría que sin ganas. Son de los jugadores mejor pagados de la plantilla, y, por ahora, están decepcionando.

En la grada, el pitorreo fue total, con multitud de cánticos hilarantes. El culmen llegó cuando todo el estadio tarareó el himno del Betis, con las linternas de los móviles encendidas, en clara referencia al bucle sin fin que tuvieron que soportar los aficionados sevillistas que se desplazaron al Villamarín días antes. Lo nunc visto. Fue una represalia con arte y con mucha guasa.

El arbitraje de Mateu Lahoz no me gustó nada. Permitió el juego duro de algunos jugadores béticos, y debió mostrar más tarjetas. Por lo demás, no hubo jugadas polémicas.

El resultado global de la eliminatoria lo dice todo: 6-0, y en ambos partidos sin querer hacer sangre. Que yo recuerde, nunca he visto una diferencia tan grande en un derbi. Antiguamente, eran igualados y más emocionantes, pero desde que el Sevilla se ha acostumbrado a habitar en la zona alta de la tabla y a ganar títulos, en los derbis la única incógnita es saber por cuánto ganará el Sevilla, sobre todo si se juega en el Ramón Sánchez Pizjuán.

Leí un artículo en prensa que decía que, ahora mismo, la distancia entre Sevilla y Betis era sideral. Yo creo que es la palabra exacta. Y como dice Pablo Blanco, es tanto en lo deportivo como en lo institucional.

Que siga así muchos años. A ser posible, para siempre.

Sevilla FC 5 – Granada 1. Reyes al rescate.

A pesar de lo que dice el resultado, pasamos bastante fatiguitas para superar al Granada… hasta que salió Reyes. Fue decisivo, con su lucidez y visión de juego, y el máximo responsable de la goleada, aunque no anotara ningún gol. Lástima que no sea lo habitual en el utrerano, pero ayer fue el mejor, con diferencia.

Pero antes el Sevilla lo pasó mal, más que nada por defectos propios que por mérito del rival, que sólo inquietó a balón parado. De hecho, sólo tuvo una clara ocasión de gol, que rechazó Beto. Por cierto, Beto volvió a fallar por alto, pero en esta ocasión no nos costó el gol.

Lo preocupante de ayer es que, una y otra vez, volvemos a tropezar en la misma piedra: nos adelantamos en el marcador y nos relajamos, nos echamos atrás y perdemos intensidad. No reaccionamos hasta que nos empatan o vamos perdiendo. Y siempre no vamos a tener un rival endeble, como el Granada, para la remontada.

Me gustó el sistema que empleó ayer Emery. Desde mi punto de vista, es el mejor y el que da más equilibrio y fortaleza al equipo: dos centrocampistas defensivos, un mediapunta y sólo un delantero.

Hay que felicitarse porque volvemos a tener delanteros. Tanto Bacca como Gameiro estaban totalmente desaparecidos. No sólo es que vieran portería, sino que se esforzaron mucho más y estuvieron más implicados.

Lo que no me gustó es que Vidal ocupara el lateral derecho. Quizás como último recurso puede funcionar, pero no tiene experiencia como lateral y eso puede costarnos puntos, ya sea porque se despiste en los fueras de juego o porque haga faltas peligrosas que sean evitables. Habrá que verlo ante rivales más exigentes.

El árbitro, Prieto Iglesias, estuvo nefasto. Se equivocó hasta al añadir el tiempo, puesto que sólo añadió dos minutos, cuando se habían hecho todos los cambios y se había perdido tiempo. Se tragó, al menos, un par de penaltis a favor del Sevilla, siendo el más claro el que le hicieron a Bacca en la primera parte.

Tres puntos importantísimos, que adquieren especial valor tras el M’biazo que recibió el Valencia por parte del Barcelona.

La goleada en el Camp Nou no fue por casualidad

Es archiconocido que para que un equipo como el Sevilla gane, sobre todo a domicilio, a uno de esos equipos que nos superan en todo, hacen falta, como mínimo, que los jugadores del Barça o Madrid no tengan su día, que el Sevilla haga un partidazo, de principio a fin, y que el árbitro medio se comporte. Ninguna de esos tres elementos tuvieron lugar ayer. El partido acabó en goleada, en cierto modo, de manera previsible, por lo siguiente:

1º.- Falta  de fe.

Desde el primer minuto de juego, ya me daba la sensación de que el equipo no creía en sus posibilidades. Es más, creo que ni creyeron en la victoria, o al menos en traerse algo positivo, ni cuando se consiguió empatar el partido. El complejo de inferioridad era patente. El equipo jugaba sin confianza, sin agresividad. Y así no se gana a nadie, y menos al Barcelona.

2º.- Falta de intensidad.

Si encima de que los jugadores del Barcelona son superiores técnicamente, corren más que los del Sevilla, la llevamos clara. Había que disputar cada balón con los ojos ensagrentados, a muerte, y pasó todo lo contrario: fuimos muy blanditos durante todo el partido, se presionaba tarde y mal… Un desastre.

3º.- Falta de calidad.

Si ya asusta ver a Coke o a Diogo ocupando el lateral derecho, como mínimo resulta aterrador el ver a ambos ocupando los laterales. No entiendo el porqué de situar a Diogo a pierca cambiada, cuando se supone que Kolo es lateral izquierdo. También Beto pudo hacer mucho más en el primer gol, porque ni se estiró y casi llega al balón.

El hecho de que tampoco seamos capaces de enlazar jugadas, salir airosos de la presión del rival y de que no tiremos a puerta, también dice mucho de la calidad del equipo.

4º.- Falta de concentración.

Ante equipos de la calidad del Barcelona jamás se pueden perder balones en determinadas zonas del campo. En varias ocasiones nos cogieron al contragolpe. Si ya son peligrosos con la defensa formada, no digamos si estamos replegándonos desordenadamente. Dimos muchas facilidades y el Barcelona, simplemente, las aprovechó.

5º.- Falta de implicación.

Hubo, al menos, un par de jugadores que no aportaron absolutamente nada. Denis Suárez y Carlos Bacca estuvieron totalmente desaparecidos. Jugando, prácticamente, con dos jugadores menos es imposible. Krychowiak, por contra,  sobresalió entre la desgana casi generalizada. También Carriço, Vitolo y Pareja pusieron algo de intensidad.

6º.- Mal planteamiento.

Aparte de no utilizar al único lateral izquierdo sano, no me pareció nada acertado jugar con sólo un centrocampista defensivo. Contra el Atlético se alinearon tres, ayer sólo uno. Ni tanto ni tan calvo. En el término medio está la virtud. El Barça nos superó en la zona media, que es donde se reparte el bacalao, y con una comodidad pasmosa. Así también es imposible.

7º.- Mal árbitro.

Martínez Munuera siempre barrió para casa. Para empezar, los dos primeros goles no debieron subir al marcador. En el primero, Messi se deja caer –por si había dudas, su sonrisa le delató–. Quizás haya contacto, pero es mínimo, nunca suficiente para derribar a Messi. El árbitro debe saber distiguir esos casos. Si quiere, claro.

Esa misma rigurosidad de la que hizo gala en el primer gol, le faltó en la falta que le hicieron a Krychowiak al borde del área.

En el segundo gol, en la repetición se ve claramente que Neymar empuja a Coke con las dos manos. No lo vio, o no quiso verlo. Nunca se sabe.

Pero el talante arbitral se vio con claridad en la jugada en que Mathieu corta un disparo de Bacca con la mano y despeja a córner. ¿Penalti? ¿Córner? No, saque de puerta para el Barcelona.

Si metemos estos siete ingredientes en una coctelera, el resultado debe ser, con toda seguridad, una goleada de escándalo. No llegamos a un resultado de tenis de milagro.

Y menos mal que no jugó Iniesta.

Uno por Puerta, uno por Jarque, uno por Preciado, uno por Miki.

Cuatro a cero, la victoria más abultada en una final de Eurocopa. Victoria contundente, dejando bien claro que España es superior. Campeona a lo grande, consiguiendo algo histórico, algo que ninguna selección ha logrado: enlazar Euro-Mundial-Euro.

Y esta victoria se ha conseguido ante un gran rival, que superó claramente a una de las favoritas: Alemania. Pero un rival que cometió errores que no se pueden tener ante jugadores de tantísimo nivel como los nuestros.

Italia quiso imponer el mismo juego que le llevó a la victoria ante los alemanes, pero, claro, Alemania no es España. La verdad es que no esperaba una superioridad tan grande, pero la goleada tiene su explicación.

En primer lugar, Del Bosque le gana la partida a Prandelli. Aunque creo que las alineaciones son idénticas o muy parecidas al partido de la fase de grupos, España se impuso con claridad en el centro del campo, que es donde se parte el bacalao. Teníamos superioridad numérica en esa zona, ya que la aportación defensiva de Cassano y Balotelli fue más bien escasa. Además, Pirlo estuvo casi desaparecido y De Rossi casi no tocaba bola. Quizás Montolivo fuera el mejor de los azules. Por contra, nuestros centrocampistas triangulaban con mucha facilidad y, en particular, Xavi e Iniesta hacían lo que les daba la gana.

En segundo lugar, creo que influyó bastante el adelantarse en el marcador, y hacerlo tan pronto. Eso siempre es importante en una final, y creo que Italia fue presa de la ansiedad. Por si fuera poco, al poco de encajar el 1-0, se les lesionó un jugador importante, como es Chiellini.

En tercer lugar, por supuesto, fue clave la efectividad que mostramos. En la fase de grupos, tuvimos bastantes ocasiones de gol, algunas de ellas muy claras, y sólo fuimos capaces de colar una. Ayer, prácticamente, era una llegada y un gol. Italia también tuvo sus ocasiones de gol, pero Casillas estuvo insuperable y la defensa muy seria durante todo el partido. El 2-0 poco antes del descanso fue la puntilla, pues remontar ante España un resultado así es casi imposible.

Y en cuarto y último lugar, la desesperación de Prandelli acabó con el partido. No entendí el cambio de Montolivo por Motta, a no ser que fuera por lesión, ya que creo que el primero es mucho mejor jugador, y más ofensivo. Y sobre todo, no lo entendí porque se hizo en el minuto 56 de partido. Hacer el tercer cambio cuando aún quedan por delante 34 minutos de juego, me parece un error garrafal. De hecho, la lesión de Motta poco minutos después de entrar al terreno de juego fue lo que acabó de sentenciar el choque. A partir de ahí, Italia se dedicó en cuerpo y alma a intentar conseguir una derrota digna y evitar la goleada, pero no tuvo nada que hacer.

Se ganó con autoridad y contundencia, haciendo el mejor partido de la Eurocopa. Jugamos a tan alto nivel que incluso Fernando Torres parecía un buen jugador. Espectacular, una vez más, el partido de Iniesta, elegido, en justicia, el mejor jugador del campeonato.

Italia hizo lo que pudo, pero sus jugadores clave no dieron la talla. Me quedo con la exhibición de España y con la cara de Balotelli, que era un poema. No le quedaron ganas ni de hacer el payaso.

Lo único que no me gustó de la final es que no jugara Navas. Eso ya habría sido demasiado.

Getafe 5 – Sevilla FC 1. Derrota durísima, pero lógica.

Derrota de las que duelen, ya que evita que lleguemos a los puestos europeos, metemos a un rival más en la lucha y nos destroza el goal-average. Además, nos pone casi imposible la Champions League, que estaba al alcance de la mano. El Getafe ha vuelto a demostrar que puntuar en su estadio es complicado, ya que han caído allí los mejores equipos de nuestra liga.

El partido tuvo una fase de dominio sevillista, donde Negredo marcó su golazo y donde pudimos conseguir el segundo gol, por medio de clarísimas ocasiones de Navas y Luna. Pero, desgraciadamente, no sólo no ocurrió así, sino todo lo contrario. El Getafe empató el partido en un córner tras despeje fallido de Coke. El Sevilla, a partir de ahí, se vino abajo, y no fue capaz de recuperarse del mazazo recibido. En ese momento, deseé que fuéramos capaces de llegar al segundo tiempo con el 1-1, porque veía que el Getafe estaba cerca de conseguir el segundo.

La segunda parte ya fue otra historia totalmente diferente. El Getafe, simplemente, bordó el fútbol y fue muy superior a nosotros. El Sevilla nunca fue capaz de detener a sus hombres claves. Como ya comenté en mi anterior post, el Getafe tiene jugadores de bastante nivel, como Diego Castro, Miku, Pedro Ríos, e incluso añadiría a Gavilán. Todos ellos hicieron un gran partido en el apartado ofensivo. En el defensivo destacó, como siempre, el Cata Díaz. A ver si Monchi ficha un central que, al menos, se parezca un poquito a este argentino que dicen estuvo a punto de recalar en el Sevilla.

Puede dar la impresión de que el Sevilla salió a pasearse en la segunda parte y que no fue a por el partido, pero yo creo que no fue así. Sencillamente, los jugadores arriba mencionados hicieron una exhibición de cómo se debe jugar al fútbol: presionando, con continuos apoyos, desmarques, moviendo con rapidez el balón, y con una precisión que asustaba, tanto en el pase como en la definición. Cuando un equipo juega así, es muy difícil de parar. Y si a eso le sumamos que el Sevilla defendió rematadamente mal, entonces la goleada se ve como lo más lógico del mundo.

Ayer volvimos a cometer errores graves en defensa, tan graves como los que hicimos contra el Zaragoza, Bilbao, Mallorca, Granada… Con la diferencia de que ayer el rival sí acertó con nuestra portería.

La clave de nuestra endeblez defensiva, sin duda, estuvo en la falta de contundencia de toda la línea defensiva, que además estuvo muy adelantada y lenta. Todos en defensa jugaron fatal, pero, destacaría  el terrible partido que hizo Escudé. El francés estuvo lentísimo y fue fácilmente desbordado por la velocidad y habilidad de Miku y Pedro Ríos. La defensa se quebraba por el centro y las bandas, y así cayó la que cayó. Tampoco me gustó nada la actuación de Javi Varas. Un portero debe imponerse por alto y no quedarse debajo del larguero, porque, si no, le acabarán rematando desde el área pequeña, como ocurrió en más de una ocasión.

El Sevilla también se mostró débil en cuanto a mentalidad. El equipo no puede caerse por encajar un gol. Hay que saber parar el ritmo de juego a conveniencia y ser conscientes de que noventa minutos dan para mucho. No se puede perder el orden como se perdió ayer.

Hay que analizar por qué caemos, año tras año, en Getafe. Quizás sea porque nos creemos que porque el equipo se llama Getafe, que es un pueblo de Madrid, pues no tiene buenos jugadores, y como nosotros nos llamamos Sevilla, que estamos acostumbrados a jugar en Europa, pues debemos de ganar allí casi sin bajarnos del autobús. Y no es así. El Getafe es un equipo de Primera División. Con sus deficiencias, por supuesto, pero tiene capacidad de sobra para ganar a equipos como el Valencia, Atlético de Madrid, Barcelona y, ahora, al Sevilla.

No tiene sentido darle vueltas a esta derrota. Hay que olvidarla, y cuanto antes mejor. Entre otras cosas, porque el sábado nos espera otro rival directo, otro rival que tampoco tiene nombre pero que también tiene unos cuantos jugadores que deciden partidos, otro rival que muchos piensan que tenemos que ganar e incluso golear.

El Sevilla-Levante, otro partido decisivo, que hay que ganar como sea, pues no hay que olvidar que después visitamos al Madrid, y eso son ya palabras mayores.