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Sevilla FC 3 – Shakhtar 1. Otra final europea. Otro año igual, otro año igual…

Ayer, recién acabado el partido, la afición bajaba las escaleras al grito de «Otro año igual, otro año igual…», y se me pasó por la cabeza que, probablemente, los aficionados más jóvenes no sabrían qué significaba. No sabrían que ese mismo cántico resonaba hace veinticinco años, en ese mismo estadio, pero con un significado muy diferente. Antes se oía porque el Sevilla, teniendo un buen equipo, ni siquiera lograba plaza para disputar competiciones europeas. Ahora, sin embargo, se oye porque volvemos a clasificarnos para disputar una nueva final europea, la quinta, y la tercera consecutiva. Es complicado de asimilar, pero es real, como la vida misma.

El partido empezó como estaba previsto, y como había anunciado Lucescu, el entrenador del Shakhtar: sin prisas por el combinado naranja, que esperaba con orden su oportunidad para contragolpear, y el Sevilla intentando incrementar la ventaja que traía del partido de ida, pero también sin precipitarse. Hasta que muy pronto, antes de los 10 minutos de juego, Gameiro adelantó al Sevilla, al aprovechar un gran error de Rakitskiy.

Ese gol obligaba al Shakhtar a hacer, al menos, dos goles para clasificarse, y la consecuencia fue que el equipo ucraniano se fue arriba. Pero el mayor inconveniente fue que el Sevilla no se defendió bien. Con la defensa demasiado atrás, cedía demasiado terreno al Shakhtar, que puso cerco al área sevillista. Fueron momentos de agobios, ya que los buenos jugadores ucranianos se movían como pez en el agua por las inmediaciones del área y daban mucha sensación de peligro. También inquietaron en algún corner absurdo y en alguna que otra falta que se podría haber evitado. Hasta que llegó el gol de la igualada, que sentó como un jarro de agua fría, por el momento en que llegó, al filo del descanso, y por la forma, en un contragolpe; el cual, dicho sea de paso, fue muy bien llevado por Marlos, que dio una asistencia de lujo a Eduardo. Este jugador brasileño –también nacionalizado croata– ya nos marcó en nuestro estadio cuando jugaba en el Arsenal, en partido de Champions, en noviembre de 2007. Espero que no nos lo encontremos más, porque ya tiene 33 años. Por parte sevillista, sólo Fazio estuvo en ese partido.

La segunda parte empezó de la mejor manera posible, consiguiendo Gameiro el 2-1, al aprovechar un buen pase de Krywhowiak y regatear al guardameta Pyatov. Ese gol daba cierta tranquilidad, pero aún daba pie a la posibilidad de prórroga. Posibilidad que desapareció totalmente doce minutos después, cuando Mariano Ferreira la puso imposible, de fuerte trallazo, ajustado al poste, para lograr el 3-1 definitivo.

Tiene razón Krychowiak cuando dice que aún no se ha conseguido nada. Tiene razón hasta cierto punto, porque la historia sólo recuerda a los vencedores, y se compite para ganar títulos. Pero también es cierto que el Sevilla volvió a ganar ayer dinero, prestigio y la posibilidad de volver a soñar con lograr la quinta Europa League.

No será fácil, por supuesto. Nunca lo es. Enfrente tendremos al Liverpool, un conjunto plagado de buenos jugadores que, a buen seguro, obligará al Sevilla a dar lo mejor, a luchar al límite, para alzarse con el trofeo. No obstante, era mi rival preferido. No me habría gustado jugar la final con el Villarreal, por ser un equipo español y porque considero que es superior al Liverpool. Además, los castellonenses nos conocen mejor y tienen una gran plantilla.

No quiero cerrar el post sin dedicar unas palabras al impresionante partido de Gameiro. No sólo por los dos goles de ayer –que pudieron haber sido tres si Kuipers, el árbitro holandés, hubiera señalado un clarísimo penalti que le hicieron–, sino por el gran esfuerzo físico del que hizo gala. Levantó al público de sus asientos cuando se pegó un carrerón para frenar un contragolpe en la esquina del área sevillista. Ya habría sido el acabose si hubiera conseguido el gol de chilena que intentó.

Se preguntaba ayer un periodista francés cuántos goles habría conseguido Gameiro si estuviera jugando en México –en referencia a Gignac, que está jugando en Tigres y, a diferencia de Gameiro, sí ha sido convocado por Francia para la Eurocopa–. Nadie sabe la respuesta, pero estoy seguro de que muchos más de los que lleva en su cuenta.

El máximo respeto al rival, clave para conseguir la cuarta Europa League

Todo el mundo da como favorito al Sevilla FC en la final de mañana. Y es lógico, porque lo es. Sería absurdo negarlo, después de haber conseguido ser campeón en tres ediciones de la Europa League y de haber quedado quinto, aunque muy cerca del tercero y cuarto, en una de las ligas más potentes de Europa.

Pero el ser favorito no indica absolutamente nada. Sólo servirá para las casas de apuestas, pero mal haría el Sevilla en creerse superior al Dnipro, en creerse que va a ganar sólo con la camiseta, pues sólo si el Sevilla se esfuerza al máximo logrará superar al equipo ucraniano, que afrontrá la final cargado de ilusión y con un buen puñado de jugadores internacionales, con experiencia y calidad en sus filas. Entre ellos destaca sobremanera Konoplianka. No le he visto jugar, pero me he quedado impresionado al ver un corto vídeo sobre él. Me parece un jugador muy técnico, rápido y difícil de parar. El conseguir anular a este jugador será muy importante para ser campeones de nuevo.

De cualquier forma, tengo la misma sensación que el año pasado. Cuando el Benfica eliminó a la Juventus, pensé que el equipo italiano habría sido un rival más duro en la final. Y ahora pienso lo mismo. Aun siendo consciente de que no será fácil vencer al Dnipro, lo prefería antes que al Nápoles. Dicen los que vieron el enfrentamiento entre estos dos equipos, que el Dnipro tuvo mucha suerte. Si eso es cierto, entonces eso hace mucho más peligroso a los ucranianos, porque con la Diosa Fortuna de tu lado siempre es más fácil conseguir los objetivos.

Llevo ya varios días con el nervioneo en el estómago, y para esta final será aún peor, porque será la primera a la que no pueda asistir. Tendré que verlo por televisión, y eso me pone mucho más nervioso. Lo que peor llevo es escucharlo por la radio, pero también lo llevo mal el verlo por televisión, porque, además, de tener que aguantar las ridículas observaciones de los comentaristas –si se quita el sonido, también se pierde el sonido ambiente–, la pequeña pantalla no permite seguir los movimientos tácticos de los equipos, que es una de las cosas que más me gusta ver en un partido.

Espero una final muy complicada, donde el Sevilla deberá llevar el peso del partido y estar muy atento para no ser sorprendido al contragolpe o a balón parado. Y por supuesto, deberá correr más que el rival, como si les fuera la vida en cada balón. Sería un gravísimo error menospreciar al Dnipro. Estoy seguro de que Emery no lo permitirá y sabrá concienciar a los jugadores, si es que no lo están ya.

Y también espero, cómo no, que se traigan la copa para Sevilla. Y si no puede ser, agradecerles a esos magníficos jugadores que conforman el Sevilla FC que me hagan vivir partidos como el de mañana, que están marcados con letras de otro en el calendario futbolístico mundial.

Por último, felicitar a nuestros dos nuevos internacionales: Aleix Vidal y Sergio Rico. Vitolo también repite. Me pregunto para cuándo le llegará el turno a Iborra, que también está haciendo méritos para ello.

Málaga 2 – Sevilla FC 3. 76 puntos que no sirvieron para plaza Champions

Buen partido del Sevilla, que fue a Málaga a ganar con bastantes titulares. En este sentido, creo que Emery se equivocó, puesto que me parece una imprudencia arriesgar jugadores que no tienen recambio, teniendo uno de los partidos más importantes de la historia del Sevilla a sólo cuatro días. Si conseguir plaza Champions hubiera dependido sólo del Sevilla, lo habría visto lógico, pero tenía que perder o empatar el Valencia en Almería, y es harto complicado que un equipo que está en puestos de descenso por méritos propios gane a un gran equipo, hecho a base de talonario, y que se jugaba, prácticamente, la vida.

De cualquier forma, el Sevilla saltó a la Rosaleda con la idea de ganar y lo consiguió. Para ello, quizás fuera decisiva la tempranera expulsión de Weligton. Aún estando el Sevilla en superioridad, no dominó con claridad hasta la segunda parte, donde ya llegaron los goles, en diez primorosos minutos. Reyes, Banega –golazo el suyo– y Vidal dejaron más que sentenciado el partido.

Con 0-3, el Sevilla se relajó, encajando dos goles, uno de ellos en el descuento y que fue más que evitable, pero ni Sergio Rico ni, sobre todo, Arribas, estuvieron acertados.

Lo más importante es que, a priori, parece que no hay lesionados y que Emery podrá contar con casi toda la plantilla. Eso sí, habrá jugadores que tendrán que hacer un sobreesfuerzo en Varsovia, sobre todo si hay prórroga.

El Sevilla ha puesto hoy un broche de oro a una sensacional temporada, aunque lastimosamente, no ha sido suficiente para estar entre los cuatro primeros. Pero en mi opinión, el Sevilla no ha perdido la plaza Champions hoy, sino en partidos donde se han perdido puntos que jamás en la vida se deben perder.

Ahora sí que hay que pensar sólo en Varsovia. Ahí sí es donde nos lo jugamos todo, donde dependemos de nosotros mismos y donde no podemos fallar.

Fiorentina 0 – Sevilla FC 2. Veinte minutos tardó el Sevilla en sentenciar la eliminatoria

La Fiorentina tenía una mínima posibilidad de remontar el 3-0 de la ida. Esa posibilidad podía haberse incrementado de no haber sido por la extraordinaria parada de Sergio Rico, a cabezazo de Ilicic, pero se desvaneció totalmente en el minuto 21 de juego, cuando Bacca logró el 0-1. A partir de aquí, ya llegó la tranquilidad absoluta, pues era prácticamente imposible que la Fiorentina hiciera cinco goles. Es más, a lo largo del partido dio la impresión de que era imposible que marcaran incluso un gol, puesto que no fueron capaces de perforar nuestra portería, ni de penalti. Ilicic desperdició el regalo de Krychowiak, lanzando a las nubes. Se puede decir que “hizo un Nono”, expresión que ya ha quedado grabada en el argot sevillista.

El 0-2, tras otra jugada de estrategia, en una falta lanzada magistralmente por Banega, sirvió para tranquilizar hasta al aficionado más pesimista.

Por cierto, Banega fue el causante de la única preocupación del partido, primero por la absurda tarjeta que le mostraron –temí que fuera roja—, y, segundo, porque Emery no lo cambió en el descanso. Lo mantuvo unos diez minutos de la segunda parte, y para mi fue un riesgo innecesario, porque una tarjeta puede venir en cualquier tontería: una mano involuntaria, un salto con un rival, una protesta… Tampoco me hubiera parecido mal que Carriço hubiera sido sustituido por Arribas, ya que la ventaja en el marcador era sideral. Y es que Banega y Carriço son ahora mismo los jugadores más determinantes que tiene el Sevilla, y además no tienen sustitutos de garantías en el plantel.

Sergio Rico volvió a hacer un gran partido, demostrando reflejos felinos en un par de acciones. En mi opinión, merece ser el portero en la final. No quiero ni pensar que Emery se decante por Beto.

Mención aparte merece Kolodziejczak. Parece que ya se he hecho con el puesto de central, y eso tiene muchísimo mérito. Pienso que no debe ser nada fácil, para un jugador que siempre ha jugado en el lateral izquierdo, jugar de central y, además, haciéndolo bien en partidos de máxima exigencia.

Me gustó mucho la intensidad y la concentración que mostró el equipo en todo momento, incluso cuando el partido estaba más que sentenciado.

Y por supuesto, me ha encantado la iniciativa del club de organizar viajes subvencionados de cara a la final, aunque yo, lamentablemente, no podré beneficiarme de ella. Será la primera final de la Europa League a la que no podré asistir. Una verdadera pena, porque, además, me pongo mucho más nervioso viendo un partido por televisión que en directo. Aunque si ganamos, la disfrutaré igual.

En Varsovia nos enfrentaremos al Dnipro, que era mi opción preferida. Ahora bien, si el equipo ucraniano ha sido capaz de llegar a la final, eliminado a equipos potentes, como el Nápoles, es por algo. No es por casualidad.

El Dnipro, para llegar a la final, ha tenido que superar una fase de grupos donde estaban el Saint-Etienne, el FK Qarabag y el Inter de Milán. Por cierto, perdió con estos dos últimos, en su propio estadio, por 0-1. Después, ya en las eliminatorias, eliminó a Olympiacos, Ajax, Brujas y Nápoles.

Es decir, el Dnipro no será fácil de vencer. Ninguna final es fácil, aunque confío en que no será impedimento para que el Sevilla FC alce su cuarta Europa League.

Una semana después de conseguir la Europa League

Parece que fue ayer, pero hoy hace una semana que Rakitic levantó al cielo de Turín nuestra cuarto título europeo. Que se dice pronto.

Ya lo avisaba el Sevilla desde que salimos de San Pablo: Vamos a por nuestra Copa.

Avión vamos a por nuestra copa

La ciudad que tuvo el privilegio de entregarnos el trofeo fue Turín. La verdad es que la ciudad me gustó. Tiene lugares muy interesantes, como la Mole Antonelliana (símbolo de la ciudad y que aparece en las monedas de dos céntimos de euro de Italia), iglesias, el museo Egipcio, el Palacio Real, el Duomo o la basílica de Superga –junto al río Po–, aunque eché en falta más lugares de restauración, puesto que los pocos que habían estaban saturados.

Iglesias

Estatua y Mole

Mole

Me dio la impresión de que Turín no estaba preparada para acoger a un acontecimiento deportivo de tanto nivel, y me llamó la atención lo mal organizado que estaba todo. La organización no tenía nada que ver con las finales de Mónaco, Glasgow o Eindhoven.

Por ejemplo, mi principal preocupación durante todo el viaje era cómo llegar, al finalizar el partido, al aeropuerto de Turín, llamado Torino Caselle, que está a 16 kilómetros de la ciudad. Mi avión salía a las 4.30 de la madrugada. Si había prórroga y penaltis –como así fue– podría echarse el tiempo encima en caso de que no hubiera taxis, y había que pensar en todos los medios posibles de transporte. Pues bien, ni en mi hotel, ni en las oficinas de turismo, ni el personal del estadio, ni los policías, sabían indicarme cómo llegar al aeropuerto a partir de las 12 de la noche. Menos mal que se me ocurrió preguntar en una parada de tranvía cercana al estadio –en inglés, por supuesto, porque yo de italiano sólo sé decir  «Ragazza» y poco más 🙂 –, y allí ya me indicaron que, al finalizar el partido, habría autobuses gratuitos que irían directamente al aeropuerto. Pero la gran mayoría de los aficionados no se enteraron de estos autobuses, que parecía una medida improvisada de última hora, y muchos fueron hasta la ciudad y cogieron taxis –por el estadio no había muchos y además costaban entre 30 y 50 €–. Lo suyo habría sido poner carteles en inglés, portugués y español en las dos Fan Zones, indicando los diferentes medios de transporte para llegar al estadio y al aeropuerto. Pues nada de eso. Cada uno tuvo que buscarse la vida.

Y para el traslado de la Fan Zone al estadio el mismo caos. Se supone que saldrían 150 autobuses desde la Fan Zone, pero si salieron, lo hicieron tarde. Los pocos que vi,  iban tan llenos que la gente parecía sardinas en lata. Yo me cansé de esperar y tuve que coger un tranvía, que estaba tan atestado que, si se  caía una moneda, no llegaba al suelo. Y encima, estaba lleno de aficionados del Benfica y del Sevilla, que se dedicaron a rivalizar a ver quién cantaba más alto y quién golpeaba más fuerte el techo y las paredes del tranvía, que sirvieron de tambores. Vamos, una delicia los 45 minutos de viaje hasta el estadio. Porque el Juventus Stadium está lejísimos del centro de Turín, más o menos calculo que la distancia entre Utrera y Sevilla.

Por cierto, de nuevo, la Fan Zone no tenía nada que ver con las de otras finales. Yo estuve allí poco tiempo, pero, según me dijeron, al principio no había ni servicios públicos. Más tarde pusieron algunos, pero pocos, con lo que las opciones eran regar los Jardines Reales o a esperar largas colas. La mayoría optó por lo primero.

Fanzone

Antes de entrar al estadio, dos cosas que me llamaron la atención:

1º.- La política de UEFA, que pone una tienda oficial a precios prohibitivos. Pretendía comprar tres gorras conmemorativas del partido, pero no contaba con que costarían 25 euros cada una. Así que me quedé con las ganas y me fui sin comprar ninguna. Si las hubieran puesto a 7 u 8 euros, o incluso a 10, habría comprado las tres. Y con esos precios habrían sacado un gran margen de beneficios. La verdad, no entiendo la política de precios de las tiendas oficiales de la UEFA. Ellos sabrán.

2º.- El que me registró la mochila era personal de UEFA y lo hizo superficialmente. Parecía más interesado en que no intentara colar agua en el estadio que en que pudiera meter una navaja o bengala. En otras finales ha sido la propia policía la que se ha encargado de hacer el registro, que pienso que es como debe hacerse.

El estadio me pareció bonito, pero algo incómodo. Muy buena megafonía, unos excepcionales marcadores dobles –con dos pantallas cada marcador, una en alta definición y otra con más baja definición, ésta última mirando hacia las gradas de gol–, pero con pocos servicios y muy poca distancia entre asientos. La distancia era mínima, de manera que era incluso complicado pasar por delante de alguien, aunque se pusiera de pie.

Afueras estadio

Estadio Afición Benfica

Tuve la mala suerte de que me tocó justo detrás de la portería. Eso normalmente es bueno, pero yo estaba reventadísimo, después de patearme Turín de cabo a rabo desde las primeras horas de la mañana. Así que mi intención era descansar durante el partido. Pues mi gozo en un pozo. Resulta que los Biris no se sentaron en todo el partido, y lo mismo tuvimos que hacer toda la grada de detrás, si queríamos ver algo. Y encima también me tocó estar debajo del tifo, con lo que no vi casi nada de la ceremonia de apertura y también tuve que respirar el humo que algún gilipollas provocó al encender una bengala o quemar algo.

Pero todo mereció la pena. Se te va todo cansancio cuando Rakitic levanta la Copa y el cielo se llena de papelillos rojos y blancos.

Papelillos

Clicks con copa de Turín

Después de la alegría, otra vez la penuria: Una vez en el aeropuerto, de nuevo la mala organización: Mostrador 18, estamos esperando y nos avisan que se cambia al número 1. Una vez cruzado el aeropuerto de punta a punta, nos vuelven a avisar que se cambia a la puerta 17. Otra vez a dar un paseo por el aeropuerto. Menos mal que un sevillista se dedicó a hacernos la espera más placentera. Resulta que se dio cuenta de que los altavoces de los puestos de entrada a las puertas de embarque estaban conectados, y puso por la megafonía del aeropuerto el himno de El Arrebato, chistes relativos al eterno rival o el ya famoso comentario-metedura de pata de Albelda. A quienes no le hizo tanta gracia este asunto de manipular la megafonía del aeropuerto fue a los Carabinieri y a la policía, que buscaban, con cara de muy pocos amigos, al autor de los hechos. Que yo sepa, no lo trincaron. Pero si lo hicieron, supongo que se le caería el pelo.

Lo malo es que cualquier situación, por mala que sea, siempre es susceptible de empeorarse. Así que tuve que esperar dentro del avión una hora de retraso, por una duplicidad de asientos de Vueling. Y lo malo no es esperar la hora, que ya molesta, sino hacerlo en un avión que parece que se ha construido para enanos. Yo no soy muy alto, pues mido 1’80, pero ya era para mí un auténtico suplicio esperar dentro del avión. Así que no me quiero imaginar cómo lo pasaría una persona que mida 2 metros. Imagino que tendrían que cambiarle de asiento, porque allí era imposible que viajase, y no se puede ir de pie. Pienso que no se puede tratar a la gente así y que debería haber una distancia mínima entre asientos, por ley. Quizás sea mucho pedir, pero me parece de lo más lógico.

Pero bueno. Como digo, mereció la pena, puesto que logramos nuestra tercera Copa de la UEFA.

Tifo Sevilla-Elche

Esta Copa será recordada, entre otras cosas, por la remontada ante el Betis y el Oporto, por el gol de M’Bia, por las canciones de Rafael y Rafaela (Carrá), y por el comentario de Albelda. Y cómo no, por las paradas de Beto en la tanda de penaltis y por el gol decisivo de Kevin Gameiro.

Parece increíble, pero sólo hace una semana que conseguimos el último título y ya tengo ganas de otro. 🙂 Ya tengo ganas de más Sevilla Fútbol Club.