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La Federación se vuelve a reír del Sevilla FC

La Federación Española de Fútbol lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a despreciar al Sevilla FC y a sus aficionados imponiendo una sanción de cierre parcial del Estadio Ramón Sánchez Pizjuán por cánticos de la grada. Lo malo no es la sanción, que quedará en nada si los dirigentes de nuestro club tienen un mínimo de dignidad, sino el hecho de que tanto la Liga de Fútbol Profesional como la Federación sólo tienen ojos y oídos para lo que ocurre en nuestro estadio y, sin embargo, hace la vista gorda en los demás. Sólo se atreven a sancionar por el sur, y otros clubes ya pueden hacer lo que les dé la gana (bengalas, gas lacrimógeno, faltar a la memoria de un jugador fallecido, insultos, asesinatos, la famosa cabeza de cochinillo…), que no les pasará absolutamente nada.

Los gerifaltes del Comité de Competición han tenido a bien sancionar con cuatro partidos al Sevilla. El cierre por un solo partido ya habría sido intolerable. Así que cuatro… El club ha contestado, a través de la página web, con un comunicado donde expresa su indignación y anuncia, como no podía ser de otra manera, un recurso ante tamaña tropelía.

Hasta el día de hoy, el Sevilla ha actuado de forma timorata y sumisa, acatando las sanciones y pagando las reiteradas multas que llegaban desde Antiviolencia. Y eso es algo que no entiendo, ni entenderé. ¿Cómo es posible que el club pague una multa porque un aficionado o un grupo de aficionados insulte? ¿Puede el club evitarlo de alguna forma? El Sevilla ha hecho todo lo que está a su alcance y, por tanto, no merece sanción alguna. Particularmente, me molesta que los dirigentes de mi club bajen la cabeza y paguen las multas sin rechistar.

Ahora han ido más allá y se han descolgado con una sanción de cuatro partidos que suponen una vuelta de tuerca más al disparate. Admitiendo mi total “analfabetismo jurídico”, me atrevería a decir que la sanción no tiene ni pies ni cabeza y, en consecuencia, quedará en nada. No ya porque, como digo, es imposible evitar que alguien grite o insulte, sino porque al cerrar una grada, se sancionaría también a muchos inocentes. Es más, incluiría a los nuevos abonados de la temporada 2015-2016.

En caso de que no prosperase el recurso del club, habría que ir por las malas. Es decir, habría que recurrir, por parte del club o de su afición, a otras instancias, ya sean comités europeos o a la justicia ordinaria.

Lo que sí pediría al Presidente, don José Castro, es que el club actúe ante esta sanción con la máxima dureza y contundencia que sea posible. El Presidente del Sevilla tiene que saber –si es que no lo sabe ya– que la afición está más que harta con los continuos agravios que recibe y que siempre estará a su lado, por muy extremas que sean las medidas que tome. Y ya sabemos que si alguien tiene a la afición del Sevilla de su lado, quien tiene ese potencial, es prácticamente invencible.

Rizando el rizo de la desvergüenza

Cuando parecía que el fútbol español no podía caer más bajo, lleno de árbitros y comités corruptos, que no tratan por igual a todos los equipos, o con un reparto injusto de los derechos televisivos que llevan a una liga adulterada desde el inicio, llega la Federación Española de Fútbol y da un giro de tuerca más. Ahora resulta que la supercopa de España se jugará, nada más y nada menos, que en China. Ahí al lado.

La Federación se ha vendido al dinero chino, sin importarle lo más mínimo el interés del aficionado. Esto es algo a lo que, desgraciadamente, ya nos tienen acostumbrados las televisiones, pero ahora se le suma la Federación.

Lo normal es que esto afecte principalmente al Real Madrid y al Barcelona, ya que los desiguales ingresos de estos dos equipos con el resto llevarán a un eterno Madrid-Barcelona, a no ser que se dé la «desgracia» de que estos dos equipos caigan en la misma rama y se vean las caras antes de la final. Pero los aficionados de los equipos que quieran ver a su equipo ganar una final en vivo y en directo tendrán que hacer muchos kilómetros y gastarse mucho dinero. Y todo por el capricho de unos directivos que no tendrán ningún problema, porque tendrán sus entradas reservadas en palco, viajarán en primera clase y se hospedarán en hoteles de cinco estrellas, como mínimo.

La supercopa de España en China. ¡Toma ya! Parece un chiste, pero es verdad, tan real como la vida misma. He tenido que leer el titular de la noticia dos veces, porque creía que lo había leído mal, pero, lamentablemente, no era así.

¿Cuál será la próxima bofetada al aficionado? ¿La Copa del Rey en Quatar? Pensarán que así, al menos, no habrán abucheos y se ganará más dinero, que, parece ser que es lo único que cuenta. No sería de extrañar que también cayeran ante el poder de los petrodólares.

Qué vergüenza. Parece que el dinero lo puede todo. El maldito dinero, odioso a veces, pero tan necesario. Y encima lo quieren vender como una gran éxito. Ya lo que faltaba.

No sé cómo no se rebelan los clubes y dicen que a China va a ir su madre. Pero claro, si no son capaces ni de ponerse de acuerdo para aumentar sus ingresos de manera considerable con un reparto justo de los derechos de televisión, ¿se van a poner de acuerdo para algo que lo más normal es que a la mayoría de ellos no les afecte?

Ya tenemos la peor liga del mundo, y, desde ahora, la peor Supercopa del mundo. Pero no pasa nada, aquí todos contentos. Lo importante es que los medios podrán hacer miles de reportajes sobre los múltiples partidos del milenio entre Madrid y Barcelona.

Por si alguien aún tenía dudas, ya se ha dejado más que claro que el fútbol en España es Madrid y Barcelona. Los demás, son meros comparsas. Es así de triste, pero, desgraciadamente, no hay vuelta de hoja.