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Celta 2 – Sevilla FC 1. Sin ambición, sin fútbol, sin ideas, sin gol y sin puntos. Derrota merecida

Pintaba bien el partido cuando En-Nesyri adelantó al Sevilla en Balaídos con un buen gol. O, en realidad, no tan bien, porque no estaba haciendo un buen partido, pero, al menos, tampoco pasaba apuros ante el Celta. Un Celta que estaba, más que nunca, con la soga al cuello, y al que podríamos haber ahogado si Ocampos hubiera tenido un poco de generosidad y se la hubiera pasado a En-Nesyri. Una ocasión de dos contra uno SIEMPRE tiene que acabar en gol.

En la segunda parte, mientras más pasaban los minutos menos me gustaba el partido. El Celta era el único que intentaba buscar portería, el único que tenía verticalidad, el único que intentaba combinar al borde del área y buscar centros… mientras que el Sevilla parecía que no tenía intención de buscar el 0-2. O a mí al menos me daba esa impresión.

En los últimos quince minutos el partido se desmadró. Se perdió el orden en el centro del campo, ofrecimos grandes espacios que el Celta aprovechó para contragolpear y para hacer el empate. Empate que creo que fue en propia puerta de Diego Carlos, más que de Aspas. Un poco absurdo que te hagan un contragolpe cuando vas ganando y el equipo rival está desesperado, pero eso es lo que pasó.

Este gol hizo que el partido se volviera más loco aún. El Sevilla buscó el gol pero sin cabeza, sin sentido, y encontró su merecido castigo de la forma más cruel: con gol en el descuento.

El Sevilla de Lopetegui de las primeras jornadas tenía virtudes y defectos, pero ahora sólo tiene defectos. Una de las virtudes fue la fortaleza defensiva que consiguió con la pareja de centrales Diego Carlos-Koundé (quien además también aporta ofensivamente). Desde que cambió eso, bien con la entrada de Carriço, Gudelj o Sergi Gómez, la defensa se ha vuelto bastante vulnerable. Ya no vale un solo gol para llevarse un partido, sino que ya es necesario hacer, como mínimo, dos, y eso difícilmente lo va a conseguir Lopetegui jugando con un solo delantero y con tantos jugadores dedicados a la resta.

Y lo malo es que Lopetegui, al igual que le ocurrió a Pablo Machín, es de los que mueren con sus ideas, de los que ni si quiera piensan en cambiar de sistema, con lo que el futuro se vislumbra bastante negro. Para empezar, ya hemos salido de los puestos Champions, donde llevábamos muchas jornadas, y tenemos a tiro de piedra a Real Sociedad y Valencia.

Veremos a ver qué pasa, porque yo creo que la plantilla que tiene Lopetegui es para que se juegue mucho más al fútbol de lo que lo hace este Sevilla, y es para que se busque los partidos con más ambición, sea cual sea el rival que tengamos enfrente. Y por supuesto, a un rival como el de hoy, no hay que permitirle ni la más mínima opción, y hoy le hemos dado la vida, por no ir a por el partido de verdad cuando el control era total, por esa falta de ambición tan típica de los perdedores. Me desespera cuando el Sevilla se pone por delante en el marcador y se encierra atrás. Eso es culpa de Lopetegui, y lo ha hecho en muchísimas ocasiones esta temporada. Algunas veces le ha salido bien y otras, como hoy, no. Llegó incluso a quitar a los dos delanteros en un partido en el Sánchez Pizjuán.

En fin, habrá que esperar, pero la temporada pasada también hubo partidos como el que se ha marcado hoy el Sevilla, y fueron el principio del fin del entrenador. Así que vaya tomando nota Lopetegui, porque si había aficionados que estaban con él, era porque se estaban consiguiendo resultados. Si estos siguen sin llegar… es que no vamos ni a la Europa League.

Preocupante falta de ambición

Lo que más me molestó del partido contra el Levante, no fue el resultado –que también–, sino la falta de ambición que mostró el Sevilla. Se puso el partido de cara con el magnífico gol de Nzonzi, y en lugar de ir a buscar el 0-2, el equipo se dejó ir, dándole vida a un Levante que demostró tener muy poquito para hacer daño al Sevilla. Pero, claro, si al equipo que tienes enfrente, por muy malo que sea, no lo rematas, puede pasar lo que, de hecho, pasó: que, prácticamente en la primera y única ocasión, te empatan el partido.

El gol fue un mazazo, porque además fue bastante evitable. Era un disparo escorado y Beto sólo alcanzó a rozar el balón, con la mala suerte de que quedó muerto en línea de gol tras rebotar en el larguero.

De ahí hasta el final, un fúbol bastante simple por parte de los dos equipos, careciendo el Sevilla de la capacidad de reacción de la que hizo gala en la pasada temporada.

Igualmente, echo en falta el acierto que se tenía en jugadas de estrategia. También parece que se ha esfumado esa faceta del juego, a pesar de tener en la plantilla más lanzadores que nunca y jugadores que van bien por arriba.

A pesar del mal partido del Sevilla, se pudo ganar perfectamente, ya que se crearon ocasiones para ello. A mi modo de ver, hubo tres jugadas claves, en la que ninguna salimos favorecidos: cuando Vitolo, tras una gran jugada personal, la tiró al portero, pudiendo haber logrado el 0-2; el fallo de Beto en el gol encajado, y, finalmente, el grave error del árbitro, Iglesias Villanueva –no me gusta nada este árbitro–, que no señaló las manos clarísimas de Juanfran dentro del área. Habría supuesto penalti y expulsión. Es el segundo partido consecutivo donde los árbitros perdonan una expulsión a nuestros rivales. Tampoco estamos teniendo suerte en ese sentido.

También hubo tiempo para un detalle de falta de concentración. Pocas veces se ve una falta de saque de banda porque un jugador se meta en el terreno de juego al sacar. Pues eso le pasó a Trémoulinas.

Es cierto que todavía queda mucho, muchísimo, pero mal vamos si no somos capaces de ganar ante equipos tan débiles como el Málaga y el Levante. Pero lo que más me preocupa no son los resultados, sino lo que he comentado en este post: falta de ambición, de concentración y de acierto de cara a gol. Si a eso le añadimos malos arbitrajes, nos sale como resultado unos paupérrimos dos puntos, de nueve posibles.

El martes Champions. A ver si es posible que, por fin, veamos nuestra primera victoria.