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Atlético de Madrid – Sevilla. Cuidado con las expulsiones

Conocidos y amigos míos casi se escandalizaban cuando les decía que yo prefería, como rival para semifinales, al Betis en lugar del Atlético de Madrid. Mi preferencia se fundamentaba en dos razones: en primer lugar, el Atlético tiene mucho mejor plantilla que el Betis, y en segundo lugar, el equipo madrileño tiene tras de sí un importante apoyo mediático, que puede conllevar a que el árbitro –si no tiene categoría suficiente, que es lo habitual– tenga bien clarito cuándo puede equivocarse y con qué rival. Hablando en román paladino, hay muchas posibilidades de que el árbitro nos perjudique, ya sea por jugadas polémicas o por ese arbitraje sibilino al que ya, desgraciadamente, estamos acostumbrados: distinto rasero en faltas, fueras de juego, tarjetas…

Recuerdo el caso de aquella famosa semifinal Athletic-Sevilla, donde Del Nido se pasó de listo al decir: «Nos vamos a comer el león desde la cabeza a la cola». En aquel partido el Athlétic nos pasó por encima, pero al poco de darse el pitido inicial, se dio una jugada que en casi todos los medios de comunicación pasaron por alto pero que a mí se me quedó grabada para siempre: Navas salió disparado como un cohete, en un peligroso contragolpe, y fue brutalmente zancadilleado por detrás. Con el reglamento en la mano, tarjeta roja indiscutible. Pero el árbitro de la contienda no cumplió con su deber. Mejuto González no pudo con la presión –siendo bien pensado–. Pitó la falta, eso sí, pero no se atrevió a mostrar la tarjeta roja –ni amarilla siquiera–, y además le sacó la amarilla a Navas por protestar. Ese detalle me dejó claro –y posiblemente a los jugadores– que en ese partido no había nada que hacer. Después llegaron múltiples fallos defensivos, los tres goles y la eliminación.

El partido de esta noche me recuerda a aquél de Bilbao. Hay mucho en juego y muchísima presión para todos, árbitro incluido. Convendría, por tanto, no facilitar las cosas. Y digo esto porque no se me ha pasado por alto la actitud de Diego Costa en cuartos de final contra el Betis, ni la reacción de Amaya.

En nuestra plantilla hay un par de jugadores que tienden a caer en provocaciones, como son Gary Medel y Emir Spahic, así como un central, Fazio –si es que no se va al Zenit y juega finalmente– que a veces no evalúa bien los riesgos de una entrada, como le ocurrió en el Sevilla-Málaga, donde fue expulsado justamente por hacer penalti y evitar una ocasión manifiesta de gol. Así que mucho ojo con las expulsiones, porque pueden decidir el partido e incluso la eliminatoria.

En cuanto a la portería, espero que Emery se decante por Beto, si es que tiene alguna duda al respecto. Yo no la tendría, porque, como he dicho antes, es un partido donde hay mucha presión, y, sinceramente, creo que a Julián este partido le viene demasiado grande. Hoy tiene que defender nuestra puerta un guardameta con experiencia. Habrá quien diga que acaba de aterrizar y ni siquiera conoce a la defensa. ¿Y acaso Julián la conoce mucho mejor?

Partido complicadísimo el de esta noche. Sólo si tenemos mucha concentración, un mínimo de acierto y la cabeza fría podremos tener opciones para la vuelta. Estamos a dos pasos de una final, y no podemos permitirnos el lujo de dar el primero en falso.

Sevilla 1 – Valencia 0. Milagro en el Sánchez Pizjuán

El milagro no es por ganar al Valencia, que es un gran equipo, sino por ese momento fatídico donde nos encontramos con dos jugadores expulsados y un penalti en contra, y con muchos minutos por delante. Entonces piensas: «Para que no perdamos hoy, hace falta un milagro». Y lo hubo, porque el penalti se falló y después hubo una ligera compensación de fuerzas, al ser expulsado Adúriz. El final feliz llegó porque los jugadores se vaciaron, dieron hasta la última gota de sudor, y la grada les dio el aliento suficiente para no desafallecer.

Pero antes de eso, el Sevilla hizo méritos como para llevar una buena ventaja en el marcador. La primera parte fue dominada por el Sevilla, que controlaba un centro del campo donde el Valencia se mostraba lento, impreciso y falto de agresividad –gracias Emery, por no convocar a Albelda y a Pablo Hernández–. El Sevilla mostró una notable mejoría con respecto a partidos anteriores, al estar más entonados Perotti y Navas. Perotti incluso llegó a tirar a puerta con peligro en alguna ocasión, que es algo que parecía que se le había olvidado. Medel estuvo impresionante, y fue un jabato incansable durante todo el partido. El Sevilla jugaba mejor que el Valencia en la primera parte y merecía el gol. El primero tras espectacular chilena de Negredo, se le fue anulado injustamente a Kanouté. Sin embargo, el maliense marcó poco después el que sería el definitivo 1-0, a pase de Navas.

En la segunda parte llegaría el sufrimiento, porque el Valencia salió más enchufado y por las dos amarillas absurdas de Trochowski: la primera innecesaria, y la segunda demasiada inocente. También llegó el clarísimo penalti de Escudé, quien también fue expulsado. Menos mal que Adúriz calló en la provocación de Spahic y también se fue a los vestuarios antes de tiempo.

Descatar por último el sensacional partido de la defensa, donde destacaron Spahic y Fernando Navarro, y, por supuesto, Javi Varas, que sacó dos o tres manos espectaculares que impidieron que volaran los primeros puntos de nuestro estadio.

Lo único que no me gustó fue el papel que hizo Manu del Moral, que se dedicó a deambular por el centro del campo, a la caza de un balón que nunca le llegó. Pero Del Moral ni presionaba, ni se desmarcaba, ni apoyaba a los compañeros… Prácticamente fue un espectador más. Para eso, casi hubiera preferido que Marcelino sacara un centrocampista más. Ya que casi se había renunciado al ataque, al menos se habría fortalecido el centro del campo.

Esperemos que no nos tengamos que acordar al final de liga del gol anulado a Kanouté, que puede cobrar mucha importancia en cuanto al goalaverage con el Valencia, uno de nuestros rivales directos. Se sufrió mucho, pero mereció la pena. La afición estuvo insuperable. Como dice Marcelino, si sigue esta comunión entre afición y equipo, pocos puntos se van a ir del Sánchez Pizjuán.