Son las últimas salidas del Sevilla FC. Éstas, a diferencia de la de Rodri, sí las entiendo, y es por lo siguiente:
Dabo. Este joven jugador polivalente no ha estado al nivel que se esperaba de él. Su posición está bien cubierta tanto en la derecha (Coke y Cáceres) como en la izquierda (Navarro y Luna). Para mí es un jugador aprovechable, pues sabe mantener el balón, lo pasa aceptablemente y es rápido. Pero tiene un defecto, y bastante grave para un defensa: no es bueno en la marca. Además, a veces se despistaba al hacer el fuera de juego y le cogían las espaldas con relativa facilidad. Si subiera su nivel defensivo, dada su juventud, sería un jugador más que interesante. Pero si los técnicos no le ven margen de mejora y ven provechosa su venta, pues hacen bien en traspasarlo.
Romaric. Se trata de un jugador muy técnico, con una zurda que puede decidir partidos, pero también tiene un defecto bastante grave: no es un buen profesional. No es de recibo que descuide su forma física hasta el punto de arrastrarse por el campo. Es una pena, porque Romaric tiene calidad para dar y regalar, pero también es muy lento, y en el fútbol moderno es fundamental pensar y actuar con rapidez. A veces, desespera porque retiene demasiado el balón y, por consiguiente, ralentiza el juego del equipo.
Bernardo. El colombiano es una de las promesas del filial, y a pesar de que lo hizo muy bien en el Sevilla Atlético, quizás no estuvo a la altura en los pocos minutos que disputó en Primera División. En todo caso, es un jugador en quien se tienen depositadas muchas esperanzas, y que necesita jugar muchos minutos, de ahí que supuestamente se haya cedido al Rácing de Santander –aunque aún no lo ha hecho oficial el Sevilla–, sin opción de compra.
Ahora hay que ver qué delantero llegará. Porque si finalmente no llega ninguno, eso no lo podré entender jamás. Por mucho que me lo expliquen. Y sólo quedan siete minutos para el cierre del plazo.