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Sevilla FC 0 – Sporting de Gijón 0. Ventaja dilapidada

Tampoco llegó ayer esa victoria que cura todos los males y despeja todas las incertidumbres. El Sporting, un equipo que está en puestos de descenso por méritos propios, también rascó un punto, a pesar de que no hizo mucho por merecerlo.

Lo poco que hizo el Sporting, lo hizo en la primera parte, aprovechando que el Sevilla saltó al campo dormido. Hasta en tres ocasiones llegaron los asturianos hasta la línea de fondo y lograron centrar al punto de penalti. No se adelantaron en el marcador de milagro. Y es que la primera parte del Sevilla fue de pena. Con mucha posesión, eso sí, pero incapaz de superar las dos líneas defensivas del Sporting. Algo que también era lógico, por otra parte, ya que el Sevilla jugaba sin intensidad alguna y movía el balón con una lentitud desesperante, al ritmo cansino de Nasri, quien, a mi modo de ver, sigue sin justificar su titularidad.

Como ya ha ocurrido en otros partidos, el Sevilla desperdició la primera parte. En la segunda, sin embargo,  ya se vio a un Sevilla que se parecía más al que todos queremos ver. Desde el princio, se vio que algo había cambiado. La agresividad aumentó y se buscó el gol de forma constante. Las ocasiones se sucedieron, pero, para nuestra desgracia, la efectividad fue del 0%. N’Zonzi, por ejemplo, falló tres ocasiones claras, pero la mejor de todas fue un tiro fuerte, raso y ajustado de Vitolo. Una de esas jugadas que sólo un paradón puede evitar… y, lamentablemente, ahí estaba Cuéllar para evitarlo.

El partido fue un querer y no poder. No se pudo ni con el Sporting ni con el árbitro. Como ya ocurriera contra el Leganés, donde nos anularon un gol legal, volvimos a tener otro arbitraje perjudicial. Vicandi Garrido volvió a demostrar que es el peor árbitro de Primera, con permiso de Mateu Lahoz. Debe de tener un enchufe de primera categoría, porque, si no, no se explica que esté en Primera División. Sus errores fueron constantes, pero los más graves fueron perdonar, hasta en dos ocasiones, la segunda amarilla al central Amorebieta. Una de esas amarillas habría sido por manos dentro del área. Manos que, por supuesto, no vieron ni el asistente –que esta perfectamente colocado– ni Vicandi.

Vicandi también dejó muestras de su incapacidad al pitar un penalti contra el Sevilla por entender mal la indicación de su asistente –menos mal que rectificó– y al permitir que el guardameta del Sporting, Cuéllar, perdiera tiempo, de forma descarada, retrasando exageradamente los saques de puerta y fingiendo lesiones, durante los noventa y cinco minutos de partido. Ni siquiera le mostró tarjeta amarilla, quedando todo en una simple advertencia.

El Sevilla mereció ganar, pero en fútbol lo único que se valora es el gol, y si fallas todo lo que creas, lo mejor que se puede conseguir es un empate a cero que no nos sirve para luchar por la tercera plaza, aunque sí para mantener la cuarta a buen recaudo, al menos por el momento.

Una vez perdida la tercera plaza, después de dilapidar en un nefasto mes la gran ventaja que se tenía con el Atlético de Madrid, dudo que la volvamos a recuperar, ya que el Atlético lo está ganando todo y tenemos que visitar el Bernabéu y el Nou Camp. Tampoco es que las sensaciones que transmite el equipo sean muy buenas, ya que los jugadores importantes siguen estando lejos de su mejor nivel. Y por supuesto, no se puede olvidar que ya no contamos con el factor campo, y que así es mucho más complicado lograr los objetivos, ya que el Ramón Sánchez Pizjuán ha pasado de ser casi inexpugnable a bastante asequible, pues hasta los equipos que habitan la parte baja de la tabla están logrando puntuar.

Quizás sea el momento de mirar hacia abajo y no hacia arriba, porque mucho tienen que cambiar las cosas para que consigamos recuperar esa tercera plaza que hemos ocupado durante gran parte de la temporada. La cuarta plaza, si se consiguiera –aún quedan muchos puntos en juego–, no sería un fracaso, pero no garantiza ir a la fase de grupos de la Champions y sabe a poco después de la temporada que se estaba haciendo.

 

Valencia 3 – Sevilla FC 1. El Sevilla cae al encajar tres goles perfectamente evitables

El Sevilla pierde la cuarta plaza ante un rival directo –aunque no debería serlo, pues su dueño ha gastado más de cien millones de euros en fichajes–, el Valencia, que no tuvo que hacer gran cosa para ganar el partido. Simplemente, se limitó a aprovechar tres regalos en defensa:

El primer gol llegó tras un penalti que no debió señalarse. Es cierto que Diogo le da una patada a Negredo, pero es en respuesta a un claro empujón de éste. No hay carga legal, puesto que el empujón es con el antebrazo y no con el hombro. Pero es evidente que esa patada sobraba, ya que con ella se dan motivos para que un mal árbitro, como el de ayer, tire por el camino fácil: señalar penalti para el equipo local.

El segundo gol no tiene por dónde cogerse, pues además es una jugada donde el Sevilla es reincidente. Ya la he visto en demasiadas ocasiones durante esta temporada, y supongo que seguiremos cometiendo ese mismo fallo en próximos partidos. Me refiero a la jugada donde en un córner o falta a favor, van al remate demasiados jugadores, arriesgándonos a que nos hagan un contragolpe fatal. Para colmo, además de que se quedan muy pocos jugadores a un posible rechace, no lo hacen los más rápidos. Eso nos pasó ayer en el segundo gol. Si hubiera sido la última jugada del partido, lo habría entendido, pero fue en el primer tiempo.

Y el tercer gol es sorprendente. Beto tiene varios jugadores a los que pasar el balón, pero decide pasarlo a una zona cercana del centro del campo donde sólo hay jugadores del Valencia. Como nuestros laterales son bastante endeblitos, Rodrigo no encontró mucha resistencia para centrar a la frontal del área, donde Javi Fuego remató a placer.

Demasiadas facilidades para un Valencia que es un buen equipo, por mucho que ayer se mostrara vulgar y marrullero. Y si ante un buen equipo, además de no estar contundentes atrás, fallas también un penalti, y apenas se crean ocasiones de gol, pues está clarísimo que llevarse los tres puntos es poco menos que misión imposible.

El árbitro, Jaime Latre, merece mención aparte. En la primera parte estuvo, más o menos, bien, pero en la segunda, como suele decirse, se cagó. Le tembló el pulso a la hora de expulsar a algún jugador valencianista, como Enzo Pérez, al que perdonó la segunda amarilla o a Gayá, que debió ser expulsado con roja directa por brutal entrada a Krychowiak. Ya hay que ser malnacido –por no utilizar otra palabra malsonante– para hacer una entrada así con el partido decidido, y ya hay que ser malnacido para no sancionarla, ni siquiera, con tarjeta amarilla. Esa jugada, por sí sola, descalifica totalmente al árbitro.

Esperemos que lo de Krychowiak se quede sólo en un susto, pero las primeras impresiones son de que la lesion no es ninguna tontería, pues podría estar afectado el ligamento externo.

Espero equivocarme, pero creo que será imposible mantener el ritmo de Atlético de Madrid, Valencia y Villarreal en la lucha por conseguir plaza Champions. Ya tenemos demasiadas bajas importantes, y de larga duración: Trémoulinas, Reyes, M’Bia, Cristóforo, y ahora, muy posiblemente, Krychowiak. Además, Pareja tiene molestias musculares un día sí y otro también, aunque, por fortuna, parece que no se rompio ayer y sólo tiene una sobrecarga.

Lo único que me gustó del partido es que el Sevilla no bajó nunca los brazos y que fue a por el partido desde el inicio. Pero eso, ante buenos equipos no es suficiente.

Por cierto, prácticamente jugamos con un jugador menos, puesto que Banega no aportó absolutamente nada. Si acaso, ralentizar el ataque.

Y ahora, a pensar en el Español. De nada sirve recordar los tres puntos –más el goalaverage– que se fueron en Mestalla.