Hay muchos dichos en el fútbol. Uno de ellos dice que los equipos grandes no necesitan muchas ocasiones para marcar, ya que tienen jugadores de mucha calidad que, en cuanto tienen una ocasión clara, la enchufan dentro. Otro dicho es que los equipos pequeños salen a encerrarse, a achicar espacios, a perder tiempo y esperar a que suene la flauta en algún contragolpe o a balón parado.
Ayer, en el Chelsea-Barcelona nada de eso se llevó a cabo. Fue un encuentro entre dos de los mejores equipos del continente. Vimos un Barcelona claramente superior a su rival y que dispuso de clarísimas ocasiones para marcar. Dos de ellas dieron en los postes, pero quizás el error más llamativo fue el que cometió Cesc, con casi todo a su favor para marcar, a pocos metros de la portería, pero que únicamente fue capaz de rozar el balón. ¿No quedábamos en que los jugadores de calidad no fallaban ocasiones claras de gol? ¿Cómo es que a Alexis, solo ante el portero, se le ocurre estrellar el balón contra el larguero?
También pudimos ver a un Chelsea, acobardado, agazapado atrás, esperando su oportunidad. Quizás su entrenador hizo este planteamiento porque es italiano y quiso poner en práctica el famoso catenaccio, posiblemente reconociendo su inferioridad ante el Barcelona de antemano, a pesar de gastarse Abramovich, el multimillonario dueño del Chelsea, muchos millones de euros cada temporada. Pero ¿acaso es el Chelsea un equipo pequeño? ¿Cómo es que entonces se atreve a jugar de esa manera? ¿Le importó a su afición el planteamiento ultradefensivo de su equipo? A decir por la reacción de los aficionados, parece que no fue así. Después de todo, lo único que cuenta en el fútbol, aunque muchos incomprensiblemente no se den cuenta, es el resultado.
Lo cierto es que el Barcelona, a poco que hubiera estado acertado, incluso pudo haber dejada sentenciada la eliminatoria. Pero no fue así, y, curiosamente, el Chelsea supo aprovechar una de sus pocas ocasiones de gol. Me acordé de la cantidad de veces que he visto la copia idéntica en el Chelsea-Barcelona en el Ramón Sánchez Pizjuán, y lo mal que sienta perder un partido de esa manera.
Finalmente, en el partido de ayer sí se cumplió, al menos, un dicho: el que perdona suele perder el partido. Mucho tendrá que mejorar el Chelsea para no ser eliminado. O eso, o encomendarse a la diosa Fortuna, como ocurrió ayer.