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Mi experiencia, deportiva y extradeportiva, de la final de Basilea

Ya somos pentacampeones de Europa, que se dice pronto. En esta ocasión tuvimos que vencer a un gran equipo, como es el Liverpool, que llegó a tenernos contra las cuerdas, en determinados momentos de la primera parte.

El partido empezó bien, controlando el juego y viéndose, con claridad, que el Liverpool nos tenía un gran respeto. Pero con el paso de los minutos, el equipo inglés empezó a llegar a nuestra área con relativa facilidad y tuvo un par de ocasiones claras para adelantarse en el marcador. Además, temí que el árbitro pitara una clara mano de Carriço dentro del área, cosa que, por suerte, no ocurrió. En una de esas llegó el gol –golazo más bien– de Sturridge, con un disparo con el exterior que colocó muy bien junto al poste.

A partir de este momento, hasta el final de la primera parte, lo pasó muy mal el Sevilla. Un gol anulado al Liverpool y una ocasión donde el balón se paseó por el área pequeña de Soria, me hizo rezar para que llegáramos con sólo 1-0 al descanso, con la esperanza de que Emery y los jugadores pudieran resetearlo todo, porque parecía que no estábamos jugando una final, sino un amistoso, hasa el punto de que el 2-0 no llegó de milagro, más que por acierto de los reds, por nuestros propios despropósitos. En varias ocasiones perdimos el balón en zonas peligrosísimas, quizás por un exceso de confianza, pero el desajuste fue total y estuvimos cerca de tirar la final a la basura.

Afortunadamente, el Sevilla de la segunda parte no tuvo nada que ver con el de la primera, y eso se vió desde el saque inicial. Apenas 15 minutos tardó el Sevilla en empatar, gracias a una sensacional jugada de Mariano, que casi se burla de Alberto Moreno, y deja el balón para que Gameiro sólo tenga que empujarla. Mazazo para el Liverpool y chute de adrenalina para el Sevilla.

Si el primer gol fue bonito, el segundo lo fue mucho más, al ser una jugada de todo el equipo, con varias paredes, y con una muy buena finalización de Coke, que fue el auténtico héroe de la noche, ya que poco después conseguiría el tercer gol que, prácticamente, dejó visto para sentencia el partido. Como no podía haber sido de otra manera, Coke fue elegido el hombre del partido, pero dicho honor debería haber recaído en Gameiro, de no haber fallado dos ocasiones donde se quedó solo ante Mignolet.

Curiosamente, la famosa pareja Coke-Mariano fueron jugadores claves para imponerse al Liverpool. El primero, asistiendo en el primer gol, y el segundo marcando por partida doble.

Se pasó mal durante varios minutos, pero, al final, la copa se fue para Sevilla, como debía ser. Pase lo que pase el domingo, la temporada será de sobresaliente: nuevo título y clasificación directa para la Champions League.

En cuanto a otros aspectos de la final, tengo que decir que la organización de la final, en todos los aspectos, ha sido nefasta. He estado en todas las finales europeas, a excepción de Varsovia y las Supercopas que no se disputaron en Mónaco, y la de Basilea ha sido verdaderamente lamentable. Como se suele decir, no ha ocurrido una desgracia porque Dios no ha querido.

Dejando a un lado los malos y escasos medios de transportes para desplazarse desde la Fanzone al estadio o desde el estadio al centro de la ciudad –tiene su importancia pero no deja de ser una simple incomodidad–, lo peor tuvo lugar dentro y fuera del estadio. Dentro del estadio no se tuvo la precaución de separar a los aficionados de ambas aficiones, con lo que, en una final, con la tensión que hay, era jugar con fuego. De ahí que hubiera incidentes en la grada.

Pero lo que sí fue extremadamente grave, y pudo acabar en tragedia, fue la mala organización en el acceso al estadio. Yo llegué al estadio una hora y cuarto antes del comienzo del partido, y ya había una multitud importante esperando para entrar. Por delante de esa multitud, había muchos policías antidisturbios y unas vallas, quedando sólo un estrecho espacio para que entraran los aficionados. Es de suponer –yo no lo veía desde mi sitio, bastante alejado de la entrada– que la persona que entraba era minuciosamente registrada. El problema es que el flujo de gente que entraba era ridículo, y hacer eso con las tres mil o cuatro mil personas que estábamos esperando, era totalmente inviable. Y claro, pasan quince, veinte, cuarenta minutos… y ves que aquello no se mueve, y el comienzo del partido se acerca.

Quedaban veinte minutos para el inicio y ya a la gente se le acababa la paciencia: gritos, insultos, empujones, se empezó a tirar vasos de cerveza a los antidisturbios… Pero la policía seguía impasible. Allí no se movía nada. Un antidisturbio estuvo grabando en video, continuamente, a la multitud –lo que enfurecía más a la gente–, y, de vez en cuando, asomaba por encima de las vallas un tipo enchaquetado, que supongo que sería el máximo responsable de seguridad, oteaba el horizonte durante unos segundos y desaparecía entre los silbidos y abucheos de la gente, que cada vez estaba más nerviosa.

La tensión y el peligro era tan palpable que algunas personas empezaron a salir de la bulla, principalmente personas mayores y padres que sacaban a sus hijos. Un padre salía con sus dos hijos de unos 13-15 años, y uno de ellos le protestaba porque llevaban allí mucho tiempo esperando, a lo que el padre le respondió con un contundente «la seguridad es lo primero». La presión de la bulla estaba lejos de ser la que se produce, por ejemplo, cuando pasa una cofradía por la calle Francos y se forman «ríos» de gente, cada uno queriendo ir para una dirección distinta, pero empezaba a ser bastante agobiante. El principal riesgo que se corría era que los antidisturbios cargaran o que se formara una avalancha. Esta última opción parecía la más probable, porque oía por detrás de mí gritos de «avalancha, avalancha».

Por suerte, no pasó nada, pero no me quiero ni imaginar las consecuencias que habría tenido una carga o una avalancha, sobre todo para los más pequeños.

Al final, a falta de quince minutos para el inicio del partido, se impuso la cordura y se abrió más espacio para que pudiera entrar los aficionados, quienes ya casi ni eran registrados. En mi caso, tardaron unos diez segundos en cachearme y registrar mi pequeña mochila, pero hubo mucha gente que ni la registraron. Un exceso de celo en la seguridad no sirvió para nada, sólo para provocar el caos y la indignación, y, verdaderamente, la mala organización que sufrimos hace plantearte si merece la pena desplazarte a ver una final. Eso sí, efectivos policiales hubo de sobra, en el centro y en el estadio. El aeropuerto estaba prácticamente tomado por el ejército –soldados con fusiles de asalto– y dos helicópteros estuvieron dando vueltas todo el día. Pero fallaron en lo básico, hasta el punto de que me llevé la impresión de que Suiza es un país tercermundista donde todo está muy caro.

En este sentido, me quedé impresionado cuando, ya dentro del estadio, se me ocurrió pedir agua. La muchacha me dio un vaso de agua de plastico, que ya tenía allí preparado, de un tamaño un poco menor de medio litro –por tanto, no sé si era agua mineral o del grifo– y me dijo que «eran siete». Siete céntimos me parecía muy poco y siete francos –casi ocho euros– me parecía una barbaridad. Efectivamente, eran siete francos. Pero lo más gracioso fue que me dijo que «si entregaba el vaso, me devolvía dinero». Y cuando lo hice, me devolvió dos francos por entregar un vaso de plástico. Si no llego a estar muerto de sed… No sé qué habrían cobrado por un refresco, pero me lo imagino.

Llegué a mi asiento diez minutos antes del inicio del partido, aún con el susto en el cuerpo y repleto de indignación, pero dispuesto a disfrutar del partido.

Todavía me quedaban más sorpresas, por la mala organización de «Viajes El Corte Inglés» y por el numerito que se montó en el aeropuerto, que volvió a dejar en evidencia que UEFA no escogió la sede adecuada. El aeropuerto de Basilea, simplemente, no tiene la capacidad de dar salida a tantos vuelos ni a acoger a tantas personas. Tuve mucha suerte porque sólo salí con una hora de retraso, pero, sobre todo, porque mi avión no fue el que tenía problemas técnicos y que vio retrasada su salida, sin ni siquiera una hora estimada.

En Basilea viví momentos malos pero que fueron compensados por los buenos: la quinta Europa League del Sevilla FC, ante el Liverpool. Otro momento histórico que tuve el privilegio de disfrutar en vivo y en directo.

Basilea 0 – Sevilla FC 0. Un mal resultado y una falta de ambición alarmante

Partido muy decepcionante el de ayer. Ciertamente, esperaba mucho más del Sevilla, que se pareció al que estamos acostumbrados a ver fuera de casa, con la diferencia de que el Basilea apenas exigió, dando la impresión de que un 0-0 era para ellos un buen resultado. Y desde luego que lo es, gracias a que el Sevilla no fue capaz de hacer un gol ante un equipo notablemente inferior.

En las eliminatorias, mi preferencia es jugar el primer partido fuera de casa, porque si haces un gol, a no ser que recibas una goleada, tienes muchas posibilidades de pasar la eliminatoria. El problema es que el Sevilla apenas lo intentó, hasta el punto de que la primera ocasión de gol no llegó hasta casi la hora de partido (minuto 59), y en la media hora restante tampoco lo hizo mucho mejor, ya que sólo dispuso de un par de ocasiones más. Es decir, la falta de ambición del Sevilla fue notoria y muy preocupante. El Sevilla muchas veces ha tirado a la basura la primera parte de los partidos y ayer tiró la primera parte de la eliminatoria.

El resultado es bastante peligroso, ya que nos obliga a ganar en el partido de vuelta. Cualquier otro resultado nos lleva a la eliminación o, en el mejor de los casos, a la prórroga. Para estar medianamente tranquilos, será necesario ponernos, cuanto antes, con una ventaja de dos goles, no vaya a ser que a ellos les dé por marcar a balón parado –Janko va muy bien por arriba– o en un contragolpe –el camerunés Embolo, que no jugó ayer, es rapidísimo y se supone que la estrella del equipo–.

El árbitro de ayer, el inglés Anthony Taylor, fue, sin duda, el peor que recuerdo en competición europea. Sus decisiones eran totalmente caóticas. No se sabía por dónde iba a salir. Todas las tarjetas a los jugadores del Sevilla fueron por faltas leves, o ni siquiera fueron falta. Su principal víctima fue N’Zonzi, que fue expulsado de manera totalmente injusta, por doble amarilla. Sin embargo, no se atrevió a expulsar a Walter Samuel, quien debió irse camino de vestuarios, hasta en dos ocasiones, en la primera parte. Taylor estuvo tan desastroso que parecía un árbitro español. Una especie de Muñiz Fernández —por suerte, ya retirado–, pero sin pelo.

En fin, habrá que hacer en casa lo que no se es capaz de hacer fuera. Lo bueno que tiene el jugar la vuelta en casa es que te juegas la eliminatoria arropado por los tuyos.

Aunque el resultado de la ida no ha sido bueno, soy optimista con respecto a la vuelta. Y lo soy porque aunque esperaba mucho más del Sevilla, también lo esperaba del Basilea. Nos tuvieron excesivo respeto, más bien miedo, con lo que espero que harán un partido de vuelta bastante defensivo, donde quizás sería mejor contar con Llorente antes que con Gameiro, que no tendrá muchos espacios para explotar su juego.

Espadas en todo lo alto, a pesar de haberse jugado con fuego. El día 17 nos espera una gran noche europea. Hay que llenar el estadio.

 

Y el nombre de hoy es: Eren Derdiyok

Aparece publicado en la prensa de hoy el posible interés del Sevilla en el suizo Derdiyok, del Bayer Leverkusen. Tengo que reconocer que lo primero que he pensado ha sido: ¿pero este quién es? Después me he informado un poco y parece que puede ser un jugador interesante: internacional, joven (va a cumplir 23 años), con mucha movilidad, va muy bien por alto, y aunque sus cifras de goles no son abultadas, eso es algo que se puede mejorar. Viendo sus cualidades parece que sería un jugador para sustituir a Kanouté, en el caso de que saliera éste. Por cierto, Kanouté, en principio, cuando el Sevilla lo fichó del Tottenham, tampoco tenía entre sus cualidades la de ser un goleador nato.

Uno de los inconvenientes de Derdiyok supongo que será su precio. El Bayer Leverkusen lo fichó por  4 o 5 millones de euros (varía según los medios), y ahora que está teniendo actuaciones destacadas en la Bundesliga, a buen seguro que su precio se habrá disparado.

Derdiyok nació en Basilea, Suiza, aunque sus padres son turcos, lo que le vale para poseer la doble nacionalidad. Eren dió sus primeros pasos en el BSC Old Boys suizo, llegando al primer equipo en la temporada 2005/06, disputando 18 partidos y anotando 10 goles. Tan solo unos pocos partidos fueron suficientes para que fichara por el Basilea. En las tres temporadas que ha permanecido en el Basilea se ha formado como jugador de primer nivel, convirtiéndose en uno de los referentes del equipo y disputando competición europea, tanto liga de campeones como la antigua Uefa. Derdiyok ha sido internacional en los escalafones inferiores de la selección suiza, en categoría sub-19 y sub-21, en ambas aunque no disputó demasiados partidos si registró excelentes cifras goleadoras. A principios de 2008 debutó con la selección absoluta suiza y fue convocado para la Eurocopa de Austria y Suiza disputada el mismo año, en el que su selección que actuaba como anfitriona no pasó de la primera fase, aunque el dejó algunos destellos de su gran calidad. Jugó el mundial del año pasado. Llegó al Bayer Leverkusen en 2009. Derdiyok tiene criterio con el balón en los pies, pero sobre todo destaca por su imponente salto de cabeza, una gran capacidad para retener el balón de espaldas esperando la llegada de sus compañeros y un buen lanzamiento desde la media distancia.

Derdiyok es un delantero centro de grandes condiciones físicas, 1,90 cm de altura y 83 kg de peso, pero que pese a su gran corpulencia posee una muy buena habilidad, tanto a la hora de manejarse con el balón en los pies como para realizar inteligentes desmarques y excelentes movimientos en los últimos metros. Es un delantero muy dinámico y sabe a la perfección buscarse huecos. Potente, rematador, dotado de una buena técnica individual y con gran facilidad para armar la pierna, no duda en disparar siempre que tiene posibilidad, pues tiene muy buen golpeo con ambas piernas, aunque la que mejor utiliza es la diestra. Además, sabe sacar rendimiento a la perfección a sus muchos centímetros, ya que tiene un poderoso juego aéreo y un potente remate de cabeza. Hasta el momento no se ha destapado como un delantero que registre grandes cifras goleadoras por temporada, pero sí garantiza una cantidad aceptable de goles.
Lo dicho, un jugador bastante interesante.

Y el nombre de hoy es: Eren Derdiyok


Aparece publicado en la prensa de hoy el posible interés del Sevilla en el suizo Derdiyok, del Bayer Leverkusen. Tengo que reconocer que lo primero que he pensado ha sido: ¿pero este quién es? Después me he informado un poco y parece que puede ser un jugador interesante: internacional, joven (va a cumplir 23 años), con mucha movilidad, va muy bien por alto, y aunque sus cifras de goles no son abultadas, eso es algo que se puede mejorar. Viendo sus cualidades parece que sería un jugador para sustituir a Kanouté, en el caso de que saliera éste. Por cierto, Kanouté, en principio, cuando el Sevilla lo fichó del Tottenham, tampoco tenía entre sus cualidades la de ser un goleador nato.

Uno de los inconvenientes de Derdiyok supongo que será su precio. El Bayer Leverkusen lo fichó por  4 o 5 millones de euros (varía según los medios), y ahora que está teniendo actuaciones destacadas en la Bundesliga, a buen seguro que su precio se habrá disparado.

Derdiyok nació en Basilea, Suiza, aunque sus padres son turcos, lo que le vale para poseer la doble nacionalidad. Eren dió sus primeros pasos en el BSC Old Boys suizo, llegando al primer equipo en la temporada 2005/06, disputando 18 partidos y anotando 10 goles. Tan solo unos pocos partidos fueron suficientes para que fichara por el Basilea. En las tres temporadas que ha permanecido en el Basilea se ha formado como jugador de primer nivel, convirtiéndose en uno de los referentes del equipo y disputando competición europea, tanto liga de campeones como la antigua Uefa. Derdiyok ha sido internacional en los escalafones inferiores de la selección suiza, en categoría sub-19 y sub-21, en ambas aunque no disputó demasiados partidos si registró excelentes cifras goleadoras. A principios de 2008 debutó con la selección absoluta suiza y fue convocado para la Eurocopa de Austria y Suiza disputada el mismo año, en el que su selección que actuaba como anfitriona no pasó de la primera fase, aunque el dejó algunos destellos de su gran calidad. Jugó el mundial del año pasado. Llegó al Bayer Leverkusen en 2009. Derdiyok tiene criterio con el balón en los pies, pero sobre todo destaca por su imponente salto de cabeza, una gran capacidad para retener el balón de espaldas esperando la llegada de sus compañeros y un buen lanzamiento desde la media distancia.

Derdiyok es un delantero centro de grandes condiciones físicas, 1,90 cm de altura y 83 kg de peso, pero que pese a su gran corpulencia posee una muy buena habilidad, tanto a la hora de manejarse con el balón en los pies como para realizar inteligentes desmarques y excelentes movimientos en los últimos metros. Es un delantero muy dinámico y sabe a la perfección buscarse huecos. Potente, rematador, dotado de una buena técnica individual y con gran facilidad para armar la pierna, no duda en disparar siempre que tiene posibilidad, pues tiene muy buen golpeo con ambas piernas, aunque la que mejor utiliza es la diestra. Además, sabe sacar rendimiento a la perfección a sus muchos centímetros, ya que tiene un poderoso juego aéreo y un potente remate de cabeza. Hasta el momento no se ha destapado como un delantero que registre grandes cifras goleadoras por temporada, pero sí garantiza una cantidad aceptable de goles.
Lo dicho, un jugador bastante interesante.