Decía en mi anterior post que me gustaría que el Sevilla fuera valiente en el Camp Nou y que jugara de inicio con dos delanteros y sin Nasri, ya que el francés está desaparecido y es evidente que le falta implicación. Así que ya se pueden imaginar lo decepcionado que me sentí cuando vi la alineación inicial, porque Sampaoli, además a alinear a Nasri, no puso ningún delantero nato. Es más, es que incluso perdiendo 3-0 no entró un delantero (Jovetic) hasta el minuto 75.
Viendo la alineación, pensé dedicar mi tiempo a otra cosa, pero se quedó sólo en eso, en pensarlo. No sé si seré un poco masoquista, pero al final decidí sentarme delante del televisor, pero concienciado de que, como predije ayer, recibiríamos una goleada escandalosa. En eso me equivoqué, fue una pequeña goleada, pero fue más bien porque el Barcelona, consciente de que se avecinan muchos partidos en poco tiempo, no quiso pisar el acelerador y jugó a medio gas. Si lo hubieran necesitado, nos habrían hecho cinco o seis goles sin mucho esfuerzo, porque el Sevilla dio todas las facilidades del mundo.
El partido del Sevilla fue desastroso, en todos los aspectos: mal planteamiento inicial, poca intensidad, presionaba mal, defendía mal, y, como siempre ocurre últimamente, nulo en ataque, fallándose todas y cada una de las pocas ocasiones de gol que creamos.
Yo no entiendo mucho de fútbol, más o menos como cualquier aficionado al que le guste este deporte, pero si un equipo sale con tres delanteros y otro con ninguno, lo que se transmite es que el primero va a salir a ganar y el segundo a mantener el 0-0, siempre que tenga mucha suerte, pero lo normal es que pierda. Es de Perogrullo que, si juegas sin delanteros, vas a tener más problemas para hacer gol. Lo primero que hay que hacer para ganar en el Camp Nou, o en cualquier otro estadio, es creer que se puede ganar, y ayer no se creyó, ni por parte de técnicos ni de jugadores.
Me llamó mucho la atención lo mal que defendíamos ante el que posiblemente sea el mejor equipo del mundo. La defensa estaba muy adelantada y presionábamos bastante arriba, pero lo hacíamos mal –para presionar mal, mejor no lo hagas–, y, además, perdíamos el balón con mucha facilidad en el centro del campo, con lo cual los contragolpes que recibíamos eran brutales, con mucho espacio para que Messi, Luis Suarez y Neymar lo aprovecharan con su velocidad. Los tres se sintieron como pez en el agua durante todo el partido. Así llegaron los dos primeros goles, pero es que algunos de esos contragolpes los recibíamos en minoría, como fue el caso del segundo gol.
El segundo y tercer gol deberían ponerse en las escuelas de fútbol como ejemplos de cómo no se debe defender. En el segundo gol, tenemos hasta cinco defensores en el área, pero todos se sitúan en el área pequeña, regalando el resto del área al rival. Por supuesto, Messi aprovechó el gentil detalle, pero es que incluso remató al borde del área pequeña, y nadie le estorbó. Sólo Lenglet se tira a última hora
El tercer gol dejó en pañales al segundo. Llegó por un triple fallo de Pareja, que se dejó robar la cartera, concedió un córner evitable y, por último, a la salida de ese córner, despejó débilmente de cabeza a la frontal del área, en lugar de despejar a un lado o, de nuevo, a córner. Como es normal Messi tampoco desaprovechó el caramelito y fusiló a Sergio Rico, que ayer no estuvo precisamente bien, pero que en este gol no pudo hacer nada. La verdad, no entiendo cómo un central de la experiencia de Pareja puede despejar de esa forma, sabiendo además que enfrente tiene a tres de los mejores delanteros del mundo.
En la segunda parte, cambió algo el panorama, pero, en mi opinión, fue más porque el Barcelona se relajó, pues el partido estaba más que sentenciado, y se dedicó a jugar al ralentí, pensando más en el apretado calendario que queda. También tuvo que ver, por supuesto, que el Sevilla tenía un jugador más, ya que Nasri fue sustituido al descanso. Más vale tarde que nunca, pero lo mejor es que en el próximo partido tenga el banquillazo que lleva mucho tiempo mereciendo.
Como correspondía a un partido tan lamentable, el final fue el apropiado. Me refiero a la autoexpulsión de Vitolo. Totalmente absurda y poco profesional. No sé si Vitolo tiene pajaritos en la cabeza, con el tema de la Selección y las ofertas que a buen seguro tendrá de equipos poderosos, pero su comportamiento no es de recibo. Igual le viene bien un descanso, porque es uno de los jugadores que ha bajado su rendimiento de manera alarmante y lo está jugando todo.
El próximo partido, ante el Depor, se antoja vital para ambos conjuntos. Ninguno de los dos puede confiarse. El Sevilla tiene siete puntos de ventaja sobre su más inmediato perseguidor y el Depor está a seis del descenso.
Ahora bien, si queremos mantener la cuarta plaza, urge solucionar el asunto Biris y recuperar el Ramón Sánchez Pizjuán que todos conocemos. Castro ya no tiene escapatoria. Tiene que coger al toro por los cuernos y solucionarlo, porque lo que está claro es que hay más posibilidades de que me toque la Euromillones tres veces seguidas antes de que los Biris recapaciten. Es decir, él es el único que puede solucionarlo, aunque ambos, con sus actitudes, cláramente erróneas, están perjudicando a la plantilla. Ya están pidiendo encontrar una solución los jugadores, el entrenador y la afición. Castro no puede hacer oídos sordos, porque, además, aún hay mucho en juego. Aunque, a veces, por lo que se escucha en las ruedas de prensa, no lo parezca.
El panorama no puede ser más preocupante. Parece que nos han cambiado el estadio, la afición, el presidente, el entrenador y los jugadores. Parece que no son los mismos de hace unos meses. La esperanza es que sí lo son.