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Barcelona 2 – Sevilla FC 1. De haber creído, se habría puntuado

Muy flojo partido del Sevilla en el Camp Nou, dando la sensación, en todo momento, de que el equipo no creía en la victoria y que salió derrotado al terreno de juego.

El partido, en general, fue bastante pobre, con muchas imprecisiones en el centro del campo que impedían crear ocasiones de gol, y dando muchas facilidades en defensa, como el estrepitoso fallo de Sergio Escudero, en el 1-0. Quizás David Soria pudo hacer algo más, porque el flojo remate de Alcácer le pasó por debajo del brazo.

En la segunda parte mejoró el Sevilla. Se estiraba algo, siendo, al menos, capaz de dar tres pases seguidos. Un contragolpe dio lugar a un córner, que fue perfectamente rematado por Pizarro, el mejor del partido, a la escuadra de la portería barcelonesa, tras picar el balón.

Lo malo es que quedaba muchísimo tiempo, más de media hora de juego, y el Sevilla no daba sensación de que pudiera aguantar el resultado y, ni mucho menos, atreverse a ir a por la victoria.

Difícil de entender la decisión de Berizzo de sustituir a Sarabia por Nolito. Aunque el madrileño no estaba haciendo un buen partido, al igual que sus compañeros, siempre es mejor mantener a los futbolistas de más calidad. Si tanto interés tenía en que jugara Nolito, podría haberlo sustituido por Navas, que no estaba haciendo absolutamente nada. El bajón de Navas también ha sido notorio.

A continuación de este incomprensible cambio llegó el 2-1, donde Kjaer no estuvo nada afortunado, puesto que le ganó la partida Alcácer, que estaba a su espalda. El danés tuvo que ser sustituido, al parecer, por problemas físicos. Esperemos que no sea una lesión importante, porque en la posición de central estamos cogidos con alfileres.

A partir de aquí, poco más dio el Sevilla, que volvió a desesperar cuando llega al área, ya que ni centra ni tira a puerta cuando tiene ocasión. Se limita a mover con parsimonia el balón, a retrasarlo innecesariamente, hasta que pierde la posesión.

Mirando el lado positivo, llegó la derrota de siempre, pero sin destrozarnos el goal-average. Por lo demás, todo es negativo, ya que tanto el Atlético como el Valencia ganaron. Mucho tendremos que mejorar para que podamos escuchar el himno de la Champions en nuestro estadio la próxima temporada.

 

 

El Sevilla perdió en el Camp Nou pero ya muestra síntomas de poder ganar fuera

Ha tardado el Sevilla, pero, por fin, el domingo ya dio la sensación de poder ganar fuera. Lamentablemente, lo hizo en el peor escenario posible, el Camp Nou, con lo que no sirvió de mucho el buen partido que hizo. Marcó la diferencia el de siempre, el mejor jugador del mundo, sin ninguna duda, al menos para mí: Lionel Messi.

Hasta ahora el Sevilla no ha sido capaz de ganar lejos del Ramón Sánchez Pizjuán por tres motivos: por falta de actitud, por fallos estrepitosos en defensa y por falta de pegada arriba. El domingo se notó bastante mejoría con respecto a Vallecas, haciéndose un partido bastante completo durante los noventa minutos, y no sólo durante cuarenta, como ocurrió allí.

Pero ya se sabe que, para puntuar en el Camp Nou, no basta con hacer un buen partido, sino que tienes que hacer un partido perfecto, que los árbitros te respeten y, además, tener un poco de suerte.

Lo de los árbitros es una batalla perdida. No tuvieron errores graves, pero se ve que no pueden evitar el doble rasero. Simplemente, rozar a un jugador del Barcelona ya era suficiente para señalar falta, y, sin embargo, Jordi Alba puede permitirse derribar en carrera a Gameiro, agarrándo y empujando, delante de las narices del linier, que no ocurre absolutamente nada.

En defensa quizás se hiciera el mejor partido que le he visto al Sevilla. Tiene que ser así para que un equipo como el Barcelona no te haga muchas ocasiones de gol. En mi opinión, los dos goles fueron difíciles de evitar:

En el primero, Sergio Rico no puede hacer gran cosa, puesto que el disparo de Messi, a pesar de que iba a su palo, era fuerte, con mucho efecto y ajustadísimo a la escuadra.

En el segundo, el principal fallo fue no despejar con contundencia un balón aéreo. Hay un mal despeje y N’Zonzi, en un segundo despeje, de cabeza, lo hace flojo y al centro, llegando el balón poco después al área, a los pies de Messi. Y ahí ya es muy difícil de parar el argentino. Pero, en ningún caso, se puede culpar del gol a Kolo, como he leído en alguna ocasión, por romper el fuera de juego. Es lógico que rompiera el fuera de juego, porque tuvo que perseguir a Messi hasta la línea de fondo. Después la combinación de Messi con Luis Suárez y de éste con Piqué, es tan rápida que no da tiempo a que Kolo se aleje de la línea de fondo. Si acaso, la culpa de que Piqué remate a placer es del resto de la defensa, porque Kolo demasiado hace ya con no ser desbordado por Messi.

En cuanto al ataque, el Sevilla estuvo aceptable. Muy bien en el contragolpe que dio lugar al único gol, pero después erró demasiado en el último pase o incluso en aquella ocasión de Gameiro que acaba tirando al muñeco, cuando tenía además a un compañero al lado para empujar el balón. Me da la impresión de que Gameiro, a veces, está obsesionado con marcar goles para que su seleccionador se fije en él, y esto puede ir en perjuicio del equipo. No es la primera vez que el francés no pasa el balón a un compañero bien situado. Además, creo que se equivoca al controlar el balón que taconea Iborra, sino que tendría que haberle pegado tal y como le venía, porque lo único que consiguió fue que Bravo le recortara terreno y achicara espacio.

Me gustó mucho la actitud del equipo, jugando con mucho orden y presionando en el momento justo y todos a la vez, con un gran despliegue físico durante todo el partido. Una verdadera lástima que esa actitud no sea la habitual cuando se juega de foráneo.

Lo único que eché en falta fue la titularidad de Carriço, porque yo sigo empeñado en que es nuestro mejor central, junto con Rami, y, por tanto, si está bien físicamente, pienso que debe ser siempre de la partida.

Si el Sevilla es capaz de dar continuidad al juego desplegado en Barcelona, probablemente ganaremos en Getafe. Lo malo es que, seguramente, ya será demasiado tarde para alcanzar la cuarta plaza. No porque no queden puntos, sino porque el Villarreal cuenta con una gran plantilla y no da señales de flaqueza. Juegue mal, bien o regular, casi siempre gana. Y así es imposible recortar la enorme ventaja que nos saca actualmente.

 

 

Se ha parado el tiempo

Esa es la sensación que tengo. Y si no se ha parado el tiempo, es que está corriendo muy despacio. Se me van a hacer eternos estos dos días que faltan para la semifinal. Como decía la canción, voy contando los minutos, voy contando los segundos…

Estoy deseando reencontrarme con ese ambiente que hace mucho que echo de menos en el Ramón Sánchez Pizjuán, ese ambiente que te hace presentir que el rival no tiene nada que hacer, que acabará mordiendo el polvo sin remisión.

Atrás ha quedado ese Barcelona-Sevilla que sólo ha servido para avisarnos de que tenemos que mejorar mucho atrás si queremos alcanzar el objetivo de volver a Europa. No pude ver el partido, pero sí los goles, y me preocupó sobremanera los errores cometidos en ellos:

En el primero, se deja centrar tranquilamente a Alves –nada más y nada menos que a Alves– y los centrales son incapaces de evitar el remate a placer de Villa, prácticamente en el área pequeña.

Pero si graves fueron los errores en el primero, en el segundo ya fueron increíbles. Todos los defensas van a cerrar un posible pase al área pequeña, dejando a Messi –nada más y nada menos que a Messi– solo en el punto de penalty para que remate a placer. Es decir, se deja completamente solo al jugador que, precisamente, debe ser el que tiene que estar más marcado.

Para superar al Atlético el miércoles deberemos hacer muchas cosas bien, y una de ellas será marcar a Falcao, que es la pieza más importante de ese buen equipo que es el Atlético de Madrid. Y, por supuesto, deberemos tener más efectividad que en Barcelona, donde Negredo volvió a dejar claro que quizás no sea mal negocio venderlo en verano.

Ya queda menos para un partido inolvidable, para bien o para mal –esperemos que lo primero–, que puede devolvernos a Europa (prestigio y dinero) y que puede alejarnos de los horarios criminales que tanto mal nos están haciendo. Mientras, yo sigo contando los minutos, contando los segundos… que se me están haciendo eternos.