Segunda derrota de la temporada, en un campo que no se le da nada bien al Sevilla, donde suele perder, aunque su rival haga bien poco por ganar. Y eso es lo que ocurrió, una vez más, porque el Athletic hizo bien poquito, pero, a pesar de ello, se llevó los tres puntos.
El Sevilla hizo muy buena primera parte, donde los bilbaínos crearon muy pocas ocasiones de gol, aunque dos de ellas fueron muy claras, y que no subieron al marcador por la soberbia intervención de Sergio Rico. La primera, al rechazar un mal despeje de Carole, quien hizo un buen partido, y la segunda, un verdadero paradón, a Susaeta, al que le permitieron disparar desde la frontal del área. Menos mal que Sergio Rico se estiró y consiguió despejar el fuerte disparo, cruzado, ajustado y raso, del jugador vasco.
A partir de aquí sólo existió el Sevilla, que dispuso de tres o cuatro ocasiones de gol, todas erradas. Las más clara la que dispuso Ben Yedder, que hoy no estuvo acertado. Solo ante el portero cruzó flojo cuando debió fusilar a Kepa.
Cuando mejor estaba jugando el Sevilla llegó el mazazo del gol, a raíz de un afortunado rebote que dejó solo a Vesga, con el balón botando, y batió a Sergio Rico levantando el balón.
Había que darle la vuelta al marcador en la segunda parte, pero el Sevilla estuvo muy desdibujado durante lo poco que se jugó en esta segunda mitad, puesto que el Athletic se dedicó a perder tiempo, de forma descarada, simulando continuas lesiones, y con el consentimiento del árbitro, que cambió radicalmente en la segunda parte. Iglesias Villanueva parecía otro árbitro, totalmente distinto al de la primera parte, pues el criterio a la hora de mostrar amarillas y señalar faltas cambió, de manera que cualquier falta o protesta sevillista era sancionada con amarilla.
A pesar de esta mala segunda mitad, el Sevilla tuvo tres ocasiones claras de gol, de nuevo todas erradas: un cabezado de Ben Yedder, casi en el área pequeña, que se fue alto; un disparo de Krohn-Delhi, desde la frontal del área, que salió ligeramente desviado; y un intento de vaselina de Ben Yedder que acabó atajando Kepa.
Pero, verdaderamente, el Sevilla hizo muy poco para dar la vuelta al marcador. Tan poco como hizo el equipo local para llevarse la victoria. Quizás, si no se estuviera pensando en Moscú, todo habría sido diferente. Nunca lo sabremos.
Jamás entenderé que un jugador de la calidad de Pablo Sarabia, al que eché de menos durante el partido, sea el que se quede sin vestir. Ni tampoco que el Mudo Vázquez, que no se destaca precisamente por su garra, sea titular en un estadio donde hay que dar lo máximo para lograr puntuar. No obstante, justo es decir que fue Vázquez el jugador que puso de gol a Ben Yedder en la ocasión más clara del partido.
Ahora sólo queda esperar que las lesiones de N’Zonzi y Kjaer no sean importantes, porque son dos jugadores importantísimos, sobre todo el danés, en un momento en que tanto Pareja como Carriço son bajas de larga duración.
Ahora sí hay que pensar en Moscú, y nada más que en Moscú. Y no antes, porque eso sólo lleva a la derrota. Ojalá Berizzo haya aprendido la lección y no vuelva a repetir lo de hoy, porque si no, es muy probable que perdamos, o en el mejor de los casos, empatemos, todos los partidos previos a los de Champions. Y el Sevilla, si quiere estar entre los cuatro primeros, no puede permitirse ese lujo.