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Alavés 1 – Sevilla FC 1. El Sevilla gana un punto que no mereció

Pobre partido el que hizo ayer el Sevilla en Mendizorroza. Estaba obligado a ganar, ya que lo habían hecho todos sus perseguidores, pero los de Sampaoli saltaron al césped con una actitud que dista bastante de la que debe tener un equipo ganador.

La primera parte, no obstante, tuvo un pase. Apenas se crearon ocasiones de gol, pero el partido en defensa fue bastante serio y se supo aprovechar la primera clara que llegó. El gol fue obra de Ben Yedder –para mí debe ser titularísimo–, a pase de Sarabia –otro de los imprescindibles–, que ya lleva una barbaridad de asistencias.

Sin embargo, la segunda parte no hubo por dónde cogerla. El Sevilla perdonó, pues tuvo ocasiones para lograr el segundo gol. Una de Ben Yedder, a pase, otra vez, de Sarabia y otra de Iborra. El perdonar al rival siempre es señal de mal augurio. Pero el principal problema es que después el equipo empezó a tontear, a perder con mucha facilidad la posesión, arriesgando balones innecesariamente, fallando multitud de pases, y lo peor de todo, a no disputar el balón con la intensidad que requiere un partido de Primera División… Y claro, las ocasiones por parte del Alavés se sucedían, más por las facilidades que daban los jugadores sevillistas que por méritos de los jugadores del Alavés.

Esperaba la reacción de Sampaoli, que seguía manteniendo a Vitolo y a Iborra, a pesar del pésimo partido de ambos, y seguía teniendo a Jovetic, un lujo, en el banquillo. Pero no fue hasta el minuto 74, en la recta final de partido, cuando se realizó el primer cambio, el de Mariano por Vitolo, que forzó la amarilla justo antes de irse. Los otros cambios fueron más tarde aún: Correa en el 82 y Jovetic –casi testimonial– en el 84.

Y como no podía ser de otra forma, pasó lo del cántaro. En una de las internadas por la banda, aparentemente sin demasiado peligro, llegó el gol. Me dio la impresión que Kranevitter hace por ir a por el balón –tendría que haber despejado él, pero se notó que no era un central– pero se arrepiente, y eso sorprende a Sergio Rico, que se encuentra un balón fuerte y varios jugadores que se cruzan en su camino, dificultando la parada, hasta el punto que se le escapa el balón. Es cierto que Sergio Rico no estuvo acertado en esa acción, pero después evitó la derrota con dos paradones increíbles: sacando un balón de la escuadra, a saque de falta, y un mano a mano con Deyverson.

Inmediatamente después, el Sevilla pudo marcar el segundo, pero Iborra, con todo a favor, disparó alto. No fue un buen partido del valenciano, pero siempre lo intentó, y, después de todo, ha salvado los muebles en los dos últimos encuentros.

Puede decirse que el Sevilla tiró un partido que tenía encarrilado. Y lo más preocupante es que fue superado por un equipo inferior, simplemente por poner más intensidad, garra o huevos, como se prefiera.

En cualquier caso, el punto sabe a gloria, porque la segunda parte que hizo el Sevilla fue tan nefasta que lo más normal es que hubiera perdido el partido. En la segunda parte, la fuente podría haber estado llena de cántaros rotos, pero sólo apareció uno.

El próximo partido es ante el Leganés. Lo más peligroso es que es inevitable que los jugadores y Sampaoli no tengan al Leicester en la cabeza. Tres puntos, de nuevo, fundamentales.