El partido se podría resumir perfectamente diciendo que un nefasto arbitraje evita la victoria del Sevilla en Eindhoven. Porque Orsato y sus asistentes han sido totalmente decisivos en este empate que sabe a, prácticamente, a derrota, por cómo ha sido y cuándo ha sido, en el tiempo añadido.
El Sevilla pasó bastantes apuros en el primer tiempo, sobre todo debido a la velocidad y desborde de Lang, pero lo cierto es que se recompuso y tuvo ocasiones para ganar e incluso sentenciar el partido. Y a buen seguro que lo habría hecho, de no haber sido por dos o tres jugadas decisivas donde el VAR nos machacó.
El partido ha sido trepidante, con bastantes ocasiones claras para ambos equipos. En-Nesyri, por ejemplo falló una en un mano a mano con el portero, rechazando el larguero su disparo. Pero es que inmediatamente después era el PSV el que fallaba también un gol cantado.
Llegó el buen gol de Pedrosa. Todos nos lo prometíamos muy felices, pero el VAR echó por tierra nuestra ilusión. El balón toca mínimamente, quizás, un dedo de Pedrosa, pero en ningún momento controla ni desvía el balón, que de no haberle rozado el dedo, le habría dado en el pecho. De hecho, Pedrosa se lleva las manos al estómago para evitar precisamente la mano, o quizás sea un acto reflejo para protegerse del balonazo. Pero lo que está claro es que señalar mano en esa acción es absurdo, y más aún disponiendo de las imágenes en video, a cámara lenta.
Sin embargo, un buen gol de Gudelj, a pase de Ramos, nos adelantó en el marcador, pero poco después el PSV se encontró con el empate, gracias a un penalti inexistente que, sorprendentemente, no fue corregido por el VAR. Es evidente que el jugador del PSV se resbala.
El partido entonces se vuelve loco, ya que el Sevilla saca de centro y marca un golazo. Sensacional pase de Juanlu –muy buen partido el suyo– y perfecto remate de cabeza de En-Nesyri. Juanlu me ha vuelto a encantar. De seguir así, con esa progresión, no me extrañaría que llegara a la Selección. Lo tiene todo, y si le respetan las lesiones, quién sabe dónde está su techo.
En la recta final había que tener la cabeza fría. Orsato se ve que se quedó intranquilo el hombre, convencido de que podría hacerlo aún peor, y le dio por añadir seis minutos de tiempo extra, cuando apenas se había perdido tiempo.
Y a falta de dos minutos pasó lo que tenía que pasar cuando el partido no está para ti y lo tienes todo en contra: que llegó el empate. Y llegó de una forma inmerecida. Primero, una falta rigurosa, más bien faltita, pero donde Sergio Ramos tendría que haber tirado de experiencia. Es cierto que apenas le hace nada al jugador del PSV. Le pasa un poco la mano por el hombro y el jugador local se tira vilmente, pero también es cierto que lo está haciendo fuera de casa y en las narices del linier. Y si el linier es cortito y más malo que un dolor de muelas, te puede pitar falta. Y la falta era una falta lateral, en tiempo de descuento, con los dos equipos en el área. Por consiguiente, muy peligrosa… Balón muerto que se pasea por el área y, en fin, el empate. Un empate que sabe a derrota. Por muchas cosas.
A olvidar el partido de hoy, porque dentro de poco tenemos, de nuevo, un importantísimo partido ante el Rayo Vallecano. No olvidemos que estamos a sólo dos puntos del descenso. Aunque las sensaciones siguen siendo buenas, los resultados siguen siendo malos.