El Sevilla ha hecho muchos partidos lamentables esta temporada, pero, desde mi punto de vista, como el de hoy ninguno. Y precisamente hoy, que era, probablemente, uno de los partidos más importantes de la temporada, donde nos jugábamos tres puntos y el goal-average contra un rival directo. Goal-average que hemos perdido de forma estúpida en el tiempo de descuento.
Y esa es precisamente la palabra que define el partido: estupidez. Y se preveía el desastre desde antes de empezar, con un planteamiento estúpido y mostrando una alarmante falta de ambición. Decía Sampaoli que el Sevilla estaba «obligado a ganar», y para ello no tiene mejor ocurrencia que sacar un once sin ningún delantero. Por contra, el Getafe ponía de inicio a tres delanteros: Ünal, Munir y Borja Mayoral, además de un jugador muy ofensivo, como Portu.
Pero no quedaba ahí la cosa, ya que el Getafe, desde el minuto 1 –donde ya dábamos muestra de estupidez supina, con ese absurdo regate de Bono ante Ünal que casi nos cuesta el primer gol–, ponía mucha más intensidad en cada balón que el Sevilla. Y para mí eso es injustificable y vergonzoso.
El Sevilla apenas llegó al área local en todo el partido. La más clara posiblemente fue en la primera parte, por medio de Bryan Gil. Y en la segunda parte, un zapatazo de Pape Gueye.
Como no podía ser de otra manera, el primer gol del partido llegó de la forma más estúpida posible: intentando sacar el balón jugado, como si fuéramos el dream team, pero con Joan Jordán de pivote. Y claro, Jordán hizo lo que hace en muchísimas ocasiones: perder un balón que nos cuesta un gol. Y el problema es que lo hace en tantas ocasiones que no tengo ni idea de por qué Sampaoli sigue alineándolo. Yo pondría a cualquier otro jugador, incluso del filial. No podemos permitirnos tener un jugador que pierde tantísimos balones y que, cuando no lo pierde, lo único que hace es retrasar el balón.
Quedaba aún mucho partido, pero, a pesar de ello, teniendo en cuenta el nivelito que estaba mostrando el equipo, daba la sensación de que no marcaríamos ni aunque estuviéramos jugando tres días seguidos. Y para colmo, aunque pareciera increíble, el Getafe seguía poniendo más intensidad en cada balón.
Como era de esperar, pasaban los minutos y el Sevilla seguía sin inquietar lo más mínimo la portería local. Iluso de mí, pensé que menos mal que Mateu Lahoz no había señalado el que para mí era un penalti estúpido y absurdo de Acuña, porque eso habría supuesto perder el goal-average. Pensaba que podría haber sido peor, dando por hecho que perderíamos por 1-0. Pues estaba equivocado. No sólo podía haber sido peor, sino que fue lo peor posible: otro estúpido regalo, en esta ocasión de Gudelj –que para ser justos, ha hecho, en líneas generales, un buen partido–, que no controló un balón fácil y además se resbaló, dejó un peligroso tres contra dos. Jugada donde además nos perjudicó un rebote.
Era el estúpido broche a un partido de lo más estúpido. Desde el planteamiento, pasando por los noventa minutos de juego y acabando en el descuento. Un partido estúpido, indigno y vergonzoso, que ojalá no hubiera visto.
Y el próximo partido es contra el Cádiz. Otro partido vital. Y como a Sampaoli le dé otra vez por jugar sin delanteros, es que tardo medio segundo en apagar el televisor. Me niego a ver más mierdas como la de hoy.