Demasiados errores en las dos áreas, y así es imposible ganar un partido. Más nos vale que se recuperen pronto Marcao y Badé, porque sin centrales no vamos a ningún sitio. Osasuna hoy, prácticamente, se ha limitado a aprovecharse de esa debilidad defensiva. Como dice Sampaoli, nos faltan especialistas en una posición tan importante como es el centro de la defensa.
La primera parte, por decirlo suavemente, fue una basura. Faltó intensidad y el centro del campo del Sevilla hacía aguas por todos sitios. Osasuna no tuvo el más mínimo problema para imponerse y si acabó con la mínima ventaja de Osasuna, fue por la gran actuación de Bono.
La segunda parte fue otra cosa. El Sevilla ya fue mejor que su rival, pero no sirvió absolutamente de nada, gracias a dos paradones del portero visitante Aitor Fernández, y a que tuvimos varios errores graves en defensa. Los paradones del portero fueron, nada más empezar el segundo tiempo, a un cabezazo a bocajarro de En-Nesyri, y ya casi al final del partido, a Telles. Este paradón, que no lo vio el árbitro, ni el asistente –o no quisieron verlo–, provocó la indignación y expulsión de Fernando, al que le pueden caer, según dicen, cuatro partidos de sanción.
Pero lo peor fue la jugada desgraciada del partido, poco después de marcar un golazo Gudelj. Se había hecho lo más difícil, que era empatar, y a Bono –uno de los mejores porteros del mundo y que no falla casi nunca– le dio por darle al aire en lugar de despejar el balón, con la mala suerte de que le cayó a Fernando, que no lo esperaba, y se coló lentamente en propia puerta.
Mazazo tremendo. No ya por el momento, sino por la forma.
Aún así, otro golazo, en esta ocasión de En-Nesyri, que se fue de los rivales y remató con el exterior, ajustado al poste, logró equilibrar de nuevo el marcador.
Llegamos a la recta final con las espadas en todo lo alto. Osasuna refuerza al equipo, dando entrada a su artillería pesada (Ávila y Abde), y nosotros lo debilitamos, sacando del terreno de juego a Navas y Fernando. Quiero pensar que Fernando ya no podía con su alma.
La cuestión es que en un pase largo, nos cogen en banda en superioridad numérica, perdemos el duelo aéreo, y Abde se queda solo delante de Bono. Y acabó como suelen acabar las cosas cuando se falla tantísimo en las dos áreas: con gol y derrota. Una derrota que llega en un fatídico momento, ya que el equipo había mejorado bastante y, además, casi todos los equipos de la zona baja han ganado sus partidos.
Para colmo, el próximo partido liguero es contra el Atlético de Madrid, con lo que, salvo milagro, y más con las bajas en defensa que seguiremos teniendo –vaya pesadilla, pero previsible viendo la configuración de la plantilla–, mucho me temo que nos vendremos de vacío.