Partido indigno el que ha hecho hoy el Sevilla en Gerona. Era la hora de la siesta y, verdaderamente, parece que los jugadores sevillistas salieron dormidos al terreno de juego, porque, sólo en los primeros cinco minutos, los locales tuvieron ocasiones para hacer tres o cuatro goles tranquilamente. No se puede salir con menos tensión a disputar un partido.
Pero el fútbol te da sorpresas y una de ellas fue que el Sevilla, después de tantos regalos, se adelantara en el marcador, gracias a una falta muy bien botada por Rakitic y perfectamente rematada por Nianzou.
Lo malo es que el gol del Sevilla llegó en el minuto 13, y quedaba aún muchísimo partido por delante. El Sevilla seguía sin jugar bien, y sin buscar marcar el segundo gol con ahínco.
Se llegó a la segunda parte y, de nuevo, el equipo saltó dormido, puesto que en la primera ocasión marcó el Gerona, en una acción que ya vimos y sufrimos la pasada jornada: un pase hacia atrás, al punto de penalti. El llamado «pase de la muerte». La verdad, no entiendo cómo cuando el rival llega a la línea de fondo, el punto de penalti no está más que protegido, cuando debe ser la prioridad absoluta. Es decir, si solo hay dos defensas para defender un ataque por banda, uno debe ir a cubrir el primer palo, para evitar que marquen en línea de gol, y otro el punto de penalti. Pues nada, este Sevilla FC parece que es incapaz de asimilar los conceptos defensivos básicos. A veces da la impresión de ser un equipo de Segunda o Tercera División.
Llegados a este punto, y viendo el panorama, yo habría firmado gustoso el empate. El Sevilla pudo haber conseguido el 1-2 en un par de ocasiones, la más clara en una pérdida en defensa del Gerona, pero Suso, que no está para nada desde hace mucho tiempo, desaprovechó el regalo.
Parecía que el partido acabará en empate. Un empate que, por cierto, habría sido injusto, porque el Gerona fue superior durante casi todo el partido. Pero no. Una verdadera gilipollez entre Bono y Nianzou provocó el tanto de la victoria del Gerona. La mayoría de la gente culpa a Nianzou, pero yo le doy tanta o más importancia a Bono. No sé a qué viene dar el balón en corto a tu central cuando esta marcado. Lo normal, en un central experimentado es devolverla al primer toque a Bono, pero al bisoño Nianzou le dio por intentar sacar el balón jugado. La cuestión es que si está marcado, el portero no debe pasársela al central, sino darle un voleón y que el balón caiga con nieve en el centro del campo, donde además había muchas posibilidades de que cayese en poder del Sevilla, porque seis de los diez jugadores de campo del Gerona estaban entre el círculo central y el semicírculo del área sevillista, con lo que sólo habría cuatro jugadores locales para recoger el voleón de Bono. A veces, sacar el balón jugado es una temeridad, y, desde luego, no es el camino más directo para atacar. Para colmo, Gudelj estaba mal colocado, no dando lugar a un posible fuera de juego. En esta ocasión los locales sí aprovecharon el regalo que minutos antes había desaprovechado el Sevilla.
Y fin de la historia. Una derrota más, ante un rival que no es nada del otro mundo, pero que, como casi todos, es capaz de aprovechar el ínfimo nivel defensivo de un Sevilla que está haciendo méritos para descender. Porque no puede ser que en cada partido encajemos, como mínimo un gol, pero normalmente son dos o más.
O se ficha mucho y bien, o nos vamos para Segunda de cabeza.