Cada vez llevo peor ver los partidos del Sevilla FC como foráneo. Y cada vez llevo mejor puntuar cuando lo que se merece es perder. Y hoy el Alavés ha tenido ocasiones claras hasta para poner en riesgo el posible premio Zamora de Bono. Pero menos mal que tenemos a Bono, que tuvo que intervenir decisivamente incluso cuando no se había cumplido el primer minuto de juego.
También hay que admitir que el Sevilla se ha plantado hoy con ocho bajas, casi todas ellas muy importantes, de jugadores titulares. Pero, a mi modo de ver, aunque el equipo de inicio del Sevilla era de circunstancias, con un centrocampista como central, debía de ser suficiente como para imponerse al Alavés. O, como mínimo, dominar el partido y pelear por la victoria. Y nada de esto ha ocurrido, por lo que la decepción, al menos en mi caso, es máxima.
El partido, a medida que pasaban los minutos, daba más malas vibraciones, pues el Sevilla apenas llegaba a enlazar dos pases seguidos y el Alavés sacaba centros al área desde cualquier posición, y esto, sin centrales de jerarquía –Gudelj y un Koundé que parece estar justo de físico–, siempre es preocupante. De hecho, una de las ocasiones más claras de los locales fue un pase al segundo palo donde llegaron dos jugadores libres de marca. Por fortuna, se estorbaron entre ellos y el balón se fue alto.
En el inicio de la segunda parte, parecía que el panorama había cambiado, pero fue un espejismo. Siguieron las imprecisiones, la dificultad para construir juego y una desesperante falta de ineficacia en las contadísimas ocasiones que se lograba llegar a las inmediaciones del área rival, como fue el caso de la ocasión de Ocampos, quien, egoístamente, decidió no pasar atrás a Rakitic, que estaba libre de marca y habría rematado a placer.
Hay jugadores que están a un nivel paupérrimo, como es el caso de Jordan o de En-Nesyri. Ocampos también me ha desesperado hoy. El mejor, sin duda, ha sido Bono, y eso, como se suele decir, no es buena señal.
El arbitraje de Alberola Rojas me pareció malo. Permitió que a Corona lo molieran a patadas, y si no lo han lesionado, ha faltado poco. Y, sobre todo, porque perdonó una segunda amarilla, clarísima, a Pere Pons. Lógicamente, Mendilíbar, zorro viejo, agradeció el regalo y lo sustituyó de inmediato. Parece imposible que el Sevilla juegue en superioridad, por muchas entradas duras que nos hagan.
El lesionado de hoy ha sido Acuña. Como siempre, no nos enteraremos si podrá ser de la partida el jueves, en partido de la Europa League, o estará dos meses de baja.
Si se quiere ser positivo, se puede pensar que aunque juguemos rematadamente mal, no se pierde. Si se quiere ser negativo, que el equipo está por los suelos, en cuanto a físico, que muestra una falta de ambición alarmante y que vienen por detrás tres equipos muy fuertes: Atlético de Madrid, Villarreal y Barcelona.
Lo que no me explico es que haya gente que piense que el Sevilla puede ganar la Liga. Aparte de que el Madrid tiene mejor plantilla, para darse cuenta de la imposibilidad de tal hazaña, no hay más que fijarse en el simple detalle de que, aunque Casemiro haga una falta por detrás y con los dos pies por delante, no lo expulsan. Y, prácticamente, hace méritos para que lo expulsen en todos los partidos. Y sin embargo, sí expulsaron a Koundé en Barcelona, por una jugada en la que, si roza al rival, es mínimamente. Y como dije antes, el Sevilla deberia haber jugado hoy en superioridad numérica más de veinte minutos, si el árbitro hubiera hecho bien su trabajo. O igual sí lo hizo bien. ¿Quién sabe?
Próximo rival: West Ham