Miedo me dan este tipo de partidos, contra rivales propensos a estar en la parte baja de la tabla, pero que, sin embargo, son más que capaces de complicarte un partido e incluso, si les acompaña la suerte, llevarse los tres puntos. Muy cerquita han estado hoy los alavesistas de llevarse la victoria. Habría sido totalmente injusto, pero en fútbol eso da lo mismo. No gana el mejor, sino el que haga más goles, aunque sean de rebote, en propia meta o de penalti inexistente.
Hoy el Sevilla ha tenido que luchar no sólo contra el Alavés, sino que también ha tenido que superar muchos obstáculos, concretamente tres:
- Los errores propios. Por ejemplo, en el primer gol del Alavés, donde La Guardia remata a placer, completamente libre de marca.
En ataque también se fallaron tres o cuatro ocasiones clarísimas, pero que se tiraron, como se suele decir, «al muñeco» o fuera.
Para ser justos, también el Alavés tuvo dos ocasiones que no fueron gol de milagro, y que habrían supuesto el 1-3, poniendo prácticamente imposible voltear el marcador.
- El arbitraje. No entro en si fue penalti o no, pero aparte de esto, el arbitraje me pareció criminal. No sé si el debutante Muñiz Ruiz es un corrupto o, simplemente, un incompetente más. Pero da que pensar algunas decisiones, como en las faltas (Koundé no hace falta en la que da lugar al penalti), las tarjetas, la permisividad en cuanto a la pérdida de tiempo, y el añadir sólamente cuatro minutos de tiempo añadido. En cuanto al VAR, si está el ladrón reincidente de González González a los mandos, es casi imposible que no haya lamentaciones al final.
- La climatología. Evidentemente, la lluvia perjudicó más al Sevilla. El mal tiempo siempre reduce la asistencia al estadio. Además, el Alavés está más acostumbrado a la lluvia, y en algunos momentos el terreno de juego estuvo impracticable, a causa de la tromba de agua caída en poco tiempo, haciendo imposible jugar al fútbol y complicando la difícil tarea de remontar el marcador, y todo ello ante un rival encerrado.
Hoy no fue el mejor partido del Sevilla. Varios jugadores estuvieron bastante desacertados, como fue el caso de Rafa Mir. Este jugador me tiene desconcertado. Es capaz de lo mejor y de lo peor. Tiene a su favor que es joven y que puede mejorar, pero muchas veces desespera ver cómo falla ocasiones claras de gol. Sin embargo, él tuvo mucha parte de culpa en el gol del empate, al pelear el balón a La Guardia, y que acabó llegando a los pies de Rakitic, que la envió a la red.
Me gusta la profundidad de Montiel. Cierto que falló en la marca, en el primer gol, pero también asistió muy bien a Ocampos en el empate.
Suso se lesionó al poco de saltar al césped. Otro contratiempo más, ante un calendario muy exigente y repleto de partidos.
Una pena que el Sevilla no se llevara los tres puntos esta tarde, porque hizo mucho más que el Alavés para ganar el partido.
Ahora hay que pensar en la Champions. Complicadísimo partido el del martes, donde hay que ganar para seguir teniendo opciones de clasificación.