Han pasado muchos años, pero el sevillista jamás olvidará cómo, posiblemente, nos arrebataron un título de Liga en Mallorca. Digo «posiblemente», porque habría que haber ganado al Villarreal en casa en el último partido –que se perdió–, pero nadie duda que ese partido se habría ganado, de haberse jugado la Liga el Sevilla.
Hoy también ha habido un robo escandaloso, y encima con el VAR de por medio. Iglesias Villanueva ha vuelto a demostrar que odia al Sevilla FC. Sólo así puede entenderse que llamara al árbitro para que revisara la jugada en el monitor. Incluso a cámara lenta, es muy dudoso que Fernando toque el balón con la mano, pero si lo hace, el contacto es mínimo, de manera que en ningún momento le permite controlar el balón. Es más un roce que otra cosa. Si es que le roza. Además, según parece –me he enterado hoy– las manos involuntarias, aunque acaben en gol, ya no se señalan. Para rizar el rizo, incluso hubo una mano más clara que la de Fernando, que habría supuesto un penalti a favor del Sevilla, y no se señaló como penalti.
Bien es cierto que si el Sevilla hubiera hecho bien su trabajo, nos habría dado igual que estos dos ladrones, sospechosos habituales cuando se trata de arbitrar al Sevilla, dados sus antecedentes, hubieran anulado el gol de Ocampos –buena falta le hacía– en el minuto 95. Ocasiones hubo para ello. Rafa Mir falló una sin portero, que había salido por uvas. Después, un disparo a bocajarro del mismo jugador, no entró porque al portero más malo de Primera, como es Reina, le dio por hacer un paradón y el rechace fue escupido por el poste. Y por último, Ocampos falló un remate de cabeza, casi en la línea de gol, de esos que son difíciles de fallar.
Es decir, ocasiones hubo para ganar el partido. También es verdad que el Mallorca también las tuvo. De hecho, estuvo muy cerca de lograr el 2-0, salvándonos el poste.
Y por supuesto, de haber saltado al terreno de juego con más ambición y más concentración, muy probablemente, tampoco estaríamos ahora lamentándonos por los dos puntos desaparecidos o robados.
También tuvo bastante que ver la mala actuación de varios jugadores. Navas, por ejemplo, falla estrepitósamente en la jugada del gol mallorquín, rompiendo el fuera de juego primero y no siendo capaz de defender su zona con acierto. También dejó mucho que desear el partido de Óliver Torres o Munir, que fueron decisivos ante el Levante, o el de Jordán. Incluso Acuña parecía otro. Si me dicen que estaba jugando su hermano gemelo, me lo creo. Por el lado positivo, me gustó bastante el aporte de Delaney y Augustinsson.
También hay que dar su mérito al Mallorca, que algunos creen que es un equipo al que hay que meterle cuatro o cinco goles sin despeinarse, pero que también tiene buenos jugadores. Se hartaron de correr y de presionar –algo que no hizo el Sevilla–, y su doble pivote, sobre todo con el africano Baba, dio muchos problemas al Sevilla en el centro del campo. Realizaron algunos contragolpes muy peligrosos, donde pudieron también marcar.
Lo mejor del partido fue el golazo de Lamela. Lo peor, sin duda, que te quiten dos puntos de manera injusta. Y lo que ya clama al cielo es que lo hagan con VAR. Tienen toda la tecnología a su favor, pero como suelo decir, el que es mal árbitro sigue siendo mal árbitro, con VAR y sin VAR.
Toca pensar en el Osasuna. Ojalá que no llueva. Y, por supuesto, no será un partido fácil. Ahora mismo está jugando con el todopoderoso Madrid, que es el líder, van por el minuto 85, y siguen empate a cero.