Increíble partido de Champions el que hemos visto esta noche. En los primeros minutos, donde el Sevilla apabullaba a un Krasnodar que ponía el autobús en el área, parecía que era cuestión de tiempo que el Sevilla inaugurara el marcador. Y todo parecía indicar eso cuando el árbitro señaló un penalti que luego corrigió el VAR. Yo creía que iba a señalarlo por manos del defensor ruso, pero al final quedó en nada. Y poco después saltó la sorpresa, pues en una contra Koundé se vio obligado a hacer falta, dado que había un rival solo en el segundo palo. La ejecución de la falta fue, sencillamente, perfecta, un verdadero golazo el de Suleymanov. La puso en la misma escuadra. Imposible para Vaclík y para cualquier portero.
Cuando aún no se había recuperado el Sevilla del golpe, llego otro más fuerte. El que casi nunca falla, Koundé, no fue capaz de controlar un balón fácil, se le escapó y cuando fue a despejar, se le adelantó Berg. Koundé fue a despejar el balón y despejó la pierna del jugador ruso. Penalti claro. Que transformó Berg también a la perfección. Vaclík se estiró muy bien, pero no pudo llegar al disparo fuerte, raso y ajustado de Berg.
Se ponía el panorama negrísimo, más negro que la camiseta del Krasnodar. Era el momento de arriesgar. Y Lopetegui lo hizo, pues retirar a nuestro mejor central siempre es un riesgo, pero probablemente se vio obligado a ello porque tenía ya una amarilla e iban a quedar muchos espacios atrás.
Poco después llegó el buen gol de Rakitic, cabeceando un magnífico pase de Jordán.
Cuando parecía que el partido iba a llegar al descanso con el 1-2, llegó una jugada desgraciadísima, ya que Navas no llegó a despejar el balón, golpeando a un jugador ruso, y fue expulsado.
Verdaderamente, parecía impensable que un equipo con tan poco gol como el Sevilla fuera capaz de hacer tres goles y no encajar ninguno en sólo 45 minutos, con un jugador menos, y sin contar con los dos mejores jugadores de la plantilla, que son, a mi juicio, Jesús Navas y Koundé.
Sería un milagro, y de los gordos, que el Sevilla remontara el partido. Pero el milagro sucedió. Y para ello fue preciso que se dieran varias circunstancias: una pizca de suerte, ya que el fallo de Caio, dando lugar el empate, fue tremendo; y el acierto de cara a puerta, puesto que En-Nesyri enchufó a la red las dos ocasiones que tuvo. El marroquí fue el héroe del partido, y su doblete le vendrá de perlas para mejorar en confianza.
Lo que quedaba era aguantar estoicamente los veinte minutos que quedaban, alargue incluido, para lograr la hazaña. Y se hizo, aunque con mucho sufrimiento. Pero los centrales consiguieron despejar todos los centros al área y pases en profundidad del Krasnodar.
Debutó Rekik. Ya sólo queda por hacerlo Idrissi. A ver si se recupera de su interminable lesión.
La victoria de hoy es importantísima. No sólo porque nos deja bastante de cara la clasificación, al lograr siete puntos en tres partidos, sino porque cambia la dinámica de derrotas y de infortunio. Y eso puede ser importantísimo para afrontar el duro partido que nos espera el sábado ante el Osasuna.