Controlar así a un superequipo, como es el Chelsea, tiene mucho mérito. Para ello ha sido necesario, por supuesto, calidad, y, en segundo lugar, mucha concentración, pues el rival seguramente habría aprovechado cualquier indecisión o error.
Empate que sabe a poco porque bien que se pudo ganar. El Sevilla dominó casi todo el encuentro, a excepción del inicio de la segunda parte, hasta el punto de que el conjunto inglés apenas creó ocasiones de gol durante los 90 minutos. La más clara que tuvieron, que fue clarísima, fue en la última acción de la primera parte, cuando Werner falló una volea, que era aparentemente fácil, cuando lo tenía todo a favor para estrenar marcador.
Esta noche todo el equipo ha estado a gran nivel, pero hay dos que han destacado especialmente, haciendo un partido descomunal, de principio a fin: Gudelj –que llegó a coste cero, ojo– y Fernando –que creo que llegó igualmente a coste cero, o casi–. El brasileño tuvo que sustituir como central a Sergi Gómez, que se lesionó a la media hora de juego. Y Fernando lo hizo tan bien que parecía que había jugado toda su vida de central.
Lo malo de esta decisión es que parece que Rekik no cuenta absolutamente para nada, al menos por ahora. Esperemos que sea porque Lopetegui considera que aún no ha trabajado lo suficiente con el grupo y que no sea porque tenga menos calidad que Sergi Gómez. De ser esta segunda opción, tenemos un problema, porque vamos a jugar cuatro competiciones –sin contar con los partidos intenacionales con las Selecciones– y no podemos confiar sólo en la pareja Diego Carlos – Koundé.
El Sevilla pudo ganar. Faltó esa «mala leche», ese ir con determinación a la yugular. Por ejemplo, en la primera parte, Rakitic no se atrevió a disparar desde la frontal del área, cuando tiene un buen disparo a puerta, y Ocampos no centró al área cuando estaba en posición ideal y sin nadie que le estorbara.
Era importantísimo empezar con buen pie en esta competición tan exigente, como es la Champions, y el Sevilla lo ha hecho puntuando en casa del rival, a priori, más complicado del grupo.
El árbitro, el italiano Davide Massa, hizo un buen arbitraje. Ya habría sido perfecto si no hubiera perdonado la segunda amarilla a Jorginho, pero quizás habría sido mucho pedir, porque era aún en la primera parte y quedaba mucho partido por disputar. Pero el reglamento es el reglamento.
Eché en falta a Munir. Si este equipo tiene poco gol, no le veo mucho sentido no contar con el jugador que, probablemente, vea puerta con más facilidad y que menos necesite para crear peligro. Lopetegui sabrá. Tampoco entiende que siga sin contar con Oscar Rodríguez, al menos en los minutos finales.
Por cierto, muy buen partido también de Marcos Acuña, que me parece que, a este paso, se va a afianzar más pronto que tarde en el lateral izquierdo.
Toca cambiar el chip, porque hay que volver a la competición doméstica, donde deberemos quitarnos el mal sabor de boca que nos dejó la derrota en Granada. Y para ello habrá que superar a un siempre complicado rival, como es el Eibar, que en esta ocasión contará con dos canteranos del Sevilla: Bryan y Pozo.
Buen partido, este equipo va a por todas siempre. Así si.
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