Por increíble que parezca, el Sevilla FC ha vuelto a ganar en San Mamés. Durante buena parte del partido parecía que íbamos a morder el polvo, como era costumbre, pero el Sevilla fue muy superior en la segunda parte, sobre todo a raíz de la entrada de Munir.
La primera parte no me gustó en absoluto. Mucha posesión, pero inocua, ya que se distribuía el balón con mucha lentitud, sin buscar el gol con confianza. En realidad, es perder el tiempo, y te arriesgas a que pase lo que pasó: que el Athletic se adelante en cualquier ocasión, sobre todo a balón parado, que es su fuerte. Sin embargo, no llegó a balón parado, sino en un mal disparo, que tocó en Koundé, con la mala fortuna de que le llegó a Capa, que estaba solo y colocó el balón con el interior lejos del alcance de Bono, de disparo fuerte y cruzado.
A pesar del gol, el Sevilla seguía sin crear ocasiones claras. Hasta que, por fin, Lopetegui hizo cambios, ya entrada la segunda parte. Se notó especialmente la aportación de Munir, quien, en mi opinión, es uno de los mejores jugadores de la plantilla, ya que tiene desborde y, sobre todo, algo que escasea esta temporada: el gol.
En este partido, al igual que contra el Eibar, hubo dos jugadores clave para que el Sevilla se llevara los tres puntos. Contra el Eibar fueron Ocampos –marcó un gol y evitó otro en la última jugada del partido, jugando de guardameta–, y Jesús Navas –asistió a Ocampos en el gol y evitó un gol, sacando bajo palos el balón en la última jugada del partido, tras el paradón de Ocampos–, y hoy fueron Munir y Banega. El hispano-marroquí provocó la falta que antecedió al primer gol y marcó el definitivo 1-2, y el argentino marcó un golazo de falta y dio una asistencia sensacional a Munir.
Eso sí, Munir pudo meter la pata hasta el corvejón, porque bien que le pudieron señalar un absurdo penalti, por agarrar en el área a Iñigo Martínez. Es difícil apreciar si el agarrón es suficiente o no para derribar al jugador, que parece tirarse finalmente. Pero el agarrón es continuo y perfectamente podría haber señalado la máxima pena el árbitro. Son ganas de complicarse el partido, sobre todo con el VAR de por medio.
Una vez que el Sevilla se adelantó en el marcador, en ningún momento se pasaron apuros. Se controló perfectamente el tempo del partido, sin arriesgar la posesión innecesariamente y moviendo el balón con calidad.
Muy buen partido, en líneas generales, en la segunda parte. Muy acertados Bono –con alguna buena parada–, Navas, Ocampos, Jordán, Gudelj, Munir y Banega. Y por supuesto, los centrales. Tanto Koundé como Diego Carlos estuvieron a un altísimo nivel, como suele ser habitual.
No me gustaron hoy En-Nesyri, De Jong, Reguilón –vaya la ocasión que falló–, y, sobre todo, Suso. El gaditano parece otro desde que se reinició la competición. Está lento y fuera de forma. Por eso no entiendo que le quitara el puesto a Munir.
El Athletic no hizo un gran partido, pero nos perdonó hasta en dos ocasiones. Nos dejaron vivos y lo pagaron caro. Al final de la primera parte, en el único error de Koundé, que despejó mal y dejó un balón peligrosísimo a Munir, pudieron lograr el 2-0. Y lo mismo ocurrió cuando ya se jugaba la segunda parte, en un córner, un balón perdido que tiraron a las manos de Bono, desde cerca.
La Champions no está conseguida, pero falta muy poquito. Sería una hecatombe que no se lograra, porque le seguimos manteniendo seis puntos al Villarreal, cuando sólo quedan nueve por disputarse. Y lo más importante es que el próximo partido de los amarillos es ante un buen equipo, como es la Real Sociedad y, sobre todo, que el Real Madrid podría, si hace las cosas medio bien, proclamarse campeón de Liga precisamente ante el Villarreal, en su último partido casero.
Es decir, que si ganamos al Mallorca el próximo partido –no será fácil, porque se juegan la vida–, hay bastantes posibilidades de que ýa logremos la clasificacion matemática. Puede incluso que nos sobren una o dos jornadas.