Archivo mensual: julio 2020

Athletic Club 1 – Sevilla FC 2. Otra sorpresa en el 2020

Por increíble que parezca, el Sevilla FC ha vuelto a ganar en San Mamés. Durante buena parte del partido parecía que íbamos a morder el polvo, como era costumbre, pero el Sevilla fue muy superior en la segunda parte, sobre todo a raíz de la entrada de Munir.

La primera parte no me gustó en absoluto. Mucha posesión, pero inocua, ya que se distribuía el balón con mucha lentitud, sin buscar el gol con confianza. En realidad, es perder el tiempo, y te arriesgas a que pase lo que pasó: que el Athletic se adelante en cualquier ocasión, sobre todo a balón parado, que es su fuerte. Sin embargo, no llegó a balón parado, sino en un mal disparo, que tocó en Koundé, con la mala fortuna de que le llegó a Capa, que estaba solo y colocó el balón con el interior lejos del alcance de Bono, de disparo fuerte y cruzado.

A pesar del gol, el Sevilla seguía sin crear ocasiones claras. Hasta que, por fin, Lopetegui hizo cambios, ya entrada la segunda parte. Se notó especialmente la aportación de Munir, quien, en mi opinión, es uno de los mejores jugadores de la plantilla, ya que tiene desborde y, sobre todo, algo que escasea esta temporada: el gol.

En este partido, al igual que contra el Eibar, hubo dos jugadores clave para que el Sevilla se llevara los tres puntos. Contra el Eibar fueron Ocampos –marcó un gol y evitó otro en la última jugada del partido, jugando de guardameta–, y Jesús Navas –asistió a Ocampos en el gol y evitó un gol, sacando bajo palos el balón en la última jugada del partido, tras el paradón de Ocampos–, y hoy fueron Munir y Banega. El hispano-marroquí provocó la falta que antecedió al primer gol y marcó el definitivo 1-2, y el argentino marcó un golazo de falta y dio una asistencia sensacional a Munir.

Eso sí, Munir pudo meter la pata hasta el corvejón, porque bien que le pudieron señalar un absurdo penalti, por agarrar en el área a Iñigo Martínez. Es difícil apreciar si el agarrón es suficiente o no para derribar al jugador, que parece tirarse finalmente. Pero el agarrón es continuo y perfectamente podría haber señalado la máxima pena el árbitro. Son ganas de complicarse el partido, sobre todo con el VAR de por medio.

Una vez que el Sevilla se adelantó en el marcador, en ningún momento se pasaron apuros. Se controló perfectamente el tempo del partido, sin arriesgar la posesión innecesariamente y moviendo el balón con calidad.

Muy buen partido, en líneas generales, en la segunda parte. Muy acertados Bono –con alguna buena parada–, Navas, Ocampos, Jordán, Gudelj, Munir y Banega. Y por supuesto, los centrales. Tanto Koundé como Diego Carlos estuvieron a un altísimo nivel, como suele ser habitual.

No me gustaron hoy En-Nesyri, De Jong, Reguilón –vaya la ocasión que falló–, y, sobre todo, Suso. El gaditano parece otro desde que se reinició la competición. Está lento y fuera de forma. Por eso no entiendo que le quitara el puesto a Munir.

El Athletic no hizo un gran partido, pero nos perdonó hasta en dos ocasiones. Nos dejaron vivos y lo pagaron caro. Al final de la primera parte, en el único error de Koundé, que despejó mal y dejó un balón peligrosísimo a Munir, pudieron lograr el 2-0. Y lo mismo ocurrió cuando ya se jugaba la segunda parte, en un córner, un balón perdido que tiraron a las manos de Bono, desde cerca.

La Champions no está conseguida, pero falta muy poquito. Sería una hecatombe que no se lograra, porque le seguimos manteniendo seis puntos al Villarreal, cuando sólo quedan nueve por disputarse. Y lo más importante es que el próximo partido de los amarillos es ante un buen equipo, como es la Real Sociedad y, sobre todo, que el Real Madrid podría, si hace las cosas medio bien, proclamarse campeón de Liga precisamente ante el Villarreal, en su último partido casero.

Es decir, que si ganamos al Mallorca el próximo partido –no será fácil, porque se juegan la vida–, hay bastantes posibilidades de que ýa logremos la clasificacion matemática. Puede incluso que nos sobren una o dos jornadas.

 

Sevilla FC 1 – Eibar 0. Victoria de infarto que deja la Champions muy de cara

Esperaba que el partido de esta noche iba a ser muy complicado, por tres motivos: porque el Eibar siempre es un rival muy complicado (entrenador muy experimentado, con jugadores expertos en juego directo y equipo que siempre va al 100%, presionando como locos), porque nos faltaba una pieza fundamental para este tipo de encuentros (Koundé), y porque el soplapitos era Mateu Lahoz, que ha hecho todo lo posible para evitar que el Sevilla ganara, desde obviar dos penaltis claros –el tercero, aunque mano, creo que no lo es, porque está apoyada en el césped– hasta permitir que se sacara de banda, con el tiempo ya cumplido. Pero el penalti que no quiere pitar, la jugada de la mano que acaba con el balón golpeando el poste, creo que es clarísimo. No sólo porque le da en la mano, sino porque evita que remate a placer Fernando, que estaba justo detrás y tenía un remate franco. Pondría la mano en el fuego, sin miedo a quemarme, a que si en vez de ser el área del Sevilla hubiera sido del Madrid, ni se lo habría pensado para irse flechado al punto de penalti. Pero claro, no somos el Madrid, somos el Sevilla, y no se le va a echar medio país encima del impresentable de Mateu Lahoz. Es la misma historia de siempre. La misma historia, cansina, de siempre.

El partido no me gustó en ningún momento. En la primera parte no se imponían en la zona ancha Banega y Oliver Torres, y el Eibar llegaba con claridad. No tuvo ocasiones importantes, pero siempre daba sensación de peligro.

El Sevilla sólo llegaba con peligro cuando atacaba por su temida banda derecha: Ocampos-Navas. A estos dos jugadores principalmente le debemos la victoria de hoy. Verdaderamente, no tengo claro quién debería ser elegido jugador del partido, ya que el argentino marcó el gol del partido y evitó un gol, con un paradón, sustituyendo a Vaclík, en la última jugada del partido. Y Jesús Navas, por otro lado, dio una genial asistencia a Ocampos y sacó bajo palos, y tras el paradón de Ocampos, en el último segundo del partido, evitando también el gol. Ambos hicieron un buen partido, por lo que yo creo que sería, un fifty-fifty. El premio tendría que repartirse entre los dos, pues ambos han sido igual de decisivos.

Tampoco me gustó la segunda parte, sobre todo a raíz de que el Sevilla marcara el gol. No acabo de entender por qué el Sevilla se volvió loco, con continuas precipitaciones y pérdidas de balón, cuando era precisamente el momento de hacer todo lo contrario: controlar el partido, tener posesión y jugar con la desesperación de un rival que está en la parte baja de la clasificación y que necesitaba la victoria.

Pero para desesperación la mía, sobre todo cuando llegó la falta peligrosísima, al borde del área, lanzada por Pedro León, y a En-Nesyri, que se llevó el rebote, y con todo el equipo saliendo en tromba, no se le ocurre otra cosa que darle un voleón, cuando era el momento de tener un poquito de sangre fría y solucionar el partido a la contra. Es que era una ocasión clarísima, un contragolpe con una superioridad abrumadora de jugadores… En fin, supongo que habrá que estar ahí abajo, en el césped, para comprenderlo, y que por la tele se ve todo muy fácil.

Y ya el final de partido fue de infarto. Se nos apareció la virgen en las dos últimas jugadas del partido –al pobre Vaclík no–. Primero, cuando Kike García remató al palo. Y segundo, cuando Ocampos sacó el balón al remate de Dmitrovic –sensacional portero–, y cuando Navas, un segundo después, sacó el balón bajo palos.

Victoria que vale su peso en oro. Sacamos seis puntos al Villarreal, con el que tenemos el goal-average perdido, cuando sólo quedan doce por disputar. Y es que el Villarreal tiene un calendario bastante complicado: visita al Getafe, recibe a la Real Sociedad, visita a un Real Madrid que esperemos aún se esté jugando la Liga, y, por último, recibe al Eibar, que casi con toda seguridad, llegará ya salvado, porque le saca seis puntos al Mallorca, el primero de los que ocupan los puestos de descenso, y eso es una auténtica barbaridad, si tenemos en cuenta que los tres último no le ganan a nadie.

Aún no está todo hecho, pero el panorama se ha puesto muy bonito.

Mucho me temo que el final de Liga tendremos que disputarlo sin Vaclík, porque que te caiga una mole encima de la rodilla, con la pierna apoyada, tiene que ser una experiencia muy desagradable. Y los gestos de dolor del jugador no hacen presagiar nada bueno. Una lástima, porque es un jugador que siempre ha dado lo mejor. Algunas veces ha estado más acertado que otras, como todos los jugadores, pero siempre se ha esforzado al máximo, y estaba además en muy buen momento. Una baja importantísima para este esprint final.