No tenía ninguna ilusión por este derbi. Es duro no poder ir al estadio en lo que tendría que haber sido una fiesta. Y al fin y al cabo, lo ha sido, pero en los bares y en las casas de los aficionado sevillistas.
En realidad, más que un derbi, parecía un entrenamiento, por lo que tiene muchísimo mérito que los jugadores hayan estado concentrados durante todo el partido.
El Sevilla ha dominado casi por completo el partido. En la primera parte, el dominio ha sido total, con un solo tiro a puerta, y desde muy lejos, por parte del Betis. Lo único malo es que el Sevilla debió irse, al menos, con un gol de ventaja al descanso. Y sólo en la segunda parte, a partir del 2-0, y porque Lopetegui, lógicamente, echó al equipo atrás, el Betis inquietó con algún centro al área. Vaclík, prácticamente, fue un espectador más. No tuvo que emplearse a fondo en ningún momento.
Los dos goles fueron a balón parado. El 1-0 llegó en un penalti, para mí claro, sobre De Jong, y transformado por Ocampos. Es más, antes de ese penalti hay otro igual o más claro, en un córner, que no se pitó.
El segundo y definitivo, en un córner, tras pase de tacón de Ocampos, que remató Fernando a bocajarro ante el portero.
Muchos jugadores del Sevilla han estado a un altísimo nivel. Ocampos, con un gol y una asistencia, ha sido definitivo. Los centrales han estado inmensos. Tanto Diego Carlos como Koundé se han mostrado inexpugnables. En mi opinión, Diego Carlos es un gran central, pero Koundé es mejor. El francés me parece completísimo: va muy bien por alto, técnico, con anticipación, inteligente tácticamente, muy rápido –una de las cualidades que más valoro en un central–, y además se incorpora al ataque con peligro. Y lo mejor de todo, es que sólo tiene 21 años, por lo que su margen de mejora es tremendo. En ningún momento, viendo cómo se comporta en el terreno de juego, parece que tenga esa edad. Lástima que a Lopetegui, por simple capricho, le diera por romper durante varias jornadas esa magnífica pareja de centrales que forman Diego Carlos y Koundé, porque por esa tontería se nos han ido varios puntos que no volverán y que nos tendría afianzados en los puestos Champions.
En el centro del campo, exhibición de Fernando, que además incluso marcó un gol. Los jugadores que entraron desde el banquillo cumplieron.
Temía este partido por la grada vacía y por el árbitro, un Mateu Lahoz que nos odia, pero que, sinceramente, creo que hoy ha estado bien, a pesar de que se ha tragado un penalti, muy similar al que luego señaló. Pero al final, como casi siempre, ganó el Sevilla, ganó el mejor, y con claridad.
Noche de silencio, que siempre en buena señal en un derbi, y tres puntazos que nos mantienen, una jornada más, en puestos Champions.