Tiene mucho mérito lo que ha conseguido Caparrós en sólo tres partidos. Cogió a una plantilla muerta, sin confianza, y ha logrado que compitan, dándoles a los jugadores un chute de intensidad que no se les ha visto en toda la temporada.
El partido empezó mal. Al igual que en la ida, el Betis marcó en la primera llegada a puerta. Bartra remató una falta que fue desastrosamente defendida por el Sevilla. Aunque realmente no debió subir al marcador, por estar Bartra en fuera de juego. Por poco, eso sí, pero fuera de juego al fin y al cabo.
A partir de aquí, el Sevilla se rehizo y dominó por completo la primera parte. No empató porque estuvo tremendamente fallón, tanto en el último pase como en el remate, y eso es algo a lo que, desgraciadamente, estamos acostumbrados.
En la segunda parte, el Sevilla continuó con el dominio y buscando con ahínco el empate, hasta que lo consiguió por obra de Ben Yedder. En una extraña jugada que parecía que iba a quedar en nada, por un inoportuno resbalón, fue el más listo y le «robó la cartera’ a varios defensores béticos, enviando con la puntera el balón a la red.
El Betis siguió grogui, pero en una jugada aislada Loren pudo lograr el 2-1. Incomprensiblemente no remató de primeras y se entretuvo lo justo para que Lenglet despejara a corner.
Sin embargo, fue el Sevilla quien le dio la vuelta al marcador. A raíz de un saque de esquina, Ben Yedder toca levemente, de tacón, dejando pasar el balón hasta el centro del área para que Kjaer fusilara a Pedro.
No duró mucho la alegría, porque el Sevilla volvió a demostrar su poco rigor defensivo, en una jugada donde ni los centrales ni Soria estuvieron contundentes, de lo que se aprovechó Loren para lograr el 2-2 definitivo.
Lamentablemente, la superioridad del Sevilla no sirvió para ganar un partido que, de haber tenido más mordiente y acierto arriba, debería de haber sido un paseo o, al menos, haberse ganado. De igual manera, de haberse aplicado el VAR, el resultado habría sido distinto, pero para eso habrá que esperar a la próxima temporada.
La mejor virtud del Betis, al igual que en el partido de ida, fue su alta eficacia de cara a gol. Tuvo tres ocasiones e hizo dos goles, lo que llevó a otro resultado engañoso.
El resultado no fue bueno, pero, al menos, se consiguió la clasificación para la Europa League. Hace tiempo, viendo el pobre rendimiento que le sacaban a la plantilla Berizzo y Montella, me hice a la idea de que el Sevilla quedaría fuera de Europa, como ya ocurrió con Monchi hace unos años. Por tanto, esta clasificación, aunque sea con tres rondas previas, me sabe a gloria.
Lo que ha hecho Caparrós, logrando competitividad, resultados y la clasificación para Europa, incluso sobrándole una jornada, vuelvo a repetir que es muy meritorio.
Otra consecuencia que tuvo el derbi de ayer, aunque sólo sea a efectos estadísticos, es que el Sevilla lleva ya doce o trece temporadas sin caer en el Benito Villamarín. Esta ocasión debe ser especialmente dolorosa para el aficionado bético, al menos para los más fanáticos, pues soñaban con una victoria, incluso con una goleada, que dejara fuera de Europa a su eterno rival. Tendrá que ser en otra ocasión. Si es que alguna vez sucede.
Espero que esta penosa temporada liguera sirva para aprender de los errores, de manera que se haga una buena planificación y se conforme una buena plantilla que devuelva al Sevilla las opciones de optar a la plaza de Champions League que queda libre y que deberemos pelear, en teoría, con el Valencia y Villarreal.