Archivo diario: 13/01/2017

Sevilla FC 3 – R. Madrid 3. Otro robo, y el domingo llegará el tercero en once días

No saltó la sorpresa. No pudo ser. El Sevilla se enfrentó a los elementos, puso todo el alma en superar la eliminatoria, pero fue imposible, fruto de los errores propios y de los ajenos. Aunque sería de ilusos considerar las decisiones arbitrales de ayer como errores. En la primera parte, hubo tres fueras de juego señalados al Sevilla, y ninguno lo fue. Uno de ellos fue señalado al quedarse sólo Ben Yedder en posición franca para hacer el 2-0, marcador que habría dado bastante emoción a la eliminatoria, porque todavía quedaba tiempo de sobra y toda la segunda parte, aun cuando habría seguido estando difícil la remontada.

Pero no sólo fueron los fueras de juego, sino también la actitud de Undiano Mallenco, con diferente rasero en las faltas –alguna sólo existió en su imaginación–, en las tarjetas –perdonó a Casemiro la segunda amarilla, por manos voluntarias clarísimas–… en fin, en todo. Pero bueno, al fin y al cabo, era lo esperado. No es de extrañar que lleven cuarenta partidos imbatidos. Entre lo buenos que son y las ayudas que reciben, llegarán hasta donde ellos quieran.

La alineación del Sevilla me pareció lógica. Habría sido absurdo alinear los titulares teniendo en cuenta el partido tan importante que tenemos el domingo, ante el mismo rival. Pero claro, eso implica que quedan al aire los defectos de la plantilla, ya que jugadores como Vietto, Kranevitter o David Soria están bastante por debajo del nivel de los compañeros más habituales. Especialmente mal estuvo Kranevitter, que además hizo un penalti tonto a falta de diez minutos, cuando aún teníamos un finísimo hilito de esperanza de remontar, ya que aún eran necesarios dos goles.

Por contra, me gustó mucho el partido de los debutantes Lenglet y Jovetic. Al francés se le ve con bastante clase, calidad para salir con el balón jugado, buen pase y con anticipación. Habrá que verlo más, evidentemente, pero la primera impresión fue bastante positiva.

Jovetic, como Lenglet, también necesitará adaptarse al fútbol español, pero ayer ya tuvo bastante presencia, dispuso de algunas ocasiones y marcó su primer gol con la camiseta sevillista.

Como suele ser habitual, también jugaron bastante bien Sarabia –un todoterreno que se acopla a cualquier posición y con buen rendimiento–, Escudero o Mercado. Eché mucho en falta el juego de N’Zonzi, jugador fundamental, uno de los más determinantes de la plantilla y que actualmente no tiene recambio de garantías. Así que esperemos que ni se resfríe.

No entendí que con la eliminatoria sentenciada entraran en juego Nasri y Vitolo, ya que son jugadores muy importantes y tendrán que esforzarse el domingo al máximo para que los tres puntos se queden en casa.

Lo que más me gustó del Sevilla fue la intensidad que pusieron los jugadores en todo momento, incluso cuando el marcador estuvo imposible, y que llegaran a poner al Madrid contra las cuerdas durante buena parte del partido. La lástima fue que volvimos a fallar bastantes ocasiones de gol, aunque, en honor a la verdad, también el Madrid erró bastante, principalmente por medio de Morata.

La anécdota la puso Sergio Ramos, quien no acaba de digerir que en el Ramón Sánchez Pizjuán no es bienvenido. Se puede decir que ayer se quitó la careta.

En dos días habrá otro Sevilla – Madrid, donde habrá muchos cambios en los dos equipos. Lo que no hay ninguna duda es que el trío arbitral favorecerá al de siempre. Eso no cambia. Vayámonos preparando para el tercer robo en once días. ¡Qué cruz!

 

 

A Sergio Ramos le habríamos perdonado hasta que hubiera dicho lo del tren

Sergio Ramos se quitó la careta ayer, en el Ramón Sánchez Pizjuán. Ya no engañará a nadie más.

Hay aficionados y periodistas, normalmente de fuera de Sevilla, que se  se extrañan del recibimiento de Sergio Ramos cada vez que juega con el Sevilla, club que le formó y donde dejó la nada despreciable cifra de 27 millones de euros. A mí, sin embargo, me parece de lo más normal que se le pite y se le abuchee. ¿El motivo? Sergio Ramos engañó a la que era su afición. Recuerdo que se hartaba de decir que no se iría al Madrid, pero en realidad estaba negociando con el equipo de Florentino, presionó siguiendo las instrucciones de éste, y cuando ya se cerraba el plazo, poco antes de las 12 de la noche, depositó la cláusula en la sede de la LFP.

A la gente no le gusta que le engañen. Podría haber dicho la verdad: que se iba al Madrid porque iba a ganar mucho más dinero, o porque iba a ser más famoso y aparecería en televisión cada dos por tres, o porque iba a tener muchas más posibilidades de ganar la Liga –bien fácil, porque el Madrid sólo tiene un rival– o la Champions, o multitud de títulos. O incluso podría haber dicho las frases hechas que utilizan muchos: «No podía dejar pasar el tren», o como ha dicho Lenglet cuando ha dejado el Nancy: «era una oportunidad que no podía desaprovechar». O incluso alguna de esas pamplinas de «me voy pero siempre llevaré al Sevilla en el corazón». Pero no, el escogió salir por la puerta de atrás.

Otros jugadores, como Rakitic, Alves también se fueron a equipos poderosos, dejando muchos millones, pero dejando también muestras de cariño por el que fue su club. Aunque también hay que recordar que Rakitic también engañó al Sevilla. No paraba de decir que renovaría, pero, a la hora de la verdad, dabas continuas largas porque estaba en negociaciones con el Barcelona.

Tanto Rakitic como Alves son foráneos y no se jactan de ser sevillistas. Sergio Ramos sí, pero no lo demuestra. Una prueba de ello la tenemos aún reciente, en esa Supercopa de Europa que perdimos estúpidamente por no saber retener el balón en un córner. Maradona, o cualquier otro jugador con algo de calidad técnica y picardía, se habría llevado media hora pegado al banderín de córner. Pues en esa Supercopa fue Sergio Ramos quien marcó el gol que daría lugar a la prórroga,  en el descuento. Entiendo que es un profesional y que se debe al club que le paga. No va a tirar el balón fuera, pero lo que no puede hacer, si en verdad se considera sevillista, es celebrar el gol como lo hizo. Yo creo que ni el más bético de los béticos lo habría celebrado tanto. Sevillista no creo que sea, pero no tengo la más mínima duda de que es muy madridista. Soy incapaz de imaginarme a ilustres sevillistas como, por ejemplo, Jesús Navas o a Kanouté, celebrando un gol así ante el Sevilla.

Sin embargo, curiosamente, Sergio Ramos tenía a la afición dividida. Supongo que sus continuas alusiones al que fue su amigo, Antonio Puerta, habrían suavizado la actitud de parte de la afición hacia él, o también habrá gente que no le dé importancia a las formas y opine que hizo bien en irse. Pero ayer, cuando marcó el penalti a lo Panenka, miró desafiante a la grada y remató la niñería con gestos chulescos, consiguió poner a todo el estadio en su contra. El chivato de la LFP podría poner en su informe, sin miedo a equivocarse, que «todo el estadio cantó al unísono y de forma coral: «Sergio Ramos, hijo de puta»». Y el que no lo dijo, lo pensó, como fue mi caso.

Por supuesto, Sergio Ramos no será sancionado por provocar a la grada, aunque podría, según el Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol. En el apartado de «Infracciones graves y sus sanciones», el artículo 93 recoge las provocaciones al público. Dice, textualmente: «Provocar la animosidad del público obteniendo tal propósito, salvo que, por producirse, como consecuencia de ello, incidentes graves, la infracción fuere constitutiva de mayor entidad, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos».

Por si fuera poco, parece que Sergio Ramos ha perdido el norte definitivamente. Ayer, por lo visto, se permitió el lujo de decir que el Presidente del Sevilla debía tomar medidas para que la afición «no quedara manchada». ¿Pero quién se cree que es? ¿La afición del Sevilla va a quedar manchada porque no reciba bien a un jugador? Es comprensible que no le guste que le insulten, pero si le afecta tanto como para provocar al público, quizás debería dedicarse a otra profesión. Raro es el futbolista que no recibe insultos, normalmente de aficiones ajenas, pero algunos incluso de la propia.

En fin, ya no hay vuelta atrás. Ya puede considerarse, sin ninguna duda, de que Sergio Ramos es persona non grata entre el sevillismo.