Archivo mensual: enero 2017

Español 3 – Sevilla FC 1. La mala fe de Vicandi Garrido corta la extraordinaria racha del Sevilla

El Sevilla se jugaba mucho ayer en Cornellá, nada más y nada menos que afianzarse en la zona Champions y poner tierra de por medio ante sus principales perseguidores, Atlético de Madrid y Barcelona, pero ni siquiera tuvo opción de disputar los tres puntos, debido a una gracia de Vicandi Garrido, que no dudó, ni lo más mínimo, en castigar con penalti y expulsión un piscinazo de Piatti. Es decir, en lugar de mostrar tarjeta amarilla al argentino del Español, expulsó a Pareja.

La mala fe en la decisión del árbitro es evidente. Puede equivocarse en señalar penalti o no, pero lo que no puede hacer es pasarse el nuevo reglamento por donde le dé la gana. El reglamento se ha modificado, precisamente, para evitar lo que ayer vimos en Barcelona: que una jugada se castigue con tanta dureza que prácticamente deje sentenciado el partido, con el agravante además de que tuvo lugar en el minuto 2 de partido. Es decir, se trata de evitar el llamado triple castigo: penalti, expulsión y sanción del jugador. Al menos, espero que el Sevilla recurra la sanción, porque en la repetición puede verse que el contacto de Pareja es mínimo y que no existe falta. También me parece impropio de un jugador de la experiencia de Pareja el dar facilidades al árbitro, poniendo la mano sobre el hombro de Piatti, cuando los árbitros suelen ser de gatillo rápido cuando se trata de tarjetear a los jugadores del Sevilla.

El triple castigo sigue vigente en acciones excepcionales, y es cuando un jugador evita una acción manifiesta de gol de forma antideportiva, o bien de forma violenta, sin ánimo de jugar el balón, o evitando un gol con la mano, de forma voluntaria. Evidentemente, el leve agarrón –que no empujón, como simula Piatti– de Pareja no se ajusta a ninguno de los dos casos, con lo cual la alevosía de Vicandi Garrido salta a la vista.

En cualquier caso, si alguien tenía dudas de la mala fe del árbitro, sólo tuvo que esperar al segundo tiempo, donde con 2-1 en el marcador, perdona la doble amarilla a Aaron, el joven e inexperto lateral del Español, que cortó una internada de Sarabia agarrándole. Vicandi señaló la falta e hizo ademán de mostrar la tarjeta amarilla, pero, en cuanto se percató de que era un jugador que ya estaba amonestado, cambió su decisión. Probablemente, pensaría que no podía equilibrar las fuerzas, no fuera a ser que el Sevilla empatara o ganara el partido, pues había tiempo de sobra para ello. Ya hay que ser sinvergüenza –es la palabra más suave que se me ocurre– y poco profesional para hacer eso.

Para definir la actuación arbitral, se podrían utilizar las mismas palabras que José Castro dijo en relación al lamentable ataque a la Peña Sevillista «A 1.000 kilómetros de Nervión»: «Es penoso, de cobardes». Porque pondría la mano en el fuego a que el mismo árbitro no se atrevería a expulsar a un jugador del Barcelona o el Madrid en el minuto 2.

Dejando aparte la decisiva actuación arbitral, pienso que el Sevilla hizo un buen partido, sobre todo en la primera parte, dando la cara en todo momento y buscando la puerta contraria hasta el último minuto. Se nota el carácter ganador del entrenador y jugadores, y se entiende perfectamente la frustración que deben sentir, ya que se puede decir que hemos sido eliminados de la Copa del Rey por Mateu Lahoz y nos hemos descolgado del Madrid por otro mal arbitraje. Y eso duele en una plantilla que se ve capacitada para luchar por la Liga, pero, claro, siempre y cuando juegue con las mismas reglas que el resto de contendientes. Si no, es imposible.

A pesar de la expulsión, el Sevilla tiene jugadores de tanta calidad que encerró en su área al Español, logrando el empate con una jugada sensacional que remachó Jovetic. Lástima que el montenegrino no golpeara bien el balón en lo que pudo ser el 1-2. Fue tal la superioridad en buena parte del primer tiempo que dio que pensar que, de haber estado once contra once, el Sevilla no habría tenido rival.

Pero un jugador más es mucho y el Sevilla lo pasó mal al final del primer tiempo. Vicandi, en su afán por rematar la faena, añadió dos minutos de prolongación –normalmente no se añade tiempo en el descanso, o, si acaso, un minuto; pero dos es algo que casi nunca se ve– , y precisamente en la última jugada se adelantó el Español, con un cabezazo muy ajustado, al que no pudo llegar Sergio Rico.

En la segunda parte, el Sevilla tuvo más dificultades para crear ocasiones, ya que el Español se encerró mejor y el cansancio empezó a hacer mella en los jugadores del Sevilla.

El mejor jugador del Español fue un sevillista: José Antonio Reyes. El utrerano puso en jaque a la defensa del Sevilla con su maestría a balón parado. Marcó un gol, asistió en otro y remató al larguero en lo que sería el preludio del tercer gol, donde Rami y Mariano no estuvieron nada afortunados. Este tercer gol dejó más que sentenciado el partido, si es que no lo estaba ya.

Por cierto, vaya diferencia en la celebración del gol de Reyes y la de Sergio Ramos. Se nota que uno es sevillista y otro no.

No tiene sentido seguir pensando en el partido de ayer. Sólo hay que pensar ya en el Villarreal y en distanciar más al Atlético de Madrid, que es nuestro principal rival esta temporada.

 

Para defenderlo, le dio una afición

Hoy, a las 13 horas, está convocada una rueda de prensa donde José Castro tratará el tema del posible cierre parcial del Ramón Sánchez Pizjuán. En mi opinión, el sevillismo espera palabras de contundencia de nuestro presidente contra la injusta propuesta del Comité de Competición. Yo al menos, me sentiría muy defraudado si no fuera así.

El sevillismo está hastiado, más que harto de los constantes agravios comparativos que estamos sufriendo durante los últimos años, pero que se han acrecentado desde que a Tebas, a raíz del asesinato del aficionado del Depor Jimmy a manos del Frente Atlético, colocara en su punto de mira a los Biris. Ilógico, pero cierto. En lugar de ir a por el grupo ultra del Atlético, con antecedentes de asesinatos, va a por el del Sevilla, que tampoco es que sean unos angelitos, pero, desde luego no llegan a su nivel. No sé cuantos componen los Biris, pero estoy seguro de que, si son 800 miembros, por decir una cifra, no llegarán a 30 el número de cafres que son capaces de liarla.

Tebas decidió entonces crear una supuesta red de informadores o chivatos que informarían, con pelos y señales, de todas las atrocidades que se cometieran en los estadios, hasta el punto de denunciar hasta los insultos. Digo «supuesta», porque parece que no formó tal red, sino que sólo enviaba uno al Ramón Sánchez Pizjuán. En los demás estadios se oyen toda clase de insultos, pero sólo se recogen y denuncian los que se producen aquí. En Madrid –Bernabéu y Calderón–, Valencia, Málaga, Pamplona, o nuestros amables vecinos verdiblancos, no dicen «Puta Sevilla», ni «sevillanos, yonkis y gitanos», ni el vomitivo «Ea, ea, ea, Puerta se Marea», ni otras lindezas por el estilo. Tampoco se han cerrado estadios por lanzar botellas de whiskey, cabezas de cochinillos o plátanos a jugadores negros. Y quieren cerrar el nuestro por insultar.

Pero el camino ya está marcado. En Gijón ya han recibido otra injusta propuesta porque parte de la afición insultó a Williams, el jugador negro –sí, es negro, sin lamentables eufemismos como «de color» o «moreno»– del Athlétic. Y en Gijón tienen clarísimo que no cerrarán el estadio y que irán a los juzgados si hiciera falta. Por lo pronto, ya han conseguido la suspensión del cierre, como era de esperar. Y supongo que acabarán dándole la razón y dejando sin efecto la sanción.

A nadie se le escapa que esta propuesta de cierre tiene su origen en el affaire Sergio Ramos. Desde los Madriles se ve tremendamente escandaloso que al capitán del Madrid y de la Selección española –un jugador ejemplar, según ellos– se le llame «hijo de puta». Este jugador ejemplar es uno de los más violentos sobre el terreno de juego y, por tanto, de los más expulsados, y eso que le protege su camiseta. Hace unos días, en el Madrid-Celta, el jugador ejemplar tuvo unas palabras para la madre de Iago Aspas, al que también escupió. Es decir, Sergio Ramos se lamenta y se muestra afectado en los medios porque insultan a su madre, y un par de partidos depués, él hace exactamente lo mismo con Iago Aspas. Muy coherente el muchacho.

Por cierto, en Madrid se olvidan, casualmente, de que Sergio Ramos provocó a la grada del Ramón Sánchez Pizjuán, y que eso es sancionable, ya que infringe el artículo 93 del Código Disciplinario de la RFEF. Le podrían haber caído de cuatro a doce partidos de sanción. Si hubiera sido un jugador de un equipo terrenal, claro está. Como Sergio Ramos es ejemplar, habrán considerado que una sanción así mancharía su impoluto historial.

La cuestión es que en Madrid ya no les basta con multas absurdas –120.000 € por una pancarta que rezaba «Se armó la gozadera», por ejemplo–, si no que, aprovechando el escándalo Ramos, ahora quieren el cierre parcial. Y por ahí sí que no se pasa. José Castro tiene que dejar bien clarito que el estadio no se cierra, ni un solo asiento.

Pienso que, hasta ahora, Castro ha permitido cosas que no debería haber permitido. Si es cierto lo que se comenta en las redes sociales, no es de recibo que, en nuestro propio estadio, no se dejen entrar banderas que se han vendido en la tienda oficial del club. O que no se permita la entrada de bombos para animación, cuando sí se dejan en otros estadios; o  la retirada de pancartas donde no se insulta a nadie.

«Para defenderlo, le dio una afición». Es lo que dice la letra del himno de El Arrebato. La afición lo tiene claro. Las peñas se están uniendo para contrarrestar las disversas campañas de desprestigio de la afición del Sevilla, que ya llegan en oleadas desde más allá de Despeñaperros –la última, la bandera de «Gordo» en Pamplona–. Así que a Castro no le queda otra que liderar a la afición, como es su deber y obligación, y lo debe hacer con contundencia y firmeza. Él siempre ha dicho que el Sevilla tiene que estar unido. En este tema no son suficientes las palabras, sino los hechos.

La indignación es máxima. Habrá que llegar hasta donde haga falta, hasta el último tribunal, pero el Ramón Sánchez Pizjuán no se cierra.

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Decepcionante rueda de prensa. Castro no ha hecho más que insistir en lo evidente, pero también en lo que es imposible de evitar: que insultar no nos lleva a ningún sitio. Ya sabemos que insultar está mal, pero, en mi opinión, no hay forma de evitar que insulte parte del público. La única forma es demostrar que alguien ha insultado, identificarle y sancionarle, pero nunca la solución es que paguen justos por pecadores. No soy jurista, pero creo que demostrar que alguien ha insultado es bastante complicado, y más aún si se amparan en la masa.

La cuestión más importante, en mi opinión, es el agravio comparativo con otras aficiones, y ahí el presidente no ha querido entrar. Aunque la ha reconocido, como no podía ser de otra forma, sólo ha tocado el tema de soslayo y ha evitado un tema que, según él, hay que tratar en otros foros. Seguramente, se referirá a ese tipo de foros donde tanto nos ningunéan.

También dice que no debemos sentirnos perseguidos. Será una impresión equivocada del aficionado sevillista.

Contundencia cero, decepción máxima.

 

 

 

 

Osasuna 3 – Sevilla FC 4. Victoria con signos de campeón

Hoy el Sevilla ha vuelto a dar una buena muestra de tener mentalidad ganadora, de tener mentalidad de campeón. Ha ganado en El Sadar, un estadio dificilísimo, porque el Osasuna, a pesar de ser el colista, es un equipo que se esfuerza al máximo. No para de presionar, agobiando al rival, y es especialista en el juego directo. Su estilo es rudimentario, con poca técnica y abusando de voleones –un jugador incluso levantó un balón que le llegaba raso, para dar un voleón– pero a la menor oportunidad cuelga el balón en el área, y tiene jugadores, como Oriol Riera, que ha sido un auténtico incordio. Este jugador va bien por alto y es rápido y corpulento, siendo un buen quebradero de cabeza para nuestros centrales, y, además, tiene facilidad para marcar ante el Sevilla.

El Sevilla también fue capaz de remontar hasta en dos ocasiones un marcador adverso. La primera de ellas llegó bien pronto, al cuarto de hora de partido, en una jugada donde el mal estado del césped fue decisivo, ya que Mercado no pudo perseguir a su par, debido a un inoportuno resbalón. A continuación llegaron momentos difíciles, donde el Sevilla pudo encajar el segundo. Afortunadamente, Sergio Rico hizo un partidazo y nos salvó de un marcador que habría sido muy complicado de superar. Hasta tres intervenciones de mérito realizó nuestro canterano durante el partido.

Al filo del descanso llegó el empate, obra de Iborra, a pase de Jovetic. Nos íbamos a vestuarios con la importancia de hacer un gol sicológico que nos daba la oportunidad de empezar de cero y borrar la mala imagen de la primera parte.

Pero estaba claro que no era nuestro día. A falta de poco menos de media hora de partido, Iborra no despeja bien, golpeando el balón con la pantorrilla, con la mala suerte de que la coló en su propia portería.

De nuevo, el Sevilla volvió a hacer gala de su capacidad de reacción, pues sólo habían transcurridos dos minutos de juego, cuando Iborra se quitó la espina y logró marcar el gol del empate.

Y entonces es cuando llegamos al momento crucial del partido: Sampaoli huele sangre y hace un cambio muy ofensivo, retirando a Mercado y dando entrada a Pablo Sarabia. Este cambio no pudo ser más acertado, pues Sarabia asistió a Vázquez en el tercer gol y marcó el cuarto, que sentenciaba el partido, de un disparo fuerte, raso y ajustado.

El tercer gol fue polémico y muy protestado por los jugadores de Osasuna. En directo no vi nada, ya que es una jugada difícil de ver. Pero en la repetición se aprecia claramente que Vázquez empuja a Oriol Riera levemente. ¿Suficiente como para señalar falta? Pues es difícil de calibrar, hasta el punto de que no sé si el árbitro no lo vio, o, simplemente, le pareció que no fue falta. Desde luego, lo que sí tengo clarísimo es que, si hubiera sido al revés, ningún árbitro habría señalado penalti.

Me parecen exageradas las protestas de Osasuna. Sacar un comunicado anunciando una queja formal, sólo por esa jugada y un fuera de juego, es desproporcionado. Me pregunto qué habrían hecho si hubieran sufrido el arbitraje de Mateu Lahoz en el Bernabéu o el de Mark Clattenburg en el Ramón Sánchez Pizjuán ante la Juventus.

Sí es verdad que Estrada Fernández estuvo muy permisivo con las protestas de los jugadores rojillos. Normalmente, cuando las protestas son tan desaforadas y visibles, con gestos y gritos, los árbitros son implacables y muestran amarilla. Estrada podría haber expulsado a más de uno si hubiera querido.

Por cierto, no sé si que yo no soy objetivo, pero me sigue pareciendo que a los jugadores del Sevilla le sacan amarilla con mucha facilidad y los jugadores contrarios pueden cortar contragolpes con agarrones o patadas y no les pasa absolutamente nada. Aunque igual son cosas mías.

Lo que menos me gustó fue la falta de concentración tras el 2-4, que provocó que en la última jugada del partido se le permitiera a Osasuna central al área para que Kodro lograra el 3-4 definitivo a placer. Y es que no es lo mismo ganar por uno que por dos goles. Hay que cuidar el goal-average, porque podría ser decisivo a final de temporada.

El Sevilla finaliza la primera vuelta como segundo clasificado, y eso tiene muchísimo mérito. Ya hasta ganamos en Pamplona, un estadio complicadísimo por el ambiente y el estilo de juego del rival, y lo hacemos en un patatal y remontando hasta en dos ocasiones el marcador. Y lo que es más importante: buscando la victoria en todo momento.

Ahora hay que seguir la racha en Barcelona, con el objetivo de seguir acumulando puntos para la complicada segunda vuelta, donde tendremos que visitar estadios tan difíciles como el Bernabéu, Nou Camp, Calderón o Mestalla. Esto hará casi imposible que volvamos a repetir los 42 puntazos que tenemos en esta segunda vuelta. Pero, por intentarlo, que no quede.

Lo que sí está claro es que conseguir la Liga es imposible. El Madrid volvió a ganar gracias a un gol en fuera de juego, en esta ocasión de sólo tres jugadores. Y así, evidentemente, no hay nada que hacer.

 

Sevilla FC 2 – R. Madrid 1. El Madrid sucumbe ante el Eterno Campeón de Andalucía

Ayer se rememoraba la consecución del primer título oficial del Sevilla FC. Hace 100 años que se proclamó campeón de la Copa de Andalucía, competición donde mostró una supremacía abrumadora, pues se alzó con el título en 18 de las 21 ediciones celebradas. Por ello se le bautizó como el Eterno Campeón de Andalucía.

Partido entre campeones, intensísimo y disputado el que tuvimos el placer de contemplar ayer en el Ramón Sánchez Pizjuán, en un ambiente espectacular y bastante caldeado, debido a los último arbitrajes sufridos ante el equipo capitalino y al rescoldo de las llamas que encendió Sergio Ramos con su provocadora actitud hace tres días, en el partido de Copa del Rey.

El partido no fue especialmente brillante, en cuanto a fútbol, sobre todo en la primera parte. Ambos equipos eran conscientes de la importancia de los tres puntos y tomaban muchas precauciones en defensa, creándose pocas ocasiones de gol claras. Por parte del Sevilla, hasta el minuto 35 no tiró entre los tres palos, a tiro de Nasri, desde lejos. El Madrid sí tuvo un par de ocasiones claras en esta primera mitad. Cuando más cerca estuvo de inaugurar el marcador fue a poco del descanso, cuando Ronaldo no remató bien un magnífico pase de Benzemá, que fue el jugador más peligroso de los madridistas.

Me llamó mucho la atención el respeto que tuvo el Madrid durante todo el partido, temiendo especialmente el contragolpe del Sevilla. Cuando el Sevilla robaba el balón, era casi imposible sorprender a la contra por la cantidad de jugadores del Madrid que se quedaban atrasados. No es normal ver al Madrid tan encerrado en su área.

En la segunda parte, los dos equipos buscaron con más decisión a por el partido, pero, de nuevo, tampoco hubo muchas ocasiones. Ben Yedder estuvo cerca de hacer el 1-0, en un buen contragolpe, pero lo evitó Keylor Navas. Benzemá tuvo una ocasión clarísima para adelantar al Madrid, en una acción embarullada, pero disparó alto. Y minutos después llegó el penalti. Carvajal se aprovechó de un error de Escudero para plantarse solo ante Sergio Rico, que, en su salida, toca balón pero también se lleva por delante al lateral madridista. Difícil acertar, incluso viéndolo repetido por televisión. El linier, que posiblemente era el que mejor perspectiva tenía, lo vio claro: no era penalti. Pero Hernández Hernández pensaría que «en caso de duda, a favor del Madrid», e hizo caso omiso de las indicaciones de su asistente.

El penalti lo lanzó perfectamente Ronaldo. Sergio Rico no pudo hacer nada ante su tiro fuerte y ajustado a la base del poste. Aparte de que se tiró para el otro lado. Está claro que los penaltis son la asignatura pendiente de Sergio Rico.

Quedaba menos de media hora y había que poner toda la carne en el asador, y Sampaoli dio entrada a Sarabia y a Jovetic, ambos decisivos. Sarabia botó una falta con muchísimo peligro, ya que iba fuerte, con mucha rosca y a la altura perfecta, de manera que el portero no puede hacer nada y es un peligro incluso para los defensas, por la dificultad de despejar. De hecho, ni Varane ni Ramos pudieron hacerlo, y Ramos acabó metiendo el balón en su propia puerta, en lo que parecía un castigo divino a su prepotencia.

Con empate a uno en el marcador, ante un equipo tan fuerte como el Madrid, cualquiera se hubiera conformado. El Sevilla no lo hizo. Fue a buscar el segundo y encontró su premio. Vitolo robó un balón por anticipación en la banda y cedió a Jovetic, que aprovechó que Keylor Navas no estaba muy bien situado para batirle, de tiro ajustado. Aunque el portero tocó el balón, no lo desvió lo suficiente como para evitar el gol. Fue el delirio en la grada y el colofón perfecto a un patido jugado de poder a poder, aunque no haya sido uno de los más brillantes, por parte de ninguno de los dos equipos. En seis minutos el Sevilla había dado la vuelta al marcador y acabó derrotando a un equipo que llevaba 40 partidos sin morder el polvo.

No me gustó ni la alineación ni el sistema. Pienso que el Sevilla ha ofrecido su mejor juego poniendo en liza una defensa con tres centrales y dos delanteros, y no debería cambiar, sea quien sea el equipo que esté enfrente, a no ser que sea obligado por lesión o sanción de jugadores. Curiosamente, fue el Madrid quien jugó con ese sistema. También creo que Jovetic debe ser titular en detrimento de Franco Vázquez, nunca sustituyendo a Ben Yedder, ya que el francés ve puerta con facilidad y también se esfuerza mucho en defensa, incluso bajando a su propia área.

El árbitro, Hernández Hernández no estuvo mal. Nos perjudicó, pero no mucho. El penalti es dudoso, aunque él no dudó en barrer para el poderoso. Lo que más me molestó fue el diferente criterio a la hora de mostrar las tarjetas. Al Real Madrid perdonó dos clarísimas: una entrada por detrás y una patada sin balón. Sin embargo, a la primera que hizo el Sevilla –falta de Iborra cortando un contragolpe cerca del área madridista–, le enseñó la tarjeta. Por supuesto, tampoco vio el balonazo que Ronaldo le dio a Vitolo en los momentos previos al lanzamiento del penalti.

Seguimos en segunda posición. No hay que pensar en ganar la Liga, sino en ganar todos los puntos que se puedan. Si en la jornada 35 seguimos ahí, pues entonces ya, si hay que ir a por ella, pues se va. Pero queda tantísimo aún, que no tiene sentido plantearse ganar una competición que, por muchos motivos, en teoría debe ser para Madrid o Barcelona.

Próximo partido, ante el Osasuna. Que no ocurra como ante el Granada. Miedo me dan estos partidos.

 

Sevilla FC – R. Madrid. Silbar hasta quedarnos sordos, pero ni un solo insulto

Es lo que tiene el estar en la cima, que de vez en cuando te encuentras partidazos como el de esta noche, donde los dos equipos se juegan muchísimo. Sin embargo, el partido estará irremediablemente marcado por Sergio Ramos, ese madridista que se quiere hacer pasar por sevillista. Todos los medios estarán pendientes del recibimiento que tendrá, ya que, después de la estupidez que hizo el jueves, ahora ha conseguido que el cien por cien del sevillismo esté en su contra.

Desde mi punto de vista, el sevillismo debe dedicar, como no puede ser de otra forma, de forma hostil tanto al Madrid –club que lleva robándonos partidos desde tiempos inmemoriales– como a Sergio Ramos –por motivos más que obvios–. Pero eso sí, nuestro rechazo debe quedar patente con señorío. Me parece muy acertada la pañolada que han propuestos varias peñas del Sevilla FC, pero no debe haber insultos, ni bengalas, ni cualquier otro medio que perjudique la imagen del club. La maquinaria mafiosa que mueve el Madrid, que controla instituciones y medios de comunicación capitalinos nos está esperando. Están deseando multarnos y cerrarnos el estadio, y sería una gran torpeza darles facilidades.

En este sentido, me ha parecido muy oportuno y brillantísimo el comunicado emitido por el Sevilla FC. Llegó en el momento justo, cuando ya se había publicado en un periódico afin al Madrid que se cernía sobre nuestro estadio la posibilidad de cierre parcial del estadio, y había empezado el lavado de imagen de Sergio Ramos.

Yo entiendo que el comunicado viene a decir algo así como: «Vamos a llevarnos bien. No está bien insultar –multa–, pero menos lo está provocar a la afición, que es una falta grave, según código disciplinario de la Federación Española de Fútbol. Así que o sanción para los dos, o para ninguno». Pero, además, el Sevilla lo hace con buena fe, porque sabe perfectamente que, si la sanción la pide a la Liga de Fútbol Profesional –institución controlada por el Madrid–, quedará en nada. De hecho, Javier Tebas, su Presidente –declarado madridista–, a las pocas horas, sin necesidad de reunión con los miembros de la LFP, ya dejó claro que no habría denuncia a Sergio Ramos. Si hubiera ido de mala fe, el Sevilla FC habría presentado denuncia directamente en la Federación, y, como es más que evidente que Sergio Ramos provocó al público, los juristas habrían tenido que hacer encaje de bolillos para no sancionar al camero.

El comunicado del Sevilla, por supuesto, también aprovecha para exigir que no haya insultos y que haya deportividad.

Pero centrémonos. Hay que olvidar las polémicas, porque lo único importante esta noche es recuperar la segunda plaza, y para eso es necesario ganar. Para ello, el Sevilla contará con su equipo de gala. Lamentablemente, parece que Sampaoli tiene dudas en la alineación. Parece que le ha convencido Jovetic y que podría incluirlo como titular, posiblemente en detrimento de Ben Yedder, quien, en mi opinión, debe ser titularísimo, por su facilidad goleadora. Me gustaría que su duda fuera si debe alinear a Jovetic o al «Mudo» Vázquez. En cualquier caso, saltaremos al campo con un equipo competitivo y poderoso.

Por cierto, que no se extrañe nadie si presenciamos el tercer robo arbitral en once días. Desgraciadamente, es lo normal cuando te visita la mafia.

 

Sevilla FC 3 – R. Madrid 3. Otro robo, y el domingo llegará el tercero en once días

No saltó la sorpresa. No pudo ser. El Sevilla se enfrentó a los elementos, puso todo el alma en superar la eliminatoria, pero fue imposible, fruto de los errores propios y de los ajenos. Aunque sería de ilusos considerar las decisiones arbitrales de ayer como errores. En la primera parte, hubo tres fueras de juego señalados al Sevilla, y ninguno lo fue. Uno de ellos fue señalado al quedarse sólo Ben Yedder en posición franca para hacer el 2-0, marcador que habría dado bastante emoción a la eliminatoria, porque todavía quedaba tiempo de sobra y toda la segunda parte, aun cuando habría seguido estando difícil la remontada.

Pero no sólo fueron los fueras de juego, sino también la actitud de Undiano Mallenco, con diferente rasero en las faltas –alguna sólo existió en su imaginación–, en las tarjetas –perdonó a Casemiro la segunda amarilla, por manos voluntarias clarísimas–… en fin, en todo. Pero bueno, al fin y al cabo, era lo esperado. No es de extrañar que lleven cuarenta partidos imbatidos. Entre lo buenos que son y las ayudas que reciben, llegarán hasta donde ellos quieran.

La alineación del Sevilla me pareció lógica. Habría sido absurdo alinear los titulares teniendo en cuenta el partido tan importante que tenemos el domingo, ante el mismo rival. Pero claro, eso implica que quedan al aire los defectos de la plantilla, ya que jugadores como Vietto, Kranevitter o David Soria están bastante por debajo del nivel de los compañeros más habituales. Especialmente mal estuvo Kranevitter, que además hizo un penalti tonto a falta de diez minutos, cuando aún teníamos un finísimo hilito de esperanza de remontar, ya que aún eran necesarios dos goles.

Por contra, me gustó mucho el partido de los debutantes Lenglet y Jovetic. Al francés se le ve con bastante clase, calidad para salir con el balón jugado, buen pase y con anticipación. Habrá que verlo más, evidentemente, pero la primera impresión fue bastante positiva.

Jovetic, como Lenglet, también necesitará adaptarse al fútbol español, pero ayer ya tuvo bastante presencia, dispuso de algunas ocasiones y marcó su primer gol con la camiseta sevillista.

Como suele ser habitual, también jugaron bastante bien Sarabia –un todoterreno que se acopla a cualquier posición y con buen rendimiento–, Escudero o Mercado. Eché mucho en falta el juego de N’Zonzi, jugador fundamental, uno de los más determinantes de la plantilla y que actualmente no tiene recambio de garantías. Así que esperemos que ni se resfríe.

No entendí que con la eliminatoria sentenciada entraran en juego Nasri y Vitolo, ya que son jugadores muy importantes y tendrán que esforzarse el domingo al máximo para que los tres puntos se queden en casa.

Lo que más me gustó del Sevilla fue la intensidad que pusieron los jugadores en todo momento, incluso cuando el marcador estuvo imposible, y que llegaran a poner al Madrid contra las cuerdas durante buena parte del partido. La lástima fue que volvimos a fallar bastantes ocasiones de gol, aunque, en honor a la verdad, también el Madrid erró bastante, principalmente por medio de Morata.

La anécdota la puso Sergio Ramos, quien no acaba de digerir que en el Ramón Sánchez Pizjuán no es bienvenido. Se puede decir que ayer se quitó la careta.

En dos días habrá otro Sevilla – Madrid, donde habrá muchos cambios en los dos equipos. Lo que no hay ninguna duda es que el trío arbitral favorecerá al de siempre. Eso no cambia. Vayámonos preparando para el tercer robo en once días. ¡Qué cruz!

 

 

A Sergio Ramos le habríamos perdonado hasta que hubiera dicho lo del tren

Sergio Ramos se quitó la careta ayer, en el Ramón Sánchez Pizjuán. Ya no engañará a nadie más.

Hay aficionados y periodistas, normalmente de fuera de Sevilla, que se  se extrañan del recibimiento de Sergio Ramos cada vez que juega con el Sevilla, club que le formó y donde dejó la nada despreciable cifra de 27 millones de euros. A mí, sin embargo, me parece de lo más normal que se le pite y se le abuchee. ¿El motivo? Sergio Ramos engañó a la que era su afición. Recuerdo que se hartaba de decir que no se iría al Madrid, pero en realidad estaba negociando con el equipo de Florentino, presionó siguiendo las instrucciones de éste, y cuando ya se cerraba el plazo, poco antes de las 12 de la noche, depositó la cláusula en la sede de la LFP.

A la gente no le gusta que le engañen. Podría haber dicho la verdad: que se iba al Madrid porque iba a ganar mucho más dinero, o porque iba a ser más famoso y aparecería en televisión cada dos por tres, o porque iba a tener muchas más posibilidades de ganar la Liga –bien fácil, porque el Madrid sólo tiene un rival– o la Champions, o multitud de títulos. O incluso podría haber dicho las frases hechas que utilizan muchos: «No podía dejar pasar el tren», o como ha dicho Lenglet cuando ha dejado el Nancy: «era una oportunidad que no podía desaprovechar». O incluso alguna de esas pamplinas de «me voy pero siempre llevaré al Sevilla en el corazón». Pero no, el escogió salir por la puerta de atrás.

Otros jugadores, como Rakitic, Alves también se fueron a equipos poderosos, dejando muchos millones, pero dejando también muestras de cariño por el que fue su club. Aunque también hay que recordar que Rakitic también engañó al Sevilla. No paraba de decir que renovaría, pero, a la hora de la verdad, dabas continuas largas porque estaba en negociaciones con el Barcelona.

Tanto Rakitic como Alves son foráneos y no se jactan de ser sevillistas. Sergio Ramos sí, pero no lo demuestra. Una prueba de ello la tenemos aún reciente, en esa Supercopa de Europa que perdimos estúpidamente por no saber retener el balón en un córner. Maradona, o cualquier otro jugador con algo de calidad técnica y picardía, se habría llevado media hora pegado al banderín de córner. Pues en esa Supercopa fue Sergio Ramos quien marcó el gol que daría lugar a la prórroga,  en el descuento. Entiendo que es un profesional y que se debe al club que le paga. No va a tirar el balón fuera, pero lo que no puede hacer, si en verdad se considera sevillista, es celebrar el gol como lo hizo. Yo creo que ni el más bético de los béticos lo habría celebrado tanto. Sevillista no creo que sea, pero no tengo la más mínima duda de que es muy madridista. Soy incapaz de imaginarme a ilustres sevillistas como, por ejemplo, Jesús Navas o a Kanouté, celebrando un gol así ante el Sevilla.

Sin embargo, curiosamente, Sergio Ramos tenía a la afición dividida. Supongo que sus continuas alusiones al que fue su amigo, Antonio Puerta, habrían suavizado la actitud de parte de la afición hacia él, o también habrá gente que no le dé importancia a las formas y opine que hizo bien en irse. Pero ayer, cuando marcó el penalti a lo Panenka, miró desafiante a la grada y remató la niñería con gestos chulescos, consiguió poner a todo el estadio en su contra. El chivato de la LFP podría poner en su informe, sin miedo a equivocarse, que «todo el estadio cantó al unísono y de forma coral: «Sergio Ramos, hijo de puta»». Y el que no lo dijo, lo pensó, como fue mi caso.

Por supuesto, Sergio Ramos no será sancionado por provocar a la grada, aunque podría, según el Código Disciplinario de la Real Federación Española de Fútbol. En el apartado de «Infracciones graves y sus sanciones», el artículo 93 recoge las provocaciones al público. Dice, textualmente: «Provocar la animosidad del público obteniendo tal propósito, salvo que, por producirse, como consecuencia de ello, incidentes graves, la infracción fuere constitutiva de mayor entidad, se sancionará con suspensión de cuatro a doce partidos».

Por si fuera poco, parece que Sergio Ramos ha perdido el norte definitivamente. Ayer, por lo visto, se permitió el lujo de decir que el Presidente del Sevilla debía tomar medidas para que la afición «no quedara manchada». ¿Pero quién se cree que es? ¿La afición del Sevilla va a quedar manchada porque no reciba bien a un jugador? Es comprensible que no le guste que le insulten, pero si le afecta tanto como para provocar al público, quizás debería dedicarse a otra profesión. Raro es el futbolista que no recibe insultos, normalmente de aficiones ajenas, pero algunos incluso de la propia.

En fin, ya no hay vuelta atrás. Ya puede considerarse, sin ninguna duda, de que Sergio Ramos es persona non grata entre el sevillismo.

 

Sevilla FC – Real Madrid. El partido importante es el jueves

Gracias a Mateu Lahoz, no podremos disfrutar del partido de esta noche como nos hubiera gustado. De haber acabado 1-0 el partido de ida –Mateu regaló dos goles–, hoy estaríamos hablando de «partidazo» y con bastantes posibilidades de pasar a Cuartos de Final, aun cuando un 1-0 no se puede decir que sea un buen resultado precisamente. Podríamos incluso alinear el mejor once posible, ya que en el próximo partido liguero repetimos rival, y el desgaste sería igual para ambos conjuntos. Pero una ventaja de tres goles da la posibilidad al Madrid de reservar jugadores para el partido de Liga, y el Sevilla, si quiere tener posibilidades el domingo, está prácticamente obligado a hacer lo mismo.

Se puede decir, sin poco riesgo a equivocarse, que la eliminatoria está sentenciada, no ya porque hacer tres o más goles al Madrid es muy difícil, sino porque también es harto complicado que un equipo con tan buenos jugadores no haga ninguno. En este supuesto, habría que marcar, nada más y nada menos, que cinco goles.

No obstante, a pesar de las mínimas posibilidades de clasificación, el Sevilla debe saltar al campo con un equipo competitivo, pero, al mismo tiempo, teniendo clarísimo que el partido importante no es el de esta noche, sino el del domingo, donde nos jugamos recortar distancias con el líder. Aunque esto sea más bien circunstancial –es casi imposible disputar la Liga con Madrid y Barcelona, por varios motivos–, lo fundamental es mantener la buena racha de victorias y aumentar la distancia con el cuarto clasificado.

Pero, ¿se puede remontar la eliminatoria esta noche? La respuesta es que sí, aunque, como ya he dicho antes, las posibilidades son remotas. Desde luego, el primer paso es creer que se puede remontar. Si no se cree, es imposible. Y después, habrá que hacer un gran partido, donde la efectividad de cara a puerta será más fundamental que nunca. Como fallemos goles cantados como en el Bernabéu, tampoco habrá nada que hacer. Y en tercer lugar, y no menos importante, como ya comprobamos en el partido de ida, será necesario que el árbitro de turno, Undiano Mallenco, nos respete. No digo que nos beneficie –alto también casi imposible con el rival de hoy–, sino que no nos perjudique. Simplemente con eso, ya los sevillistas damos saltos de alegría.

Dadas las circunstancias, la machada ya sería que obligáramos a Valdano, o a quien le sustituya, a bajar de nuevo, en el descanso, al vestuario arbitral para amenazar a los colegiados. Hace ya una década de esa vergonzosa actuación, y parece que al señor Valdano se le ha olvidado. Pero todos los sevillistas lo recordamos perfectamente, porque surtió efecto y el árbitro tardó muy poco en nivelar el encuentro.

Si no remontamos, al menos que les metamos el miedo en el cuerpo.

El primer partido del año en el Ramón Sánchez Pizjuán también tendrá como aliciente el ver en acción a los dos nuevos fichajes: Lenglet y Jovetic, aunque parece que el segundo estará inicialmente en el banquillo. A Lenglet no le he visto jugar. Jovetic me parece un grandísimo jugador, aunque no sé si nos convendría más un delantero centro de área, poderoso por arriba y más goleador. La idea que yo tengo de Jovetic es que es un jugador muy técnico, con gol, con pase, pero más apropiado para jugar de media punta, por detrás del delantero. A ver qué planes tiene Sampaoli para el Montenegrino, pero me parecería un error que este fichaje fuera en detrimento de Ben Yedder, quien, para mí, y más teniendo en cuenta el partido que hizo en San Sebastián, deber ser uno de los titulares indiscutibles de este ilusionante Sevilla.

R. Sociedad 0 – Sevilla FC 4. Exhibición de Ben Yedder en particular y del Sevilla en general

Partidazo el que se marcó el Sevilla ayer en Anoeta, de principio a fin. Muy serio en todos los aspectos, y si en algo se le puede criticar, es en los numerosos goles cantados que falló, porque el 0-3 tardó muchísimo en llegar y el resultado final se antoja bastante corto para lo que se vio sobre el tapete del conjunto blanquiazul. A nadie le hubiera extrañado que el cuatro hubiera sido un seis, por ejemplo.

El Sevilla en su conjunto estuvo perfecto: presionando a cada balón, aun cuando el partido estaba más que sentenciado. En el centro del campo apenas se perdían balones, excepto uno de N’Zonzi que pudo costar un gol. Pero el dominio de la zona ancha era total, hasta el punto de que la Real Sociedad, un grandísimo equipo, aunque ayer pareciera lo contrario, apenas tuvo ocasiones de gol.

Pero si hay un jugador que destacar, evidentemente, ése es Ben Yedder. El franco-tunecino marcó tres goles y asistió a Sarabia en el 0-3. Ben Yedder ya ha demostrado lo que puede hacer en el Sevilla, que es exactamente lo que hizo en el Toulouse: marcar muchos goles, pero con una gran diferencia, y es que su anterior equipo luchaba por no descender, y en el Sevilla las miras son mucho más altas y está rodeado de muy buenos jugadores. Con lo cual, está por ver cuál es el techo de Ben Yedder. Desde luego, como siga en este plan, nos va a durar lo mismo que N’Zonzi.

Lo que hizo el Sevilla ayer, se llama, coloquialmente, «dar un golpe en la mesa». La Real era un rival directo, pues de haber perdido ayer, se habría situado a sólo un punto. La victoria es de mucho mérito, por eso, y porque en Anoeta sólo había ganado el Real Madrid, por 0-3. Además, el Atlético de Madrid había ganado, y era vital mantener la ventaja con el equipo de Simeone.

El árbitro, Martínez Munuera, no me gustó. No se puede enseñar una tarjeta amarilla por desplazar el balón, para perder dos segundos de tiempo, y después dejar impune a un jugador realista que agarra a un rival, cortando un peligroso contragolpe. Ese detalle es de mal árbitro. Por lo demás, no tuvo errores graves, aunque también es verdad que el partido fue de guante blanco.

Me encantó del Sevilla que estuviera presionando hasta el minuto final. Con esa actitud se puede llegar a donde se quiera y se perderán muy poquitos partidos.

Ahora queda pensar en el partido de vuelta de Copa. La eliminatoria está más que sentenciada. En caso de que el Sevilla hiciera la hombrada, volvería a aparecer la figura arbitral para solucionar el entuerto. Así que más nos vale tener claro que el partido importante es el de Liga.

Qué gustazo que mi entrada número 1.000 haya sido para comentar un 0-4

 

 

Madrid 3 – Sevilla FC 0. Sin ambición, sin delanteros, sin gol, sin intensidad, sin efectividad, sin árbitro… sin posibilidades para la vuelta

Decepcionante partido el que hizo el Sevilla en el Bernabéu. Como todo el sevillismo, esperaba mucho más del equipo, pues nos jugábamos continuar en la lucha por el título que es más fácil de ganar esta temporada: La Copa del Rey.

El partido se podría resumir con todo lo que faltó ayer sobre el césped:

Sin ambición

La falta de ambición pudo verse desde la alineación inicial. Esperaba que Sampaoli no se atreviera a saltar al terreno de juego sin delanteros, como ya hizo ante otros rivales poderosos, donde se acabó sin perforar la portería contraria. Y, efectivamente, allá fue Sampaoli, dejando a todos los delanteros en el banquillo, y únicamente cuando el marcador iba 3-0, dio entrada a Ben Yedder. Un 0-0 en liga era un buen resultado, pero en Copa es malo. Si se busca un empate ante un rival tan fuerte, es casi imposible conseguir un resultado positivo.

Pero esto no fue lo peor. En mi opinión, lo peor fue que Sampaoli renunció a su estilo. El técnico argentino se harta de decir que el Sevilla debe dominar a cualquier rival y que debe hacerlo desde la convicción de un estilo de juego. Pero cuando llega la hora de la verdad, renuncia al estilo que le iba bien y con el que había brillado hacía poco: tres centrales y dos delanteros. Y eso que tenía prácticamente a toda la plantilla disponible o, al menos, a los jugadores más importantes.

No entendí la alineación de Ganso. Para un partido tan exigente era necesario más garra y velocidad. Sarabia, Ben Yedder, Vietto, Kiyotake… A priori, había mejores opciones.

Tampoco entendí que Pareja fuera suplente, a no ser que no estuviera físicamente al cien por cien.

Sin delanteros, sin efectividad y sin gol

Obviamente, si no cuentas con los especialistas del gol, es mucho más difícil crear ocasiones y marcar goles. Era de vital importancia marcar, al menos, un gol, por lo que no logro entender por qué Sampaoli no contó con ninguno. Para colmo, desperdiciamos las pocas ocasiones que tuvimos, todas clarísimas. Es increíble lo que falla Correa, pero más aún lo es que Iborra no sea capaz de enganchar el rechace, a puerta vacía. Tampoco Vitolo fue capaz de batir a Casilla cuando éste incluso cubrió mal la portería en su salida. Si perdonas esas ocasiones ante un rival como el Madrid, apaga y vámonos. Con efectividad nula no se llega a ningún sitio. No se gana ningún partido, ni ninguna competición

Sin intensidad

Cuando tienes enfrente a un equipo superior, tienes que estar acertado en todas las zonas del campo y, sobre todo, ganarles en anticipación, en intensidad, en casta… Pero si resulta que es al contrario, que el que te gana en todo eso encima tiene más calidad que tú, es fácil que llegue la goleada.

Sin árbitro

Hasta ayer consideraba a Mateu Lahoz el peor árbitro de Primera División. Ya es que ni siquiera lo considero árbitro. Me hace dudar hasta que se haya leído el reglamento. Y si lo ha leído, pasa totalmente de aplicarlo, lo que es incluso peor. Porque me niego a creer que no vio el clarísimo penalti de Marcelo a Iborra. Y no me vale la chorrada esa que dicen algunos comentaristas de «hay agarrón, pero no parece suficiente como para pitar penalti». Agarrar es falta, y si es dentro del área es penalti. No existe un medidor para saber si es suficiente o no para derribar a alguien, pero desde luego, a mí me dio la impresión de que sí.  Y si no te da la gana de pitarlo, por lo menos no tengas la poca vergüenza de enseñar tarjeta amarilla por la lógica protesta. Ni siquiera se dignó en avisar a Iborra, sino que le enseñó la amarilla a la velocidad que Billy «El Niño» desenfundaba.

En cualquier caso, ni aunque Marcelo hubiera derribado a Iborra con la patada de la grulla de Karate Kid, lo habría señalado.

patada-grulla

Tampoco quiso aplicar el reglamento en el clarísimo empujón de Morata que precedió al córner que dio lugar al 2-0. Empujón que vio todo el estadio, incluido Mateu Lahoz, por supuesto. Fue tan claro que hasta Valdano lo reconoció. Con eso está dicho todo.

El córner, dicho sea de paso, fue lamentablemente defendido, hasta el punto de que Varane no tuvo el más mínimo problema en rematar a placer para batir a Sergio Rico.

Pero el show de Mateu Lahoz no acabó ahí. Como guinda, se inventó un penalti que sólo vio él, cuando debió pitar falta a favor del Sevilla. Fue el colofón perfecto para dejar claro –por si alguien lo dudaba– que había tomado partido por el poderoso y que él solito estaba dispuesto a apuntillar al Sevilla, dejando en bandeja el 3-0 antes del descanso.

Sin posibilidades para la vuelta

El 3-0 es un resultado contundente y que casi no deja opción a la remontada. El Madrid fue superior y el partido del Sevilla fue penoso: mal planteamiento, falto de intensidad, sin juego y sin efectividad. Todo ello fue motivado porque el nivel de los mejores jugadores del Sevilla fue paupérrimo. Nasri, N’Zonzi y Vitolo estuvieron desaparecidos. Pero la eliminatoria la dejó sentenciada Mateu Lahoz, pues dos de los tres goles del partido jamás debieron subir al marcador. Además, nos ha privado de ver un gran partido de vuelta, ya que, evidentemente, no es lo mismo remontar un 1-0, que es difícil pero factible, que un 3-0, que sería una hazaña increíble.

En realidad, sí hay posibilidades de remontar, pero éstas son tan remotas que es equiparable a ganar la lotería de Navidad. Habría que hacer todo lo que no se hizo en el Bernabéu, y sería imprescindible también que hubiera un árbitro sobre el césped.

Por cierto, los que quieren desprestigiar al Sevilla diciendo que perdió contra los suplentes del Madrid… En primer lugar, eso no es cierto. No sigo al Madrid, pero creo que jugadores como Marcelo, Kroos o Modric no son suplentes. Y en segundo lugar, las enormes diferencias económicas del Madrid con respecto al Sevilla le permiten tener suplentes de lujo, como son Isco, Casemiro, Morata o James, todos ellos internacionales con sus selecciones y que muy probablemente serían titulares en cualquier otro equipo del mundo.

Otra cosa que jamás comprenderé es que veo que la afición del Sevilla se está acostumbrando a los atracos arbitrales. Yo creo que nunca me acostumbraré, a pesar de que llevo sufriéndolo unos cuarenta años. Me sigo indignando como el primer día, o incluso más.  Ayer había sevillistas en las redes sociales que criticaban a los que nos quejábamos de la actuación arbitral –si aceptamos a Mateu como árbitro– diciendo cosas como «a llorar al parque» o el típico «quejarse de los árbitros es de perdedores». Entiendo que quejarse no sirve absolutamente para nada, pero es lo único que nos queda: el derecho al pataleo. Ya quisiera yo que nuestros dirigentes o nuestros jugadores, al menos se quejaran ante tropelías como las de ayer, pero no lo hacen. Supongo que por temor a posibles represalias del colectivo arbitral –otra cosa no, pero no se les puede acusar de no estar unidos– o porque, en realidad, como digo, no sirve para nada.

En cualquier caso, más vale que olvidemos todos la indignación que nos corroe y nos centremos ya en el dificilísimo encuentro de San Sebastián, donde nos espera un equipo en racha, con jugadores de mucha calidad, que presionan bien y que es un rival directo. Directísimo, si nos ganan.