Buena parte de los aficionados sevillistas están molestos con el traspaso de Krychowiak al Paris Saint Germain, y es perfectamente entendible, por varios motivos:
-Aún está bastante fresco el recuerdo del desprecio que tuvo el PSG durante el fichaje de Gameiro. Monchi y Del Nido dijeron en su día que el fichaje había sido el más complicado que habían hecho y que el PSG cambió las condiciones, una vez alcanzado el acuerdo, exigiendo el pago al contado, ya que no se confiaba en que el Sevilla tuviera liquidez para afrontar los pagos.
– El PSG se ha llevado hace unos días a Emery, rompiendo en mil pedazos la base de la planificación del Sevilla 16/17, teniéndose que empezar desde cero. Por cierto, no sé cómo hay aficionados que agradecen a Emery los servicios prestados, cuando ha cobrado muy bien por ellos. Para mí, Emery es un buen entrenador, aunque no de los mejores, y que no se ha portado precisamente bien con el Sevilla, a quien debe principalmente su actual y elevado caché. Emery no sólo ha incumplido su palabra –dijo que seguiría y que no estaba en el mercado–, sino que negoció a espaldas del Sevilla con contrato en vigor, y después se valió de sus conocimientos de la planificación del Sevilla para frustrar a última hora el fichaje de Ben Arfa. Lógicamente, no es de extrañar que no quisiera despedirse del club que le ha encumbrado en rueda de prensa. Ya habría sido el colmo de la desfachatez.
– Y la más importante de todas: José Castro dijo en su día que el Sevilla quería mantener la columna vertebral y que sólo se irían los jugadores importantes previo pago de la cláusula. Y claro, si esto se incumple y se hace además ante uno de los clubes más ricos del mundo, y que además ha maltratado al Sevilla, es normal que el aficionado se sienta engañado e indignado. Y para más inri, se vende por una cantidad bastante inferior a la cláusula cuando el Sevilla está pasando por una época de bonanza económica.
Desde mi punto de vista, el Consejo de Administración del Sevilla ha estado muy torpe, torpísimo, en este tema, pues lo tenía todo a favor para haber exprimido al jeque Nasser Al Khelaifi, un tipo que está acostumbrado a conseguir lo que quiere y que, sin ir más lejos, está pensando pagar la cláusula de Griezmann, que asciende a 100 millones de euros. Sabiendo de la prepotencia del jeque, que Krychowiak era una petición expresa de Emery, y que el propio jugador quería dejar zanjado el asunto antes de empezar sus vacaciones, pienso que era una simple cuestión de dejar pasar el tiempo hasta que las cifras del traspaso subieran hasta, al menos, acercarse a la cláusula. Convertir el fichaje en un culebrón sólo habría beneficiado al Sevilla.
Ahora bien, también es cierto que los aficionados no conocemos –ni conoceremos– todos los detalles de la operación. Es muy fácil hablar desde fuera, sin saber los detalles del contrato, pero no sería de estrañar que haya cosas que se nos escapen.
Para empezar, no se sabe con exactitud las cifras del traspaso. Según los medios, varían desde los 26, hasta los 28 más bonus, o hasta los 33,6 millones. Algunos medios también hacen hincapié en que buen parte del traspaso –18 ó 22 millones– sería al contado. Quizás esto también se haya tenido muy en cuenta por el Consejo. Vendrá muy bien tener liquidez a la hora de fichar, pues ese dinero podría acelerar otros fichajes o abaratarlos, pues los clubes, como es lógico, prefieren tener el dinero cuanto antes, y no dentro de uno o dos años.
Muy posiblemente, también el jugador haya presionado para irse al PSG. Leí en la prensa francesa que quería seguir con Emery. También ganará mucho más que en el Sevilla. Además, se va a una ciudad que le gusta y que frecuenta. Si además hubiera dejado claro que sólo habría aceptado salir traspasado al PSG, el Sevilla habría tenido menos libertad de movimientos.
En cualquier caso, si tiramos por lo bajo y aceptamos que se ha pagado la cantidad mínima que ha salido publicada — 26 millones–, fríamente, hay que admitir que es una buena cantidad para un centrocampista defensivo que, además, no ha estado muy brillante en esta pasada temporada, aunque también es cierto que ha hecho una gran Eurocopa. Es cierto que los 26 millones saben a poco, porque quedan muy lejos de los 45 que marcan la cláusula de rescisión y porque aún está en la memoria de los aficionados los 40 millones que ha pagado el Manchester United por el central del Villarreal, Eric Bailly. Pero, en mi opinión, eso es un caso aparte. Simplemente, hay que tener suerte para que un club esté lo suficiemente loco como para soltar tantos millones por un jugador que, claramente, no los vale.
Desde mi punto de vista, Krychowiak tampoco vale esos 26 millones –ni Bailly, por supuesto–. Esa cantidad multiplica por cinco lo que el Sevilla pagó en su día por él, y desde luego, con ese dinero seguro que se podrá encontrar un sustituto que lo iguale o mejore, y reforzar algún puesto más de la plantilla.
El Sevilla ha estado torpe con la venta de Krychowiak, pero, fríamente, no se puede decir que haya sido un mal negocio.