Nada cambia. Fuera del Ramón Sánchez Pizjuán volvimos a ver a un Sevilla sin intensidad y sin creer en la victoria. Sólo cinco minutos buenos, que fueron un espejismo, porque al sexto abrió el Madrid el marcador, en la primera ocasión que tuvo. Y no se pudieron dar más facilidades, tanto en el centro al área –pasividad total de Trémoulinas–, como en el remate de Benzema, que no encontró oposición para fusilar a Sergio Rico desde el punto de penalti, a pesar de estar rodeado de jugadores sevillistas.
Con el 1-0 acabó la primera parte, pero pudo ser peor, porque el asistente de Estrada Fernández anuló un gol legal al Madrid. Esa jugada fue la única en que se vio beneficiado el Sevilla, todo lo demás fue en contra: no se repitió el penalti que falló Gameiro –un jugador madridista entró antes de tiempo en el área y se adelantó Navas–, un penalti inexistente que convirtió en ensayo Cristiano Ronaldo, el tercer gol del Madrid debió ser anulado por fuera de juego de Benzema–muy difícil de ver por el linier, porque era por centímetros, pero fuera de juego al fin y al cabo–, y un gol anulado a Gameiro por fuera de juego, que era totalmente legal.
Pero hubiera dado lo mismo. Sin la «lógica» ayuda arbitral que ocurre en todos los partidos donde juegan el Madrid y el Barcelona –vaya tela también el árbitro del Villarreal-Barcelona–, también nos habrían ganado, aunque con un marcador más ajustado. Y es que no se puede jugar un partido con tan poca intensidad defensiva. Cayeron cuatro, pero perfectamente podrían haber sido ocho, si no hubiese sido por Sergio Rico, los postes, y porque el Madrid está jugando a un pésimo nivel.
El Sevilla estuvo catastrófico en labores defensivas, tanto en el centro del campo como en defensa, donde Kolo volvió a demostrar que aún le queda mucho para ser un buen central. Para colmo, tampoco Rami hizo un buen partido. Los centrales no estuvieron bien, pero tampoco recibían ayuda de los centrocampistas. Se vio claramente que a Krychowiak aún no está en condiciones de jugar al máximo nivel, y otros jugadores es que ni siquiera están para jugar contra un equipo tan exigente como el Madrid, y yo diría que contra ningún rival. Así, los jugadores madridistas no tenían que hacer apenas esfuerzo para robar el balón y para llegar al área.
Por cierto, menos mal que el cuarto gol no fue un gol decisivo, porque, si no, habría sido para darse cabezazos contra la pared.
Era evidente que el Bernabéu no es el mejor estadio para ganar el primer partido fuera, sobre todo si nos presentamos allí con ocho bajas. Por eso no entiendo que fuera titular Gameiro y que, además, jugara los noventa minutos. Gameiro lo está jugando todo y es un jugador fundamental. Desde mi punto de vista, era la ocasión perfecta para dar una oportunidad a Llorente o a Muñoz. Por suerte, Gameiro no se lesionó, pero se corrió un riesgo innecesario, teniendo en cuenta que nos quedan varios partidos importantísimos, tanto en Liga como en la Europa League.
La próxima oportunidad para ganar fuera es en Valencia, un equipo que está muerto. ¿Lo resucitaremos nosotros? Apuesto a que sí.