Magnífico partido y sensacional resultado el de la noche de ayer. Un contundente 4-0 que nos deja a las puertas de una nueva final. Pero como bien dicen Emery y Castro, hay que ser prudentes, pues aún quedan 90 minutos. Eso sí, sería una hecatombe que el Sevilla no llegara a la final, pero seguro que el Celta intentará la remontada, y siempre pueden darse circunstancias que faciliten lo que sería una hazaña: expulsiones, un mal partido, fallos arbitrales… Mejor esperar a que se juegue la otra mitad de la eliminatoria antes de hacer celebraciones. Si nosotros hemos logrado ganar 4-0, también lo pueden hacer ellos, porque tienen jugadores de mucha calidad.
En cuanto al partido que hizo el Sevilla, fue muy completo, con mucha intensidad y concentración, como requería el rival. No se empezó bien, porque se fallaron hasta cinco ocasiones claras de gol, la más clamorosa el penalti fallado por el héroe del partido, un Gameiro que estuvo inmenso, como titula L’Equipe.
Mi temor era el dicho de «quien perdona, pierde». Pero no fue así. El Celta llegó en dos ocasiones, ambas muy claras, pero que se fueron al poste y fuera, por muy poco.
Y, por fin, en el último minuto de la primera parte, Rami encontró el camino al gol, tras cabecear el córner sacado por Banega.
El 1-0 fue un mazazo para el Celta, que salió en la segunda parte con la firme idea de conseguir un gol que le diera esperanzas para la vuelta. Y lo buscó con tantas ganas que perdió el orden y dejó muchos espacios. Y esa fue su perdición. En tres minutos Gameiro se encargó de aprovechar, con su endiablada velocidad, tanto terreno a su disposición, e hizo dos goles que dejaban muy encarrilada la eliminatoria.
Yo firmaba el 3-0, porque, además, el Celta llegaba, de vez en cuando, con peligro al área. Pero llegó el cuarto, por medio de Krohn-Dehli, a pase de Vitolo, y con él también llegó la fiesta total en el Ramón Sánchez Pizjuán.
El árbitro, Clos Gómez, no me gustó nada. No entiendo esa diferente vara de medir a la hora de mostrar tarjetas y, sobre todo, el que no expulsara a Wass, pues la segunda tarjeta amarilla fue tan clara que la reclamó todo el estadio.
Confianzas para el partido de vuelta, ninguna. Y para evitar problemas, mejor que marquemos un gol pronto. Entonces sí estará la eliminatoria sentenciada.