No hizo muy buen partido el Sevilla ayer. El horario se las traía. Era la hora de la siesta, y el Sevilla se dedicó a eso: a sestear. Hasta que en los últimos minutos del primer tiempo llegaron los dos goles de Gameiro que pusieron muy se cara el partido.
El francés fue el mejor. También le sacaron un gol bajo palos, y falló otros dos goles cantados. Uno sin portero, aunque desde lejos, y otro cuando se quedaba solo ante Kameni, pero se le fue largo.
En la segunda parte, el Sevilla cometió el error de creer que el partido estaba finalizado con un 2-0. Y, por supuesto, ni mucho menos fue así.
El Málaga no inquietaba, a pesar de que el juego del Sevilla era lamentable. Hasta que Estrada Fernández señaló una falta inexistente de Krychowiak que botó Duda y donde, en mi opinión debió atajar Sergio Rico. Entre la indecisión del guardameta y la falta de contundencia –habitual, por otra parte– de Trémoulinas, quedó el balón muerto para que rematara a placer Charles para conseguir el 2-1definitivo.