Tras el partidazo de Cristóforo ante el Español, esperaba que el uruguayo entrara en el once inicial, acompañando a Krychowiak. Pues no. Cristóforo empezó desde el banquillo. Pero el problema es que en el banco de suplentes le acompañaban Konoplyanka y Ever Banega. Lo de Konoplyanka puede entenderse, porque no está en un buen momento. Aún así, yo contaría siempre con el ucraniano. Sólo con su velocidad y desborde, ya crea muchas preocupaciones en el equipo contrario, que, a veces, emplean dos jugadores en su marcaje. Si además tiene un buen golpeo a balón parado y, por ahora, no hay ningún jugador que lo mejore… en mi opinión, debe ser indiscutible.
Pero dejar a Banega en el banquillo es la más clara evidencia de que Emery no se tomó el partido en serio. Igual creyó que, al estar el Granada en puestos de descenso, sería pan comido. Pero ya sabemos todos, incluido Emery, lo que ocurre cuando no juega Banega: nos cuesta un mundo crear ocasiones de gol, o, simplemente, no las creamos, y nuestra posesión baja muchísimo. Ayer fue la prueba. Que yo recuerde, sin Banega sólo tuvimos una ocasión, en el minuto 46, y fue nuestro gol.
Ya con el 2-1, Emery rectificó y dio entrada a Cristóforo, Konoplyanka y Banega, pero ya no quedó tiempo para la remontada, porque, entre otras cosas, nos dedicamos a fallar goles cantados, que es lo que nos tiene acostumbrados esta temporada el Sevilla como visitante. Reyes y Gameiro tuvieron dos ocasiones clarísimas. Pero poco más hizo el Sevilla para darle la vuelta al marcador. El árbitro convirtió la misión en imposible, al expulsar injustamente a Rami, quedando el equipo en inferioridad en los minutos finales. Por cierto, Rami ha bajado alarmantemente su nivel en los últimos partidos, y eso es algo muy preocupante, porque, actualmente, es el mejor central que tenemos.
De nuevo, nos superó un equipo muy inferior, y lo más doloroso es que para conseguirlo tuvo que hacer muy poquito. Dos jugadores rápidos y habilidosos, como Success y Peñaranda, pusieron en jaque a nuestra defensa en varias ocasiones. Y los dos goles llegaron tras una concatenación de errores de nuestra defensa.
El primero tiene lugar tras una pérdida absurda en el centro del campo. Se deja tirar a un rival desde la frontal del área, sin que nadie le moleste, y, para colmo, Sergio Rico ni atrapa el balón, ni lo despeja hacia un lado, sino a la frontal del área. Demasiadas facilidades.
Igual ocurrió en el segundo. Un fallo en el centro del campo y Peñaranda, con una simple diagonal, esquiva a nuestra defensa, que está lentísima y sin ninguna intensidad y agresividad.
Verdaderamente, es vergonzoso que el Sevilla no haya ganado ningún partido como visitante en la primera vuelta. Hasta el farolillo rojo, el Levante, lo ha hecho ya. Pero lo peor no es eso. Lo peor es la desidia que muestra el equipo y, sobre todo, el entrenador, porque no es la primera vez que el Sevilla tira a la basura 45 minutos, o incluso el partido entero.
Lo que está claro es que el Sevilla tiene plantilla para estar más arriba de la triste novena posición que ocupa actualmente, y, por supuesto, para no dar la penosa imagen que está dando en muchos partidos de esta, por ahora, desilusionante temporada.
O se cambia la actitud ya, o esta temporada corremos el serio riesgo de quedarnos fuera de Europa.