En dos partidos de ayer, Madrid-R. Sociedad y Barcelona-Betis, hubo actuaciones arbitrales escandalosas. Bueno, más bien, habrían sido escandalosas si los perjudicados hubiesen sido los equipos poderosos. Pero ya sabemos que eso nunca ocurre. Curiosamente, los árbitros siempre se equivocan en contra del débil. En esta ocasión, al Madrid le regalaron dos penaltis inexistentes, incluso de risa –excepto si eres aficionado de la Real Sociedad, claro–. Al Barcelona sólo le regalaron un penalti, que fue fallado, pero que acabó en gol porque Rakitic cometió falta sobre el central del Betis que fue a por el rechace. Por supuesto, dicha falta tampoco la vio el árbitro.
Hace poco se ha disputado el Mundial de Rugby, que es el tercer evento deportivo del mundo, tras los juegos olímpicos y el fútbol. El rugby siempre me ha gustado, pese a que no entiendo todas las reglas, sólo las básicas, siendo ya suficiente para disfrutar de este deporte que me parece espectacular, sobre todo cuando juegan las mejores selecciones, como los All Blacks, la selección de Nueva Zelanda, que fue la que ganó el Mundial. En este enlace se pueden ver algunas acciones de ellos.
Por cierto, recientemente ha muerto un jugador que fue una leyenda del rugby: Jonah Lemu, a los 40 años de edad. Lemu era verdaderamente un jugador fuera de serie: 1’97 de altura, 120 kilos de peso, y aún con esas características, era capaz de recorrer los cien metros en menos de 11 segundos, lo que le convertía en una mole casi imposible de parar. Dejo unas jugadas suyas.
Por falta de tiempo, sólo puede ver tres o cuatro partidos. Varias cosas me llamaron la atención. La que más, el uso de la tecnología.
En rugby hay un juez de vídeo, que es lo que venimos reclamando los amantes del fútbol, los que estamos harto de ver perder a tu equipo por culpa de los árbitros. No es una cuestión baladí, pues en el mejor de los casos, un error arbitral te hace perder puntos o una eliminatoria, y en el peor, te puede hacer perder un título o la categoría. Eso es imposible que ocurra en rugby, o harto complicado.
Durante los partidos, de tiempos de cuarenta minutos de duración, es habitual que el árbitro principal detenga el juego para ver determinadas jugadas por el vídeo. El árbitro no tiene reparo en parar el juego un par de minutos para pedirle al juez de vídeo que le repita una jugada, para ver si, por ejemplo, un jugador que ha golpeado a otro, merece una sanción más o menos fuerte, dependiendo si le ha golpeado con intención o no.
El vídeo llevado al fútbol implicaría el fin de los jugadores piscineros y teatreros, estilo Cesc Fábregas. Ganaría mucho el llamado «Deporte rey» y las acciones antideportivas serían un rara avis, ya que se castigarían con dureza en el acto. Y, por supuesto, el árbitro dispondría de un instrumento importantísimo para no errar en las jugadas que pueden decidir un partido, como penaltis, expulsiones o goles fantasmas.
Los detractores del uso del vídeo alegan que se perdería mucho tiempo y la esencia del fútbol. Como ya digo, el rugby demuestra que no es así, pero, en todo caso, siempre está la opción que está implantada en el tenis: que cada equipo pueda recurrir al vídeo el número de veces que se acuerde por el organismo competente. De este modo, los entrenadores se pensarían si agotar las dos o tres opciones de las que dispongan para ver las jugadas polémicas.
Lo que está claro es que, si se quiere, no hay ningún problema para usar la tecnología en el fútbol. El problema es que no hay interés, posiblemente porque el uso de la tecnología conllevaría más igualdad y perjudicaría a los clubes más poderosos, los cuáles pueden seguir beneficiándose de los «fallos de apreciación» de los árbitros.
Por cierto, 0tra de las cosas que resultan llamativas del rugby es que los jugadores, aunque estén chorreando sangre, siguen jugando. Siempre me he preguntado por qué los jugadores de fútbol, aunque sangren mínimamente, tienen que salir del terreno de juego. Ahora, después de ver rugby, le veo menos explicación aún.
Finalmente, recomiendo a todo el que le guste el deporte y el espectáculo que vean partidos de rugby, en especial de alto nivel. Para ello, siempre viene bien unas reglas básicas.