Vuelve el Zenit, un gran equipo que nos tiene mucho respeto

Partido grande el de mañana, en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, como no podía ser de otra manera. Recibiremos a un Zenit de San Petersburgo que está plagado de grandes jugadores, ya que está diseñado para competir en la Champions y no en la Europa League. El Zenit ha aumentado considerablemente su poder, económico y deportivo, desde que Gazprom quedó como accionista mayoritaria. Eso provocó que el Zenit invirtiera cerca de cien millones de euros, en un solo verano, en jugadores de primerísimo nivel, como Witsel o Hulk. Su cada vez más potente plantilla no está teniendo muchos problemas para dominar con claridad la liga rusa, de la que se proclamará campeón en un futuro cercano.

El Sevilla, por tanto, tendrá que hacerlo muy bien mañana, con el fin de que podamos llevar una importante ventaja que nos permita sobrevivir en el partido de vuelta, en el Petrovsky Stadium.

El Zenit no podrá contar con cuatro jugadores básicos en el esquema del equipo ruso, ya que están sancionados por acumulación de amonestaciones: Hulk, Danny, Igor Smolnikov y Domenico Criscito. Esas bajas, junto con el gran respeto que está demostrando su entrenador, el portugués André Villas-Boas, en las declaraciones pre-partido, provocará que muy probablemente el Zenit salte al césped con una mentalidad muy defensiva y un centro del campo superpoblado. Por lo tanto, espero que Emery siga poniendo en práctica el sistema que tan buen resultado le está dando.

No obstante, a pesar de esas bajas, el Zenit podrá alinear un once muy competitivo, con muchos jugadores de renombre e internacionales. Una probable alineación inicial que da la UEFA sería la siguiente: Lodygin; Anyukov, Garay, Lombaerts, Neto; Javi García, Witsel, Mogilevets; Shatov, Rondón, Ryazantsev.

Como siempre, en este tipo de partidos la prioridad debe ser mantener la puerta a cero, y si es posible, llevar algún gol de ventaja a Rusia.

Sería conveniente también que el club dedicara toda la Seguridad a vigilar muy de cerca a los aficionados rusos, y no a los Biris. Aún recuerdo, de la otra vez, cómo un ruso descamisado –en invierno– y gigantesco, de unos dos por dos metros, embistió a uno de los GEO que le cercaba. El policía no dudó en tirarse, casi de cabeza, grada abajo, ante la que se le venía encima. Y es que, además de que los ultras rusos no son hermanitas de la caridad precisamente, muchos de ellos llegarán al partido con más vodka que sangre en sus venas.

El estadio debería presentar un lleno total, como ante el Barcelona, pues el partido de mañana es vital para el Sevilla, mucho más que el del pasado sábado.

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