Archivo mensual: mayo 2014

Emery, un hombre de palabra

Finalmente, no hubo espantada, al estilo Juande, y Emery seguirá con nosotros, en teoría, dos años más.

Hay que agraderle a Emery el que haya mantenido su palabra. Sin duda, no habrá sido fácil rechazar al todopoderoso Milán, que a buen seguro le habría puesto sobre la mesa una mejor oferta económica y, quizás, deportiva. Ahora bien, también es verdad que en Milán es mucho más fácil fracasar, puesto que allí sólo vale quedar campeón de liga.

Supongo que Emery habrá hecho su lista de pros y contras, como habría hecho cualquiera en su lugar, y, finalmente, habrá decidido continuar en el Sevilla. Y yo que me alegro.

Es curioso, pero Emery es un entrenador que no me ha acabado de convencer plenamente. Pero es innegable que, de igual manera que un entrenador es imposible que sobreviva a los malos resultados, tampoco ningún dirigente puede, o debe, cesar o no renovar a un entrenador que consiga buenos resultados. Y Emery ha conseguido muy buenos resultados esta temporada, superándose, con creces, las expectativas que había a inicios de temporada.

Lo que no me ha gustado de Emery son, fundamentalmente, dos cosas: la cabezonería que mostró a principios de temporada y su forma de tratar a algunos jugadores de la plantilla.

En los primeros compases de la temporada, Emery se empecinó, costara lo que costara, en llevar a cabo el sistema que tenía en mente, importándole poco que, a la hora de ponerlo en práctica, el resultado fuera desastroso. Así, recuerdo que era habitual que los rivales, por muy débiles que fueran, nos hicieran contragolpes mortales, llegando en tromba a nuestra portería. No ganábamos, ni jugando bien, ni jugando mal. El sistema de Emery, probablemente debido a las características de los jugadores que alineaba, no se sostenía y tardó un mundo en darse cuenta y en corregirlo. Todos los aficionados sabíamos que el rendimiento del equipo subiría con dos centrocampistas defensivos y con Rakitic más adelantado, y hasta que no se atrevió a hacerlo, no empezamos a salir del pozo. Porque no se puede olvidar que, entre que la plantilla no estaba acoplada por las numerosísimas caras nuevas, el nuevo sistema y el complicado calendario, nos vimos de buenas a primeras, ocupando el farolillo rojo. Salimos de ahí porque la plantilla tiene calidad, pero el susto te lo llevas.

También demostró su testarudez en cuanto a los centrales titulares. Tenía que jugar, por fuerza, Pareja, aun cuando éste estuviera lento y no diera una a derechas. Y, encima, Carriço, que lo estaba haciendo de lujo en esa posición, pasaba al centro del campo. A mi modo de ver, ésa es una forma de desaprovechar a Carriço, que es un muy buen central, pero que en la zona ancha no deja de ser uno más, del montón. Al final de temporada, por suerte, Pareja ha jugado a un gran nivel, pero Carriço sigue sin convencer en el centro del campo. Al menos, a mí. Se nota una barbaridad que el portugués no es un centrocampista nato, sobre todo, en la salida del balón y en la distribución del juego. Pero ahí es donde ha acabado jugando, aunque confío en que para la próxima temporada el Sevilla cubra ese puesto con un jugador de más calidad y específico para ese puesto, como lo era Medel, Kondogbia o M’Bia, que parece que no seguirá.

Y tampoco me ha gustado la forma de tratar a algunos jugadores, como, por ejemplo, han sido los casos de Rusescu o Jairo. Los dos han hecho méritos para jugar mucho más de lo que lo han hecho. Es cierto que Rusescu llegó bajo de forma, pero me dio buena impresión cuando tuvo minutos. Habría venido bien como tercer delantero, aunque hubiera sido para descargar de partidos a Bacca y Gameiro, que lo han tenido que jugar todo. A la final de la Europa League llegamos sólo con un delantero sano, y ese error no se puede volver a repetir.

Y en cuanto a Jairo, también pienso lo mismo. Aún tiene mucho que aprender, porque es muy joven. Pero por eso, precisamente, porque es muy joven, debería de haber disfrutado de más oportunidades. Jairo tiene velocidad, desborde y gol, aunque le falta asentarse y madurar un poquito. Lo hará antes si tiene minutos. Desde el banquillo no progresará.

Tampoco me olvido de que Emery ha fallado, a mi modo de ver, en muchos partidos, en cuanto a planteamientos o cambios, aunque sería injusto no reconocer que en otros, sin embargo, ha acertado. Pero es cierto que me da miedo cuando Emery hace los cambios, los cuáles, por cierto, en muchas ocasiones los ha hecho tarde y mal. Si es que los hace, porque alguna vez se ha quedado sin hacer el tercer cambio.

Pero, a pesar de todo esto, me alegro de que Emery haya renovado con el Sevilla. Como dije antes, no se puede obviar que ha conseguido resultados, y eso es lo único que cuenta en fútbol. En esta ocasión, nada más y nada menos, que hemos conseguido un nuevo título europeo y una clasificación para la Europa League, aunque lo más seguro es que, si no hubiera experimentado tanto durante buena parte de la temporada, nos habríamos clasificado para la Champions.

 Me quedo con Emery, quien, aunque tenga sus defectos, nos ha devuelto a la senda de los triunfos y ha demostrado ser lo suficientemente honrado como para cumplir su palabra. Y eso no es nada fácil de hacer en los tiempos que corren. Más de uno debería aprender de él. ¿Verdad, señor Rakitic?

Pero eso es otra historia.

La final de la Champions, un castigo divino

El paripé en el que se han convertido la Liga española y, en estos últimos años, la Copa del Rey, me ha llevado a ver muy poquito fútbol, aparte del Sevilla Fútbol Club. Las excepciones son la final de la Liga Europa y los partidos de Champions, en su fase de eliminatorias. Y también la final de la Copa del Rey, siempre que no sea un Madrid-Barça.

Así que este sábado me senté a ver una de las finales de Champions menos atractivas para mí, puesto que se enfrentaban dos de los tres equipos que no soporto de la liga española. El otro es el Barcelona. Se supone que, como soy sevillista, al que no podría ver ni en pintura es al que dicen que es nuestro eterno rival: el Betis. Pues no, mi estómago se revuelve cuando nos tenemos que enfrentar al Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid. Por este orden.

O eso, al menos, creía yo. Creía que mi equipo más odiado era el Madrid, quizás porque he visto, desde pequeño, cómo nos robaban partidos, de manera descarada y escandalosa; o quizás porque históricamente nos han quitado a nuestros mejores jugadores, y haciéndolo además con el dinero de la TV que pertenece, o debería pertenecer, a los demás equipos. O puede incluso que sea porque se han propuesto meternos al Madrid hasta en la sopa. Da la impresión de que aparte del bipartidismo político, también parece que se quiere imponer al Barça o al Madrid. La televisión nos bombardea todos los días con muchos minutos de información de estos dos equipos, por muy nímia y ridícula que sea. Menos mal que está el  mando a distancia como aliado para ayudarnos a evitar esta ingente y malintencionada información. Estoy seguro de que en ningún país ocurre lo que en España. No me imagino en Alemania, por ejemplo, que se lleven 10 o 15 minutos del Telediario –o como se llame allí– hablando del Bayern de Munich. En fin, supongo que tenemos lo que nos merecemos, como se suele decir.

El partido en sí, me pareció bastante malo. En ningún momento daba la impresión de que uno de ellos fuera a proclamarse como el mejor equipo de Europa. Se trata de un partido tenso, con muy pocas ocasiones de gol, al que sólo salvaba la emoción por el resultado. Incluso el 0-1 llegó tras una estrepitosa cantada de Casillas, en la que fue, si no recuerdo mal, la única ocasión que tuvo el Atlético de Madrid.

Pero lo que más me llamó la atención es que me vi queriendo que ganara el Madrid el partido. Y eso era verdaderamente impensable para mí. Obviamente, no podían perder los dos, y entre uno y otro, prefería que se llevara la Copa el Madrid. Era la constatación de que, hoy por hoy, es el Atlético de Madrid el equipo que menos soporto.

Lógicamente, ahora tenía que buscar la explicación, el porqué de ese odio. Puede que sea porque el Atlético es un club que históricamente también ha disfrutado de favores arbitrales –como en la liga que nos birlaron– . O puede que sea porque es cómplice necesario de esta pantomima de liga, o liga de mierda, donde se permite que Madrid y Barcelona arramplen con la inmensa mayoría de los derechos televisivos, condenando al resto de los clubes a pasar penurias o hacer encajes de bolillos para salvar su economía. O quizás sea por los cánticos de «sevillanos, yonquis y gitanos», o el infame  e inhumano «ea, esa, ea Puerta se marea», que, por supuesto, queda, año tras año, impune, con la venia arbitral, que hace oídos sordos y nunca –qué casualidad– los recogen en las actas de los partidos.

Hay que admitir que el Atlético de Madrid tiene un buen equipo y un buen entrenador. Aunque Simeone cometió un error gravísimo en la final de Champions, al darle la titularidad a Diego Costa –el jugador más antideportivo de la liga, junto con Pepe–, sabiendo que estaba lesionado. Eso llevó realizar el primer cambio a los ocho minutos de juego. Y eso, aunque en ningún sitio se critique, en un partido donde puede haber prórroga y penaltis –como así ocurrió–, es un error imperdonable. Pero Simeone es un buen entrenador. Tampoco es que sea una maravilla. Su mayor virtud es que ha sido capaz de hacer que sus jugadores se esfuercen hasta la extenuación y jueguen como equipo. Si ha ganado la liga es porque Diego Costa y, sobre todo, Courtois –para mí, el mejor portero del mundo– le han sacado las castañas del fuego en muchísimas ocasiones. Y tampoco podemos olvidar que una de las claves de que el Atlético ganara la liga es que alguien se ha empeñado en que esta liga 2013-2014 no fuera cosa de dos. Y ese invitado, ese tercer aspirante al título, ha sido el Atlético, que a base de favores arbitrales fue capaz de llegar con opciones al título de liga.  Claro que con lo que nadie contaba es que, tanto Madrid como Barcelona, hicieran un final de temporada tan desastroso, incapaces de ganar partidos clave, a pesar de tenerlo todo a favor.

El Atlético de Madrid hizo una final de Champions muy digna, se esforzó al máximo, como es habitual en ellos. No hicieron un buen partido, pero eso  no es necesario para ser campeón. Defensivamente estuvieron bien, pero el Madrid, en líneas generales, fue superior.

Merecida o inmerecidamente, lo cierto es que el Atlético de Madrid llegó al minuto 93 por delante en el marcador. Y cuando parecía que ya había un campeón, cuando parecía que esos magníficos centrales y portero, como son Miranda, Godín y Courtois, despejarían cada balón que rondara el área, llegó el gol del Madrid. Y llegó precisamente por obra y gracia de un yonqui y de un gitano, por obra y gracia de un amigo de Puerta.

No me cabe en la cabeza mayor dolor deportivo –ni siquiera un descenso– que estar acariciando con los dedos el título deportivo más importante, la Champions, y perderla en el último suspiro. Es cierto que después quedaba la prórroga, pero estaba claro que, con el mazazo anímico que se había llevado el Atlético y el hecho de que estaban fundidos físicamente, serían presa fácil para el Madrid, que además se había mostrado superior.

Al Atlético se le fue el título más deseado cuando más fácil lo tenía, y por las formas y por el autor del gol que daba vida a uno y mataba al otro, no pude evitar pensar que era un justo castigo. Un castigo divino.

Una semana después de conseguir la Europa League

Parece que fue ayer, pero hoy hace una semana que Rakitic levantó al cielo de Turín nuestra cuarto título europeo. Que se dice pronto.

Ya lo avisaba el Sevilla desde que salimos de San Pablo: Vamos a por nuestra Copa.

Avión vamos a por nuestra copa

La ciudad que tuvo el privilegio de entregarnos el trofeo fue Turín. La verdad es que la ciudad me gustó. Tiene lugares muy interesantes, como la Mole Antonelliana (símbolo de la ciudad y que aparece en las monedas de dos céntimos de euro de Italia), iglesias, el museo Egipcio, el Palacio Real, el Duomo o la basílica de Superga –junto al río Po–, aunque eché en falta más lugares de restauración, puesto que los pocos que habían estaban saturados.

Iglesias

Estatua y Mole

Mole

Me dio la impresión de que Turín no estaba preparada para acoger a un acontecimiento deportivo de tanto nivel, y me llamó la atención lo mal organizado que estaba todo. La organización no tenía nada que ver con las finales de Mónaco, Glasgow o Eindhoven.

Por ejemplo, mi principal preocupación durante todo el viaje era cómo llegar, al finalizar el partido, al aeropuerto de Turín, llamado Torino Caselle, que está a 16 kilómetros de la ciudad. Mi avión salía a las 4.30 de la madrugada. Si había prórroga y penaltis –como así fue– podría echarse el tiempo encima en caso de que no hubiera taxis, y había que pensar en todos los medios posibles de transporte. Pues bien, ni en mi hotel, ni en las oficinas de turismo, ni el personal del estadio, ni los policías, sabían indicarme cómo llegar al aeropuerto a partir de las 12 de la noche. Menos mal que se me ocurrió preguntar en una parada de tranvía cercana al estadio –en inglés, por supuesto, porque yo de italiano sólo sé decir  «Ragazza» y poco más 🙂 –, y allí ya me indicaron que, al finalizar el partido, habría autobuses gratuitos que irían directamente al aeropuerto. Pero la gran mayoría de los aficionados no se enteraron de estos autobuses, que parecía una medida improvisada de última hora, y muchos fueron hasta la ciudad y cogieron taxis –por el estadio no había muchos y además costaban entre 30 y 50 €–. Lo suyo habría sido poner carteles en inglés, portugués y español en las dos Fan Zones, indicando los diferentes medios de transporte para llegar al estadio y al aeropuerto. Pues nada de eso. Cada uno tuvo que buscarse la vida.

Y para el traslado de la Fan Zone al estadio el mismo caos. Se supone que saldrían 150 autobuses desde la Fan Zone, pero si salieron, lo hicieron tarde. Los pocos que vi,  iban tan llenos que la gente parecía sardinas en lata. Yo me cansé de esperar y tuve que coger un tranvía, que estaba tan atestado que, si se  caía una moneda, no llegaba al suelo. Y encima, estaba lleno de aficionados del Benfica y del Sevilla, que se dedicaron a rivalizar a ver quién cantaba más alto y quién golpeaba más fuerte el techo y las paredes del tranvía, que sirvieron de tambores. Vamos, una delicia los 45 minutos de viaje hasta el estadio. Porque el Juventus Stadium está lejísimos del centro de Turín, más o menos calculo que la distancia entre Utrera y Sevilla.

Por cierto, de nuevo, la Fan Zone no tenía nada que ver con las de otras finales. Yo estuve allí poco tiempo, pero, según me dijeron, al principio no había ni servicios públicos. Más tarde pusieron algunos, pero pocos, con lo que las opciones eran regar los Jardines Reales o a esperar largas colas. La mayoría optó por lo primero.

Fanzone

Antes de entrar al estadio, dos cosas que me llamaron la atención:

1º.- La política de UEFA, que pone una tienda oficial a precios prohibitivos. Pretendía comprar tres gorras conmemorativas del partido, pero no contaba con que costarían 25 euros cada una. Así que me quedé con las ganas y me fui sin comprar ninguna. Si las hubieran puesto a 7 u 8 euros, o incluso a 10, habría comprado las tres. Y con esos precios habrían sacado un gran margen de beneficios. La verdad, no entiendo la política de precios de las tiendas oficiales de la UEFA. Ellos sabrán.

2º.- El que me registró la mochila era personal de UEFA y lo hizo superficialmente. Parecía más interesado en que no intentara colar agua en el estadio que en que pudiera meter una navaja o bengala. En otras finales ha sido la propia policía la que se ha encargado de hacer el registro, que pienso que es como debe hacerse.

El estadio me pareció bonito, pero algo incómodo. Muy buena megafonía, unos excepcionales marcadores dobles –con dos pantallas cada marcador, una en alta definición y otra con más baja definición, ésta última mirando hacia las gradas de gol–, pero con pocos servicios y muy poca distancia entre asientos. La distancia era mínima, de manera que era incluso complicado pasar por delante de alguien, aunque se pusiera de pie.

Afueras estadio

Estadio Afición Benfica

Tuve la mala suerte de que me tocó justo detrás de la portería. Eso normalmente es bueno, pero yo estaba reventadísimo, después de patearme Turín de cabo a rabo desde las primeras horas de la mañana. Así que mi intención era descansar durante el partido. Pues mi gozo en un pozo. Resulta que los Biris no se sentaron en todo el partido, y lo mismo tuvimos que hacer toda la grada de detrás, si queríamos ver algo. Y encima también me tocó estar debajo del tifo, con lo que no vi casi nada de la ceremonia de apertura y también tuve que respirar el humo que algún gilipollas provocó al encender una bengala o quemar algo.

Pero todo mereció la pena. Se te va todo cansancio cuando Rakitic levanta la Copa y el cielo se llena de papelillos rojos y blancos.

Papelillos

Clicks con copa de Turín

Después de la alegría, otra vez la penuria: Una vez en el aeropuerto, de nuevo la mala organización: Mostrador 18, estamos esperando y nos avisan que se cambia al número 1. Una vez cruzado el aeropuerto de punta a punta, nos vuelven a avisar que se cambia a la puerta 17. Otra vez a dar un paseo por el aeropuerto. Menos mal que un sevillista se dedicó a hacernos la espera más placentera. Resulta que se dio cuenta de que los altavoces de los puestos de entrada a las puertas de embarque estaban conectados, y puso por la megafonía del aeropuerto el himno de El Arrebato, chistes relativos al eterno rival o el ya famoso comentario-metedura de pata de Albelda. A quienes no le hizo tanta gracia este asunto de manipular la megafonía del aeropuerto fue a los Carabinieri y a la policía, que buscaban, con cara de muy pocos amigos, al autor de los hechos. Que yo sepa, no lo trincaron. Pero si lo hicieron, supongo que se le caería el pelo.

Lo malo es que cualquier situación, por mala que sea, siempre es susceptible de empeorarse. Así que tuve que esperar dentro del avión una hora de retraso, por una duplicidad de asientos de Vueling. Y lo malo no es esperar la hora, que ya molesta, sino hacerlo en un avión que parece que se ha construido para enanos. Yo no soy muy alto, pues mido 1’80, pero ya era para mí un auténtico suplicio esperar dentro del avión. Así que no me quiero imaginar cómo lo pasaría una persona que mida 2 metros. Imagino que tendrían que cambiarle de asiento, porque allí era imposible que viajase, y no se puede ir de pie. Pienso que no se puede tratar a la gente así y que debería haber una distancia mínima entre asientos, por ley. Quizás sea mucho pedir, pero me parece de lo más lógico.

Pero bueno. Como digo, mereció la pena, puesto que logramos nuestra tercera Copa de la UEFA.

Tifo Sevilla-Elche

Esta Copa será recordada, entre otras cosas, por la remontada ante el Betis y el Oporto, por el gol de M’Bia, por las canciones de Rafael y Rafaela (Carrá), y por el comentario de Albelda. Y cómo no, por las paradas de Beto en la tanda de penaltis y por el gol decisivo de Kevin Gameiro.

Parece increíble, pero sólo hace una semana que conseguimos el último título y ya tengo ganas de otro. 🙂 Ya tengo ganas de más Sevilla Fútbol Club.

Muy buena temporada, a pesar de la mala planificación en el mercado invernal

Finalizada ya la temporada, es el momento perfecto para hacer un balance del Sevilla 2013-2014. Desde mi punto de vista, la temporada ha sido sobresaliente. No se puede calificar de otra manera, ya que se ha conseguido la tercera Europa League y se ha finalizado en quinta posición, con 63 puntos. Esta cantidad de puntos, normalmente, da para entrar en Champions, pero el temporadón que ha realizado el Athletic Club de Bilbao, de la mano de Ernesto Valverde, ha provocado que tengamos que conformarnos con la clasificación para la Europa League.

A decir verdad, yo ni mucho menos esperaba una temporada tan brillante, puesto que era consciente de la dificultad de tener que competir con una plantilla muy renovada y, por tanto, sin conjuntar. Además, siendo  la más joven de la categoría, junto con la del Villarreal, con una media de edad de 25’4 años. Esto, sumado al hecho de que Emery daba una de cal y otra de arena, no me daba muchas esperanzas de que la temporada acabara de forma exitosa. Incluso desde el club se anunciaba que el proyecto era a tres años, no sé si para quitar presión a nuestros jóvenes jugadores o para preparar a los aficionados para lo que podía avecinarse: quedar alejados de la lucha por los puestos europeos.

Lo peor, lógicamente, fue el inicio de temporada, con un calendario bastante complicado, una plantilla sin conjuntar y con un entrenador que no se quería enterar de que «lo que no puede ser, no puede ser. Y  además, es imposible». Con estos ingredientes, pasó lo que tenía que pasar: caímos en picado, hasta ser el farolillo rojo, para alegría del sector de béticos amargados, que, dicho sea de paso, pienso que son mayoría. Menos mal que el tiempo, como gran justiciero que es, puso a cada uno en su sitio.

El único fracaso de la temporada llegó, y de forma estrepitosa, en la Copa del Rey. Caímos eliminados a las primeras de cambio, en mi opinión, por un exceso de confianza de Emery, quien dio por hecho de que el 0-1 logrado en Santander sería más que suficiente para eliminar al Racing. Eso le llevó a poner a M’Bia de central, que acabó justamente expulsado. Y para nuestra desgracia, el Racing no tenía ningún jugador cojo. Es evidente que los cántabros eran muy inferiores, pero eso no quiere decir que no pudieran ganarnos. Despreciamos al rival y acabamos mordiendo el polvo, como suele ocurrir en estos casos.

En cuanto a la planificación deportiva, me pareció sensacional en el mercado de verano, donde se consiguió conformar una plantilla competitiva, extensa y con muchas alternativas. Pero todo eso se echó a perder en el mercado de invierno. Considero que fue un error muy grave el competir varios meses, precisamente los más decisivos, que son los del final del campeonato, con sólo tres centrales y dos delanteros. Afortunadamente, las lesiones nos han respetado, pero, aún así, la falta de efectivos nos pudo costar la eliminación de la Europa League ante el Betis, ya que en el partido de ida lo disputamos con muchas bajas en defensa –posiblemente por eso perdimos 0-2– y el de vuelta con muchas bajas en el centro del campo. También nos vimos en la final de Turín con sólo un delantero sano. Y ante el Elche, por suerte ya el último partido de liga, tuvimos que tirar de Carlos Fernández,

Ahora el objetivo debe ser mejorar la temporada actual, lo cual no será fácil, puesto que nos obligaría a ganar otro título y a clasificarnos para la Champions League. Complicado reto, pero no imposible de conseguir. El camino empieza en Cardiff, el 12 de agosto. Seguro que Monchi y su equipo ya llevan mucho trabajo adelantado, pero será fundamental no volver a reincidir en los errores cometidos. Porque los ha habido, y bastantes.

La plantilla, en general, me parece buena, aunque hay puestos que son bastante mejorables, como los laterales derecho e izquierdo. Habrá que ver cómo quedará en unos meses, puesto que tenemos jugadores muy codiciados, como Alberto Moreno, Fazio, Bacca o Rakitic. Pero no me cabe la menor duda de que, salga quien salga, volveremos a tener una plantilla competitiva para la temporada 2014-2015, completamente capacitada para seguir dándonos alegrías.

Sevilla-Elche. Despedida a los campeones

Hoy  el Sevilla despedirá a los campeones de la Europa League. A algunos, hasta la próxima temporada, pero otros ya no pisarán más el césped del Ramón Sánchez Pizjuán, al menos como locales. Entre estos últimos podrían estar Alberto Moreno, M’Bia, Fazio o Rakitic.

Pase lo que pase, el Sevilla finalizará la liga en quinta posición, puesto que la Real Sociedad ha perdido por 1-2 contra el Villarreal, y los donostiarras quedarán en séptima posición. Así pues, esta noche no se jugarán absolutamente nada, ni el Elche, ni el Sevilla, con lo que será el partido ideal para que pueda debutar algún que otro canterano, y para que tengan minutos otros.

Esta noche debe ser el último homenaje a los campeones. Lo ideal sería finalizar la temporada con una victoria, pero, ciertamente, si perdemos tampoco será para salir con tristeza del estadio. Será el adiós a un buen equipo y a una gran temporada, que nos vuelve a traer un título europeo para Sevilla.

Ahora es el momento para que se ponga las pilas Monchi y su equipo, porque, a pesar de que hemos aumentado nuestro palmarés, a mi modo de ver, la plantilla es muy mejorable, sobre todo en los laterales y en algunas posiciones del centro del campo.

Tendremos que vender. No queda otro remedio, porque los grandes vendrán con sus millones a pescar por Sevilla. La clave para volver a estar arriba será invertir bien esos millones que consigamos. Y de eso Monchi sabe un rato.

Será un partido sin tensión, para disfrutar, para decir adiós a los jugadores que nos han llevado a la gloria y para demostrarles nuestro agradecimiento por haberlo dado todo, hasta la extenuación, por nuestro club.

Hoy acaba la liga y ya estoy deseando que comience la temporada 2014-2015.

El Benfica fue mejor. ¿Y qué?

sevilla campeon Europa League 2014

Vengo molido de Turín, casi arrastrándome por el suelo tras patearme de cabo a rabo la ciudad italiana y sufrir la mala organización de todo lo que rodeaba a la final, en general, y en el aeropuerto de Turín, en particular. Pero ha merecido la pena. Vivir una final por la televisión es grandioso, pero vivirla en el estadio es muy diferente: hay muchas más sensaciones y emociones que no pueden transmitirse ni por la radio ni por la caja tonta. También es complicadísimo de transmitir la alegría de ver a tu equipo alzar otro título europeo.

Finalmente, la Copa de la Liga Europa 2014 vendrá para Sevilla –de hecho, está viniendo en estos momentos–, a pesar de que enfrente tuvimos a un grandísimo equipo, como es el Benfica de Lisboa, que demostró ser mejor que el Sevilla durante los noventa minutos.

Sí, no pasa nada por reconocerlo. Nos superó en todo: en intensidad, en juego, en ocasiones de gol, como equipo… Estoy de acuerdo con Jorge Jesús, el entrenador del Benfica, que decía «Hemos sido mejores». Pero eso, afortunadamente para el Sevilla, no cuenta para nada en fútbol. No puntuan ni las ocasiones de gol, ni los tiros al poste, ni jugar maravillosamente bien. Lo único que vale son los goles, y el Sevilla logró hacer más que el Benfica en la tanda de penaltis. ¿Si es justo o no? Da igual. Es así, y punto. Como la vida misma.

Yo he podido ver en directo todas las finales del Sevilla, excepto la de la Supercopa de España, donde nos paseamos por el Bernabéu, y la de ayer fue una de las que más alegrías me ha dado conseguir y donde más he sufrido. La razón es porque en esta final era consciente, desde el inicio y más aún a medida que pasaban los minutos, de que el Benfica era mejor equipo. Los portugueses no se han proclamado campeones de liga, ni han eliminado a la Juventus de Turin o Tottenham por casualidad, sino porque tiene jugadores de muchísima calidad. Por eso el partido se me hizo eterno, porque veía que el Sevilla quería y no podía. Es cierto que tuvimos nuestras opciones, sobre todo aquella que tiró fuera Bacca, cuando moría el partido, pero el Benfica falló más que nosotros y tenía más razones para lamentarse. Menos mal que se presentaron en Turín con cuatro bajas muy importantes, porque, si no, creo que no habríamos tenido mucha opción. Aunque eso nunca se sabrá.

En la segunda parte me veía continuamente mirando al cronómetro de los sensacionales marcadores electrónicos dobles –hay pantallas por las dos caras– del Juventus Stadium, deseando que el Sevilla fuera capaz de aguantar hasta la prórroga y después hasta los penaltis. No obstante, no perdía la esperanza de que pudiéramos sorprender en algún contragolpe, a pesar de los rápidos centrales del Benfica. Pero mi sufrimiento aumentaba cuando veía que teníamos el centro del campo tocadísimo, con M’Bia y Carriço lesionados e incluso cojeando, y que, incomprensiblemente, Iborra seguía en el banquillo.

Emery ya me dejó perplejo cuando decidió dar entrada a Gameiro, que estaba lesionado, renunciando a reforzar el centro del campo. Me pareció una decisión suicida y creí que nos llevaría a la derrota. Afortunadamente, no fue así y conseguimos llegar, a duras penas, a decidir la final desde el punto de penalti. Y ahí se impuso Beto, que hizo dos paradones, primero a Cardozo y luego a Rodrigo.

Esa es otra de las cosas que no entendí del partido: por qué eligió la UEFA como mejor jugador a Rakitic y no a Beto. Aunque Beto tuvo un par de errores importantes, creo que fue más decisivo que Rakitic. Incluso Pareja, Fazio o M’Bia, a mi modo de ver, hicieron más méritos que el croata para llevarse ese premio.

De cualquier forma, tengo claro que, si hemos conseguido este título ha sido por el gran nivel que mostró nuestra defensa ayer. Buenísimo partido de Pareja, Fazio y M’Bia. Quizás al único que le vino grande la final fue a Alberto Moreno, que cometió errores imperdonables, y más en una final. Pero la Diosa Fortuna ayer demostró estar con nosotros, y no sólo ayer, sino también en anteriores eliminatorias. Eso, y la casta y el coraje que derrocharon nuestros jugadores, hicieron posible que llegáramos a la prórroga y a los penaltis.

Estaba claro que esta Copa de la Liga Europa 2014 era para el Sevilla FC, el equipo más grande que ha visto Andalucía.

Y ahora a pensar en Cardiff, en agosto. Y es que esto no para. El fútbol no da tregua. Ni nosotros la queremos.

Me voy a Turín

Juventus Stadium

En unas horas me largo a Turín. Seré uno de los privilegiados que podrán contemplar, en vivo y en directo, el histórico partido que disputará el Sevilla Fútbol Club con el Benfica de Lisboa.

A priori, los portugueses son un poderosísimo rival. Muy bien tendremos que hacer las cosas para traernos la tercera copa de la UEFA, puesto que nuestros rivales se han entretenido en eliminar a equipos muy potentes, como el Tottenham o la Juventus, que era el principal favorito para alzarse con el título y que se ha proclamado campeón de la liga italiana hace unos días.

También es cierto que nosotros nos hemos quitado de enmedio a rivales que no eran moco de pavo, como el Oporto o el Valencia, pero hemos pasado muchos apuros ante el Betis, al que superamos en la tanda de penaltis, y, sobre todo, con el mismo Valencia, al que eliminamos en el último minuto.

Confío en que la bisoñez de buena parte de nuestra plantilla no nos pase factura en la final de pasado mañana. La experiencia cuenta muchísimo en partidos de alto nivel, y pienso que al equipo le faltó carácter en partidos como los disputados en Oporto y Valencia, donde el rendimiento estuvo muy por debajo de lo esperado. El Benfica está mucho más curtido en este aspecto, aunque las importantes bajas que presentarán los lisboetas podrían equilibrar la balanza.

Me gustaría que mi equipo saltara al terreno de juego con Carriço en el centro de la defensa, acompañando a Fazio, y con Iborra en el centro del campo, formando dupla con M’Bia. Pero mucho me temo que me voy a quedar con las ganas, porque Emery ha demostrado en más de una ocasión que, mientras él sea entrenador, a Pareja no lo quita nadie del equipo titular.

Me muero de ganas por llegar a Turín y respirar el ambiente de las finales europeas, esa atmósfera que envuelve a los grandes partidos, y comenzar a empaparme de sevillismo.

En cualquier caso, ya sea para bien o para mal, gracias Sevilla FC por hacerme revivir las sensaciones indescriptibles que provocan las finales. Viajo con la ilusión de ver levantar el tercer paragüero –bendito paragüero–, aunque también soy plenamente consciente de la dificultad de la tarea.

Veremos qué pasa. Yo voy bien armado con mi radiante camiseta blanca, mi bandera carmesí del centenario y el himno del arrebato. Seremos unas diez mil almas sevillistas. Lo daremos todo en el campo. Tampoco vendría mal que la Diosa Fortuna se acordara de nosotros y nos echara una manita. Aunque sólo sea la pizca de suerte necesaria para ganar los partidos.

Y pase lo que pase: ¡Viva el Sevilla!

Getafe-Sevilla. Inexplicable lista de convocados de Emery

Emery ha sorprendido hoy al dar la lista de convocados, puesto que forman parte de ella hasta cuatro jugadores del Sevilla Atlético. Y la verdad, a mí me parece inexplicable que el club haga un llamamiento a la afición para que acuda en masa a apoyar al primer filial que se juega la permanencia, y Emery convoque, nada más y nada menos, a cuatro jugadores para un partido donde el Sevilla se juega bien poco.

Cabe recordar que si el Sevilla Atlético desciende, también lo harían en cascada, los demás filiales, con lo que eso significaría para el club.

Los cuatro canteranos citados son Moi, Mode, Cotán y Carlos Fernández. No viaja a Getafe Kevin Gameiro, a quien Emery ha dado descanso.

El partido de Getafe no es para que jueguen los suplentes, sino los suplentes de los suplentes. No quiero ni pensar que perdamos más jugadores para la final, ya que, por lo que se ve, Vitolo lo tiene complicado.

En fin. Crucemos los dedos.

La absurda sanción al Villarreal por el lanzamiento del plátano

Cada día que pasa estoy más perplejo por lo del lanzamiento del plátano a Dani Alves. Entiendo su repercusión, más aún cuando se produjo durante un partido del Barcelona. También entiendo que es un hecho grave, sobre todo en estos días, donde, afortunadamente, parece que la gente está más concienciada con el problema del racismo. Pero lo que no entenderé nunca es que se sancione al Villarreal por esos hechos.

La resolución del Comité de Competición, a mi modo de ver, no hay por dónde cogerla. El Comité reconoce que se trata de un hecho aislado y que el objeto lanzado es de fácil acceso al estadio, pero, a pesar de eso, afirman que merece sanción por la «gravedad de la acción en cuestión y la evidente intención discriminatoria de la misma». De nada le sirve al Villarreal que el Comité considere que «no puede pasarse por alto la presteza de las fuerzas de seguridad a la hora de identificar al autor del hecho», así como «la loable y firme decisión del Villarreal de prohibir la entrada a su estadio del energúmeno autor del hecho».

Y yo me pregunto, ¿qué pude hacer el Villarreal para evitar que alguien tire un plátano al terreno de juego? ¿Acaso pueden prohibir que la gente entre con un plátano o un bocadillo? ¿Y cómo lo controlarían? ¿Van a registrar a todos los aficionados? ¿Acaso hay alguna forma de detectar si alguien es un racista? ¿Y si en lugar de tirar un plátano, el racista imita los gritos de un mono? Pues como es imposible de controlar, la única forma de impartir justicia en este caso es tomar medidas contra el autor de los hechos. Él es el único que merece sanción en todo este asunto, y una bien fuerte. El Villarreal, en mi opinión, ha actuado de forma impecable.

Pero cuando ya me quedo de piedra es cuando leo artículos como este, publicado en El País, donde recogen declaraciones de diversas personas que exigen una sanción más dura para el Villarreal, como el cierre del estadio. Eso, desde luego, sería justísimo: cerrar el estadio, y perjudicar a miles de aficionados y al club,  porque a un estúpido se le ocurra tirar un plátano.

La verdad, no doy crédito.

Sevilla FC 0 – Villarreal 0. Habrá que seguir luchando por la quinta plaza

Partido aburrido el que presenciamos en el día de ayer en el Ramón Sánchez Pizjuán, sin ninguna intensidad por parte de los dos equipos. Parecía un simple partido de pretemporada. A decir verdad, el horario invitaba a ello, puesto que el calor era sofocante. Afortunadamente, el Villarreal es uno de los equipos que destacan por su juego combinativo y no por el derroche físico, porque si no, lo podríamos haber pasado mal. Posiblemente, también influyó el que los jugadores tuvieran en mente tanto el reciente partido contra el Valencia como la final de Turín. Entre una cosa y otra, nos tocó ver un tostonazo de partido.

El Sevilla de la primera parte fue mejor que el de la segunda. Al menos, en el primer período se crearon las mejores ocasiones de gol. Los dos equipos pudieron adelantarse en el marcador, pero faltó puntería. La ocasión más clara del partido fue para Musacchio, que sólo tenía que empular el balón, casi a puerta vacía, y la mandó fuera.

Prueba del carácter relajado del partido fue la actuación arbitral. El pamplonica Prieto Iglesias no mostró ninguna tarjeta amarilla, a pesar de que hubo alguna que otra falta que era claramente merecedora de amonestación.

Lo bueno del empate de ayer es que el Sevilla se asegura la sexta plaza, y lo malo es que pone en peligro la quinta, que se está disputando con la Real Sociedad. Si los donostiarras ganan hoy –que será lo más normal, puesto que reciben al Granada–, les queda visitar Bilbao y recibir al Villarreal. Aparentemente, un calendario más complicado que el nuestro, que visitamos Getafe y finalizamos en casa con el Elche, quien podría no jugarse nada en la última jornada.

El problema que podría tener el Sevilla en Getafe es debido a la última barrabasada de la Liga de Fútbol Profesional, que obliga al Sevilla a jugar tres días antes de la final de la Europa League. Como es lógico, esto obligará a Emery a alinear a suplentes y, posiblemente, a algún jugador del filial. De no ser así, a mi modo de ver, sería un grave error.

La verdad, no entiendo cómo la LFP no accede a que el Sevilla juegue otro día, puesto que, jugando el domingo, se perjudica al Sevilla de cara a la final europea y se beneficia, de manera notable, al Getafe en su lucha por evitar el descenso. También se perjudica a los demás equipos que tienen como objetivo el mantener la categoría. Supongo que esto será normal en una liga de mierda, como es nuestra liga, pero a mí no deja de sorprenderme.

La próxima vez que vea a mi equipo en vivo y en directo será en Turín. Espero que ese Sevilla difiera muchísimo del que vi ayer, en todos los sentidos.

Valencia 3 – Sevilla FC 1. A Turín, por gentileza de M’Bia

El Sevilla, tal y como predijo nuestro Presidente, José Castro, lo pasó mal, pero finalmente acabó clasificándose, aunque hubo que esperar hasta el minuto 94 del partido para ver el gol de M’Bia, que será por lo único por lo que será recordado este lamentable partido, tanto por parte del Sevilla como del Valencia (en los últimos 15 o 20 minutos).

Emery está siendo muy criticado por el partido de ayer, aunque yo, en este caso, no le considero el principal culpable del partido del Sevilla. Vi el partido por televisión, por lo que no puede ver bien cómo se desarrollaba el partido tácticamente, pero me dio la impresión de que si hay que achacar a alguien el pésimo rendimiento del equipo, hay que apuntar directamente a los jugadores. Y es que ninguno de ellos estuvo mínimamente acertado. Jugadores como Rakitic, M’Bia, Carriço –no me gusta verle en el centro del campo. Prefiero a Iborra–, Bacca, Reyes… estuvieron prácticamente desaparecidos, incapaces de mantener la posesión del esférico, y con una falta de intensidad alarmante. Intensidad que sí ponía el Valencia en cada acción. Así pues, me parecía más un problema de implicación y mentalidad de los jugadores que un mal planteamiento del partido.

Y en cuanto a los cambios, lo único que me pareció discutible fue el de Bacca por Gameiro, aunque, particularmente, creo que no fue un mal cambio. El Valencia estaba dominando por completo el centro del campo, por la gran calidad de sus jugadores –impresionante el partido de Parejo– y por esa intensidad de la que hablaba antes. En ese plan, quitar un jugador del centro del campo para ponerlo arriba me parecía muy arriesgado, pues probablemente, tendríamos grandes dificultades para hacerles llegar a los delanteros balones en buenas condiciones. Además, no hay que olvidar que ayer no fue precisamente el día de Bacca, quien estuvo muy desacertado.

Quien sí creo que falló, y de manera estrepitosa, fue Pizzi. Con un partido totalmente dominado, donde parecía más probable que llegara el 4-0 antes que el 3-1, se le ocurre quitar al mejor jugador del partido: Daniel Parejo. No sé cómo agradecerle a Pizzi ese cambio, porque a partir de ahí, el Valencia perdió la posesión, su chispa, su peligro, y se dedicó en cuerpo a alma al «otro futbol»: el marrullero, el antideportivo, ése que nunca debe verse en fútbol de alto nivel. Vaya espectáculo el que dieron, en toda una semifinal europea, Pizzi y Jonas, con sus descaradas pérdidas de tiempo. Querían llegar a la final costara lo que costara. Si había que tirar dos o tres balones al terreno de juego para perder tiempo, pues se tiraba. Desde luego, bien que se merecieron perder la eliminatoria en el tiempo de descuento, de la manera más cruel que puede haber.

Ese cambio de Parejo también fue como decirle al Sevilla: «Ahora os toca atacar y a nosotros defender por todos los medios». Y eso nos vino de perlas, puesto que el Sevilla estaba obligado a atacar, y a contrarreloj. Y si para ello nos ceden el centro del campo, pues miel sobre hojuelas. Fue un gran regalo que había que aprovechar. Y lo hizo M’Bia, sobre la bocina, tras cesión de Fazio. Y llegó el éxtasis, una alegría inmensa que es difícil de explicar. Nos íbamos a Turín, a pesar del penoso partido que realizamos.

Para llegar a Turín, hemos tenido que eliminar a otro gran equipo, como fue el Oporto. Porque el Valencia ha demostrado ser un gran equipo, y, ciertamente, no me explico cómo está tan mal clasificado en Liga. En mi opinión, el Valencia de ayer es bastante mejor que el que nos visitó hace una semana, puesto que Jonas y Alves son mejores que Guaita y Alcácer. Pero, afortunadamente, su entrenador, Pizzi, no estuvo a la altura de las circunstancias y se equivocó en el momento crucial de la eliminatoria.

Ayer no salió nada bien. Incluso la suerte nos dio la espalda: en el primer gol, desvía Coke el balón, el segundo llega tras dar en el larguero y Beto, y el tercero lo remató a placer Mathieu, al encontrarse un balón rechazado en el área pequeña. Todo lo tuvimos en contra, pero estamos en la final, que es lo único importante.

 Gracias, Pizzi. Gracias, M’Bia. Road to Turín.

Valencia-Sevilla. Al asalto del infierno

No será nada fácil superar al Valencia en Mestalla. Tenemos dos buenos aliados: el resultado de ida y el cronómetro, pero sabemos perfectamente que ese resultado es remontable. Hace un par de días el Bayern de Munich nos ha hecho toda una exhibición de las desastrosas consecuencias de no defender bien. Así pues, todo dependerá del nivel de nuestro sistemas defensivo. Y cuando digo «defender bien», no me refiero a encerrarnos atrás y empezar a despejar balones como locos. Me parece fundamental defender con orden, con intensidad y presión continua en el centro del campo, pendientes en todo momento de montar la contra que sentencie la eliminatoria.

Pienso que sería mucho mejor si Emery se decantara por poner en liza a un solo delantero (Gameiro, e intentar reservar a Bacca para una posible final). Está más que demostrado que con el 4-5-1 el Sevilla ofrece un mejor rendimiento y una mayor seguridad defensiva.

El Valencia irá a por todas, entre otras cosas, porque no tiene mas remedio. Están ante su última oportunidad para salvar la temporada. Para ello presentarán, en mi opinión, un equipo mejorado con respecto al del partido de ida. Diego Alves es un porterazo y Jonas un gran jugador que aporta mucho a su equipo. Particularmente, habría preferido que jugara Alcácer antes que Jonas.

Desde mi punto de vista, en las condiciones en las que se presenta hoy el Sevilla en Mestalla, todo lo que no sea pasar la eliminatoria será un fracaso. Un 2-0 es mucha ventaja y, aunque el Valencia es un buen equipo, desperdiciar una ventaja así, sólo sería posible si se hicieran muy mal las cosas. A decir verdad, me da más miedo las decisiones de Emery –planteamiento, alineación y cambios– que el propio Valencia. Por lo demás, veo a los jugadores muy concienciados y a la afición… ¿Qué decir de la afición? Increíble que vayan casi 6.000 aficionados. Armados con la camiseta roja, la bandera del centenario y el himno de El Arrebato, son nuestra mejor arma.

Turín nos espera. No desaprovechemos la oportunidad.