Cuando el Sevilla, sorprendentemente, decidió traspasar a Juan Cala en el mercado de invierno, la única explicación lógica que se me ocurrió fue que el club y Emery tendrían una fe ciega en Luismi, el jugador del Sevilla Atlético. Después comprobé que no era así, puesto que se ha preferido poner a un lateral izquierdo (Fernando Navarro), antes que al joven canterano, cuando nos hemos quedado sin centrales.
Ahora se le presenta una nueva oportunidad a Luismi, pero en esta ocasión para jugar en el centro del campo. Lamentablemente, yo ya no tengo tiempo para visitar la Ciudad Deportiva, pero dicen los que siguen al Sevilla Atlético que Luismi es un jugador con una gran capacidad para recuperar balones y con un buen desplazamiento en largo, ya que no está exento de técnica. Si esto fuera así, no veo por qué no se le pude dar una oportunidad al chaval.
Cuando el Sevilla ha tenido problemas, siempre ha recurrido a la cantera, y nunca ha defraudado. Es más, se suele mirar a la cantera en los momentos malos, a no ser que surja un fuera de serie, como Reyes o Navas, con subidas meteóricas al primer equipo. En los momentos de bonanza, la prioridad es ir al mercado, en muchas ocasiones para fichar a jugadores que no superan en calidad a los del filial.
Pero mucho me temo, y ojalá me equivoque, que Emery se decantará por poner a un M’Bia renqueante y al que acusan –no sé si con fundamento– de preocuparse más de ir al Mundial que de jugar con el Sevilla, o por adelantar a Fazio, dejando aún más desguarnecida nuestra ya maltrecha defensa.
En cualquier caso, juegue quien juegue, hay que pasar la eliminatoria, entre otras cosas porque la Liga Europa perdería nivel sin el Sevilla en cuartos, y estoy seguro de que los jugadores darán lo máximo para que así sea. La dificultad es máxima, más por nuestras bajas que por el rival y el mal resultado de la ida, pero hay que intentarlo, por muchas adversidades que nos encontremos. Nuestra esperanza es la flaqueza del rival.
Yo, a estas alturas, y teniendo en cuenta la mala suerte que estamos teniendo con las lesiones, lo único que pido es como el del chiste: «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy». Porque, como dice el dicho, «cualquier situación, por muy mala que parezca, siempre es suceptible de empeorarse».